Este tema, el de la dictadura, es recurrente, como lo ha sido a lo largo de la historia de Venezuela y América Latina toda. Si hasta tuvimos una de pocas horas y entonces el presidente fue un enano. Pero ahora, dieciocho años después del ascenso de Chávez al poder, vuelve a tomar vigencia.
Lo curioso del caso es que, no ha habido en nuestro continente una sola dictadura no puesta por el Departamento de Estado. Como golpe de estado exitoso sin el aval de este.
Ahora mismo, uno escucha a gente que bien sabe sana y lee a otros por quienes en muchos casos no sabe responder, que al analizar la actual coyuntura concluyen que el gobierno de Maduro se desliza hacia una dictadura; o para mejor decirlo, que este tiende a convertirse en dictador; es más, esto es demasiado obvio, abundan quienes afirman que ya existe aquella y aquél aquello es.
Por supuesto, en la mayoría de los casos se parte de supuestos establecidos como verdades por "sesudos analistas y hasta constitucionalistas", que antes apoyaron el golpe de Carmona y aquel descomunal atropello contra la voluntad popular al derogar de topetazo la constitución vigente, la primera en la historia venezolana aprobada en referendo popular con más del 75 % de los votos depositados.
Para que una dictadura se consolide y se prolongue en el tiempo en América Latina hoy, se requiere en primer término que el gobierno de Estados Unidos le ofrezca su apoyo, esto en primer término y luego la aplastante mayoría de la comunidad internacional, por lo menos de nuestro espacio, también eso avale. Esa "buena disposición" supone una política económica que satisfaga las aspiraciones de lo que aquellos demandan. Ha sido tanta la guerra simulada o de "tercera generación" desatada sobre Venezuela, desde que Chávez ascendió al poder, sin sustento en la legalidad y menos la realidad, que sirve de muestra de lo que harían si Maduro se instituyese de verdad como dictador; lo que además, le restaría el apoyo hasta de los revolucionarios todos.
Para desmontar el argumento que sé bien está en la cabeza de muchos quienes esto leen o lean, hagamos una reflexión sobre Cuba. Suponiendo que en la isla existe una dictadura, lo que es un asunto a discutir a fondo y no dejarse llevar por simplismos y reglas prefabricadas, aquello resultó de un fenómeno que pudiéramos bien llamar atípico. Tanto que EEUU, después de haber intentado por distintos medios de salir del gobierno y habiendo encontrado no sólo la oposición del ejército sino también de la inmensa mayoría de los cubanos y del principio de los pueblos a ejercer su soberanía, que se ha esgrimido en distintos foros mundiales, ha optado en los últimos años a recomponer sus relaciones con aquél e intentar nuevas formas para desplazarlo por uno por demás condescendiente. Estados Unidos nunca pudo hallar en Cuba condiciones para desplegar lo que aplicaron en algunos países de Europa como "las guerras de colores " y las convencionales, menos eso que en el lenguaje coloquial venezolano se llaman guarimbas.
Venezuela, la de ahora, no es ajena al riesgo de instalar una dictadura. Pero esa no sería la de Maduro. Justamente, lo que se intenta con las prácticas diarias, las mismas de hace años, que evidencia el desprecio de buena parte del bando opositor por lo electoral, donde como cosa curiosa pareciera le favorecen las condiciones, es llevar al país a una "Salida" de fuerza que termine en una dictadura. Lo de gobierno de "transición", no sería más que una dictadura de corta duración pero con la velocidad de acción y la contundencia antidemocrática para desmontar la constitución y ahogar las aspiraciones de los venezolanos.
Es cierto, que el gobierno, eso parece muy evidente, ha intentado correr los plazos electorales, como los relativos a elecciones de gobernadores y alcaldes, sólo en espera que los nuevos tiempos le favorezcan, pero por lo observable nada de eso se hace realidad. La esperanza de una brusca subida de los precios del petróleo, espera de claro sello rentista, se ha diluido con los días. Y los motores prendidos para impulsar la economía, parecen haberse apagado o siguen prendidos, si uno se atiene a lo que el gobierno dice, pero como mi carro, pudieran tener las cajas de velocidad malas y no arrancan.
Por cierto y esto no deja de tener importancia, Elías Jaua, quien pareciera no ser muy activo y prodigioso en eso de administrar y echarse encima tareas como las que ha asumido hasta ahora, quien tiene a su cargo el Ministerio de Educación, lo que ya es como demasiado, y otras funciones y para más, como si aquello no fuera suficiente, le pusieron al frente del "motor farmacéutico" y, desde ese momento para acá, el asunto de las medicinas se ha agravado. En el último parte de los cargos que ostenta, hace sólo dos días, no aparece ese último, lo que me indica que a quien eso elaboró, como al mismo Jaua y hasta el presidente, olvidaron. Pero estando tan sobre cargado, creyéndole el "joven maravilla" o restándole importancia a lo que debe hacer, como si no hubiese más nadie, le acaban de poner al frente del proceso constituyente. ¡Adiós medicinas y educación!, por decir lo menos. ¿Y la constituyente?
Es decir, la oposición tiene abierto el camino electoral, pese las trabas que el gobierno ponga, que no será por mucho tiempo. El campo de maniobra no es inacabable. La propuesta constituyente de ahora, pareciera ser su última carta y la saca con desespero, atrapado como está y en vista del torpe proceder opositor. Y esa opción tiene todo el peso de la legalidad y derecho del gobierno a usarla. Lo que de paso sirve para volver a desmontar el argumento de la dictadura. Pero aún así, dentro de ese nuevo escenario, que es electoral, la oposición tiene muchas ventajas, derivadas del descontento popular. Que le resulte imposible recoger este y hasta correr el riesgo que aparezca un fenómeno nuevo que capte importante simpatía y disminuya sus ventajas, sería por culpa suya y sus torpezas.
¿Por qué sectores de la oposición privilegian prácticas ilegales y hasta la violencia? ¿Por qué desafiar la paciencia del venezolano y particularmente la de los militares?
Porque lo que interesa a factores de la oposición, vinculados estrechamente al Departamento de Estado – aunque haya gente ingenua y de buena fe que esto suene risible – es crear un caos que desate un estado de cosas que provoque el rompimiento de la legalidad. Incluso, que sectores ahora en el gobierno se desborden, para justificar acciones posteriores.
Un golpe militar con el apoyo del chavismo y para mantener al chavismo en el poder, no tiene vida ni sustento. La geopolítica lo condena al fracaso inmediato. Venezuela sería invadida por fuerzas superiores con el aval de la comunidad regional y es susceptible que la pregonada unidad militar a favor del gobierno se resquebraje. Pensar en esa opción es infantil. Para que el golpe sea exitoso y genere un nuevo gobierno duradero tendría que contar con el aval de EEUU y buena parte de los gobiernos del área y hasta más allá de ella. Y para que este golpe se produzca, el gobierno de Maduro tendría que rebasar un marco prohibido. Justamente, obligar al gobierno a esto último, es lo que intentan las acciones violentas de ahora. Por ello, ellas se justifican bajo la prédica que hay una dictadura.
Se intenta volver a los tiempos del golpe de Carmona. Basta recordar como la comunidad internacional, con muy pocas excepciones, reconoció al gobierno nacido de aquel golpe de Estado. El primero en hacerlo fue EEUU y pese el gobierno de Chávez apenas estaba a mitad de período. Y lo reconocieron justamente por saber lo que Carmona haría e hizo, derogar la constitución vigente, la misma de ahora, la de 1999 y desconocer todos los poderes constituidos.
Es más, el gobierno nacido entonces, que sólo duró 48 horas, por lo que a Carmona se le llamó "Pedro "El breve", además por ser pequeño él, se declaró de transición por lo menos por un año, el tiempo necesario para desmontar todo lo que se había hecho desde 1998. Recordemos además, que de un plumazo o seña, Carmona derogó las 19 leyes habilitantes, para lo que no estaba facultado por norma alguna. Es decir, se constituyó como un dictador, dispuesto a atropellar todo aquel que algo reclamase. Y hubo de hecho de inmediato persecuciones.
En conclusión, solo la derecha, los factores más radicales de la oposición quieren y pueden instaurar una dictadura en Venezuela, porque tienen quienes le respalden con mucho peso y fuerza; también falta les hace, para desbaratar la norma constitucional vigente, las leyes nacidas del proceso, rebajar o congelar los beneficios populares, anular las conquistas sociales y hasta aniquilar por la vía represiva todo el movimiento popular organizado dispuesto a impedir que esas intenciones avancen y se hagan realidad. Ese desbaratar incluye al ejército que se define ahora como "bolivariano y profundamente chavista".
Esa dictadura, para cubrir las formalidades, pues el pinochetismo fue un largo y muy amargo trago, podría durar sólo lo necesario para deshacer todo lo que moleste a quienes quieren que el país se pliegue a los intereses del gran capital.
Esa es la única dictadura con posibilidad de instaurarse en Venezuela, lo otro es puro cuento de camino, historietas infantiles, muy mala lectura de la coyuntura, mala fe y hasta deficiencias en el conocimiento de la historia.