Otra económia es posible

En el "Arco Minero del Orinoco" se usará cianuro para la extracción de oro y otros minerales diseminados en grandes extensiones de terreno (111.847 Km2), que incluyen áreas protegidas (ABRAE) y el hábitat de pueblos indígenas. Un químico muy tóxico que ha provocado múltiples accidentes en el mundo, causando graves daños a la vida y al medio ambiente. El Parlamento Europeo rechazó su uso en la minería y en los estados Montana y Wisconsin (EEUU) fue prohibido. Requiere de grandes volúmenes de agua extraída de ríos y acuíferos, en algunos casos hasta agotarlos. Afecta las cuencas hídricas, el ciclo hidrológico, las fuentes de agua y su potencial hidroeléctrico.

La megaminería arrasa el paisaje y su potencial ecoturístico. Supone la remoción radical de suelo y subsuelo mediante el uso de grandes cantidades de explosivos, dejando al descubierto material geológico que contiene azufre y metales pesados, que al contacto con el aire y la lluvia genera drenajes ácidos que contaminan las aguas superficiales y subterráneas. Forma grandes cráteres de hasta 1 Km de profundidad por 2 Km de diámetro y lagunas de desechos tóxicos que facilitan la expansión de la malaria y otras pandemias. Contamina el aire con el polvillo que liberan las explosiones y el intenso movimiento de tierra y, con los vapores de cianuro y dióxido de azufre, precursores de las lluvias ácidas. Merma la fauna y la salud de los asentamientos humanos. La evidencia en Latinoamérica y el mundo demuestra que sus daños son irreversibles. Sin embargo, el gobierno lo ejecuta "contra viento y marea", omitiendo los estudios de impacto ambiental y sociocultural que exige la Constitución y la ley. Mientras tanto, el TSJ y el Poder Ciudadano guardan silencio.

¿A dónde nos conducirá este "motor minero"? A un mega ecocidio con la destrucción de los ecosistemas que sustentan la producción de agua, hidroelectricidad y la mega biodiversidad de la Orinoquia. Al etnocidio de pueblos indígenas. A la profundización del modelo rentístico extractivista dependiente. A relievar la condición de enclave colonial de la economía. A la cesión de soberanía al gran capital transnacional. Por todo eso y porque más allá del extractivismo depredador otra economía es posible, cada vez somos más los que nos oponemos al Arco Minero y exigimos un debate nacional que culmine en una consulta popular.



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Gustavo Márquez Marín

Carabobeño, nacido en Valencia, ingeniero egresado de la Universidad de Carabobo donde también ejerció la docencia, durante la gestión del Presidente Hugo Chávez se desempeñó como Ministro de Industria y Comercio (1999), Ministro de Estado para la Integración y Comercio Exterior (2005-2007), Embajador en Austria y Representante Permanente ante los Organismos de Naciones Unidas en Viena (2001-2004), Comisario General del Pabellón de Venezuela en la Expo 2000 Hannover (1999-2001) y Miembro de la Comisión de Negociación con Colombia de las Áreas Marinas y Submarinas (1999-2001).

 gamarquez2@yahoo.com

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