Mirando el panorama venezolano sinceramente tenemos que aceptar que la convivencia se ha dañado notoriamente y eso alcanza, inclusive, a los niveles familiares internos. No se instaló adecuadamente la disidencia política pacífica, cordial y amigable, y esto se ha convertido en una peleadera cotidiana, muy dañina y a veces hasta violenta.
Ser creativo en materia de administración pública, como ocurre en todos los ámbitos de la innovación, suele ser una tarea complicada, no siempre comprendida desde el inicio. Nos pasó en el SAIME, donde se burlaban cuando decíamos que íbamos a dar identidad a todos los habitantes de Venezuela o que los pasaportes los entregaríamos en los domicilios de los usuarios. Pasó también en el INTT cuando asegurábamos que extenderíamos las renovaciones de licencias por Internet, entre otras cosas. Lo hicimos, lo logramos y la gente lo ha valorado mucho y nos dio el crédito, que mucho agradecemos.
Actualmente, los índices sociales tienen déficits coyunturales. Y esto abarca, como cualquier ciudadano lo sabe sin necesidad de encuestas ni estudios estadísticos, a los rubros servicios, seguridad, salud, ambiente y empleo privado, entre otras cosas. Esta situación nos obliga a trabajar fuertemente, juntos, con conciencia e inteligencia para crear y gozar de una verdadera y sana convivencia. Aquella que todos soñamos y deseamos.
La convivencia, en su acepción más amplia, se trata de un concepto vinculado a la coexistencia pacífica y armoniosa de grupos humanos en un mismo espacio. Y esto es aplicable a nuestra amada Venezuela, pero se necesita la responsabilidad social de los dos bloques para parar a tiempo todo aquello que dañe la convivencia nacional, en todos los niveles, sitios y categorías.
El respeto y la solidaridad son dos valores imprescindibles para que la convivencia armoniosa sea posible. Por supuesto, existen distintos niveles o tipos de convivencia: la convivencia con la familia en el seno de un hogar es muy diferente a la convivencia con otros seres humanos en el marco de una comunidad.
Tenemos necesidades de distinta índole que solos no podemos satisfacer, hay que entenderlo. Nosotros decimos en nuestros talleres de Cultura del Trabajo Feliz y lo aplicamos en nuestros exitosos equipos: nadie gana nada solo. Si convivimos en plenitud y amor seguramente seremos mejores personas, tendremos mejores y productivos resultados. Un abrazo.