Descartada que esa tozudez en actores de la polarización, nos garantice que Venezuela podrá salir airosa de esta dramática crisis republicana que nadie aguanta. Es público y notorio que al gobierno se le escapó de las manos la gobernabilidad, y que fue por ausencia de una correcta aplicación del principio de autoridad que las instituciones perdieron su eficacia. Entre tanto, el país sufre los embates ocasionados por una jauría desaforada de fascistas amargados y sicóticos que se emperran en querer que Arda Troya. A todas esta cabe preguntarse: ¿Quién le pone el cascabel al gato? O habrá que "llamar a María", como solía decir el Maestro Prieto Figueroa.
A simple vista se ve que la masa no está para bollo, ni mono carga su hijo. Imagínense que pasaría si potencias del mundo occidental logran que la OEA accione la Carta Democrática y declaren a Venezuela Estado forajido, alegando entre otras cosas que Nicolás Maduro esta al margen de la Constitución y la Leyes. A este cuadro dantesco que amenaza nuestra soberanía, se suma el Plan Cóndor, con el cual EEUU ha venido creando y justificar el desembarco de los cascos azueles. A todas estas nos preguntamos: ¿ Tendrá sentido que hombres y mujeres en los cuarteles se inmolen defendiendo los privilegios de una cúpula que se enfermó ejerciendo de manera abusiva y excluyente el poder, mientras al pueblo solo le lanzan migajas que disfrazan de "grandes misiones"?
De modo que quienes fracasaron equivocando el rumbo, no deberían intentar curarse en salud dándose golpes de pecho, y menos andar solicitando nuevas oportunidades, porque sencillamente llegaron tarde a la parada del tren de la historia. Ojalas que surjan liderazgos emergentes capaces de concretar soluciones consensuales para salir del atolladero; y que además, pongan fin a esta vulgar pelea de perros y gatos disputándose el poder.
Que la democracia sea signo de civilidad, eso nadie lo niega. Pero tampoco conviene pecar de sectarios cuando negamos que fuera cuando Juan Vicente Gómez que la mano de hierro puso orden en casa y acabo con el enguerrillamiento del país. Verdades amargas, pero que al fin y al cabo, son realidades que no debemos tapar con pruritos.