Los hechos evidencian que detrás de ese ridículo simulacro que pretende aparentar un conflicto entre el gobierno y la oposición, se oculta una tramposa agenda continuista de Nicolás Maduro, y que amenaza con ocasionar un terremoto político para los próximos meses. Y como nadie se está chupando el dedo, cualquiera se da cuenta que el inquilino de Misia Jacinta hace toda clase de esfuerzos tratando de salir a flote con el propósito ulterior de perpetuarse en el poder, emulando así a Juan Vicente Gómez, José Stalin y Fidel Castro. Definitivamente, la mayoría de los venezolanos rechazamos por inconveniente un nuevo periodo presidencial en manos de Nicolás Maduro, pues de solo pensarlo nos causa escalofrió.
Y mientras la grave crisis crece en proporciones geométricas, el gobierno incompetente solo busca distraernos con anuncios estrafalarios que no resuelven nada, empeorando de esta forma el drama nacional con su show barato. "Que yo no soy Maduro", "que soy un pueblo", "que después de mi viene el diluvio", es mas de esa necia megalomanía que heredó de su antecesor que creyó que era el parto de los montes, dejándonos como funesto resultado una realidad que amenaza con provocar reacciones como las que derribaron las estatuas de Guzmán Blanco durante el inconcluso periodo de Francisco Linares Alcántara. ¡Que vaina que a ciertos Jefe de Estado, el poder le sube los humos a la cabeza y hace que se crean dioses!
Y conste que no es primera vez que un mandatario haya inventado su propio cuento para procurar eternizarse en el ejercicio abusivo del poder. En 1913, dispuesto a quedarse definitivamente en el poder, Juan Vicente Gómez invento una supuesta invasión del ex Presidente Cipriano Castro por las costas de Coro, y con ese pretexto suspendió las garantías constitucionales y el proceso electoral. Años más tarde cuando el golpe de Estado contra Medina Angarita en 1945, también Rómulo Betancourt disfrazo su apetito de poder diciendo que se sacrificaría aceptando la presidencia, y que solo lo animaba el interés de salvar al país del desastre que representaría la elección de Ángel Biaggini como sucesor de Medina Angarita.
Lo que ignora Nicolás Maduro, y su corte de adulante le ocultan de manera diligente con hipócritas alabanzas , es que por culpa de sus erráticas políticas se ha deteriorado su imagen, convirtiéndolo así en manzana de la discordia nacional para propios y extraños. De modo que está descartado que mejore su imagen en lo que le queda de mandato, así como tampoco podrá recuperar la confianza entre quienes por confusión lo eligieron siguiendo instrucciones de Chávez. Hoy, lamentablemente no queda hueso sano en la administración pública, y a la finan terminaran pagando justos por pecadores, y todo por culpa de una pandilla de aventureros y demagogos que se infiltraron en todas las esferas del Poder Público. ¿Acaso es mentira que muchos altos funcionarios tienen enormes fortunas en los paraísos fiscales?
En las actuales circunstancias lo saben hasta las piedras, solo mediante elecciones generales se podrá volver al normal desenvolvimiento de nuestra vida institucional, en el marco de respeto a la diversidad de criterios, y reglas estables que hagan confiable el juego democrático.
Lo falconianos necesitan alguien que sepa gobernar
Kamel une a Falcón