Vender el sofá, matar el perro, no hacer el referendum...Necedades

Las conductas paradójicas encuentran representación en los cuentos populares. Por ejemplo, la del alemán que supo que la mujer le era infiel en el sofá de la sacomo solución vendió el sofá; o aquel que mató al perro para acabar con la rabia. Seguramente que este gobierno pasará a la cuentista popular como el que ocultó su impopularidad bajo la alfombra del CNE, no hizo el referéndum en lugar de arreglar la pérdida de aceptación, no es necesario explicar que más adelante seguro pagará el precio de su conducta absurda. La Constitución chavista estableció los referéndum como una forma de perfeccionar la democracia, hacerla más transparente y menos hipócrita, una guía para gobernantes y un aliviadero para la sociedad. Ya en el origen mismo de la República encontramos los Cabildos Abiertos como un tipo de consulta a la opinión ciudadana; cuando Emparan pregunta sobre su mandato a la masa aquel 19 de abril, estaba ejerciéndose un tipo de referéndum. Chávez uso este instrumento, y de la consulta salió fortalecido. Hoy asistimos a un forcejeo sobre el referéndum revocatorio, el CNE lo entorpece en la mejor tradición legalista, leguleya. La oposición se retuerce, convoca y desconvoca, perjura, pero no pasa de allí. El país asiste al circo, distraído mientras el capitalismo avanza, y el Chavismo languidece en su propia falsificación. La pelea se escenifica en la jaula de la democracia burguesa, ninguno de los dos bandos se sale del redil, “dentro de la jaula todo, fuera de jaula nada” es la consigna. No importa que en la refriega queden desnudos los bandos y las instituciones desprestigiadas, ninguna de las facciones tiene el coraje de dar un paso definitivo fuera de la jaula. Por eso es difícil explicarse las conductas, llegan hasta la orillita del abismo pero no saltan, regresan a la jaula. La asamblea se prepara para dar un golpe brasilero al Presidente, el gobierno pica adelante y le da un golpe a la asamblea, la anula, así de golpe en golpe se destruye la credibilidad del destartalado edificio burgués. El Tribunal supremo le da un barniz de legalidad a la contienda que no engaña a nadie, se le ve el rabo, dispara a la carta a conveniencia del gobierno; la Fiscalía espera; el defensor del pueblo cuida hospitales y maternidades. La política se perpetra en los medios, en las redes, allí todo “sale bien”, no hay derrotas, no hay sangre, todo es “paz”. Las cumbres son cumbres, no hay paros, no hay hambre, las colas son inventos. Y de vez en cuando pasa un avioncito que crea un alboroto que hace olvidar que existen los satélites que captan hasta lo que comen y descomen los gobernantes. La oposición se desgasta persiguiendo a timoteo, denunciando raras torturas que nadie cree, llorando en el exterior y dialogando a la primera oportunidad. Los burgueses engordan con el oro y el petróleo. La credibilidad se pierde tan rápido como sube la inflación, la sinvergüencería de los políticos sólo tiene parangón en la inercia de los revolucionarios, el vacío anuncia salidas más allá de referéndum y la Constitución. El circo de la democracia burguesa ya no tiene público, no convence, no amortigua las tensiones, al contrario, afloran cada minuto, la realidad exigirá la actuación de las últimas líneas de defensa de una sociedad, las que garantizan la existencia. Vender el sofá, matar al perro, evitar el referéndum…


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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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