Resulta muy temerario llegar al extremo de afirmar que "Maduro quiere convertir a Venezuela en la Siria de América Latina". Pero no conforme con esa absurda premonición, el sesudo analista intenta alarmarnos, cuando irresponsablemente dice que estamos amenazados por una grave crisis que podría desembocar en "muerte y destrucción". Veamos qué explica al respecto el abogado Robert Kennedy junior, sobrino del expresidente norteamericano John F. Kennedy, en un artículo para la revista "Político": (…) ".- La decisión de Estados Unidos de organizar una campaña para derrocar al presidente de Siria, Bashar al Assad, en gran parte se basó en la negativa de este mandatario a permitir el paso por su país de un gasoducto desde Catar hacia Europa". Precisa, además, este miembro de la familia Kennedy: "Nuestra guerra contra Bashar al Assad no comenzó por las protestas civiles pacíficas de la Primavera Árabe en 2011", sino en 2000, "cuando Catar ofreció construir un gasoducto por valor de 10.000 millones de dólares que atravesara Arabia Saudita, Jordania, Siria y Turquía". (…) "Esa infraestructura hubiera garantizado que los reinos suníes del golfo Pérsico tuvieran una ventaja decisiva en los mercados mundiales de gas y hubiese fortalecido a Catar, que es el aliado más cercano que Estados Unidos posee en la región, según destaca el autor, quien hace hincapié en que allí se encuentran dos de las principales bases militares norteamericanas y la sede del Mando Central de Estados Unidos en Oriente Medio".
Que es cierto que todavía exista pobreza, desigualdad, injusticia y corrupción en Siria, eso equivale a descubrir el mundo demasiado tarde. Igualmente, quisiéramos saber si algunos de los Emires, Sátrapas o Dictadores del Medio Oriente pueden afirmar que su país es una tacita de oro, sin vestigio de pobreza y con apóstoles administrando el erario público. A todas estas se nos plantea una pregunta obligatoria: ¿Qué será lo que le hizo Nicolás Maduro a este critico apocalíptico, que ahora añora vernos bañados en sangre, y, a su vez, le achaca al Proceso esta crisis inducida por una ultraderecha ansiosa de asaltar el poder? ¿Será que el odio y la frustración sean la causa de este reconcomio gratuito? Advertencia: Todavía queda tinta en el tintero, pero preferimos dejarla para otros temas de mayor relevancia.