No tengo dudas de que hoy como nunca todos los venezolanos aspiramos a tener una Navidad en paz. Ya pasamos fechas para el olvido en las que las hallacas se nos atragantaban porque el clima que apreciábamos en el país era turbulento, totalmente opuesto a lo correcto y merecido por los ciudadanos.
Ojalá sean tiempos pasados y que no vuelvan. Debemos prepararnos, poner todo para tener una Navidad esperanzadora apuntando a un 2017 en positivo. Estamos cerrando un año trabado, polémico con más desencuentros que encuentros.
Es importante convencernos de que podemos. Tenemos que aprovechar el tiempo para construir una patria fuerte, con valores democráticos y una economía variada. Que capitalice el fabuloso talento humano que tenemos en todo el país. Que privilegie al trabajo y la manera honesta y ética de vivir. Que potencie a los jóvenes investigadores y científicos para que con sus innovaciones pongan en valor a todo el sistema administrativo público y privado.
Venezuela tiene todo para acceder al máximo nivel de desarrollo, para satisfacer nuestras necesidades y paralelamente ir a la conquista de importantes mercados internacionales con marcas que sientan el honor de lucir un mensaje bien nacionalista: Hecho en Venezuela. Quedó claro que con el petróleo solo no alcanza.
¿Qué necesitamos? Calma y capacidad para planificar, programar, coordinar y ejecutar con eficacia. Esto lamentablemente no está ocurriendo. Y entonces es importante pensar, reflexionar, volver a las fuentes y sobre todo tener una gran capacidad de autocrítica tal como lo pidió nuestro Maestro.
En la Nochebuena brindemos por la familia, por nuestros compañeros y amigos y sobre todo por la patria. Ella nos vuelve a convocar a darlo todo, trabajando con un sentimiento de unidad en la acción, formando un gigantesco equipo tricolor con un objetivo común: Ser los campeones de la solidaridad con los que menos tienen. Extendamos la mano a quienes no tienen casi nada. Tengamos una palabra de amor y un plato de comida el 24 para aquellos que la pasarán solos y con mucha tristeza. ¡Pensemos en grande y el futuro siempre será mejor!
Queridos compatriotas: reciban mi abrazo fraterno y el de mi amada familia. Siempre cuenten conmigo.