Queremos referirnos a que en la flamante Asamblea Nacional Constituyente, en pleno proceso de instalación con todas las de la Ley, habrá oportunidad para que los proletarios, los humildes, los pendejos en general así catalogados y considerados por el ilustre burgomantuano, Arturo Úslar Pietri, y por Gonzalo Barrios, prominente adeco portavoz del Puntofijismo pasado, esos marginados, decimos, podrán codecidir codo a codo, de tú a tú, sobre todo lo concerniente, por ejemplo, en materia penal.
El caso es que hasta ahora los pendejos siguen siendo los únicos venezolanos que purgan cárcel de la buena en el mejor de los casos; que jamás fueron privilegiados con certificados médicos chimbos y onerosos que les garantizaran casa por cárcel, ni la gracia cusidivina del indulto presidencial incluyente de asesinos debidamente juzgados hasta con 30 años, cosas así; que les garantizara celdas cómodas y aisladas de los antihigiénicos tugurios de las prisiones donde eran confinados apelotonadamente, en una informe mezcolanza de criminales con pillos de toda índole, a pesar, por ejemplo, de que se tratase de trabajadores honestos que confrontaban por primear vez algún percance delictual.
Si no eran delincuentes de oficio, de consuno, en eso solían convertirlos los tribunales, los fiscales, los jefesotes de la policía y los administradores de las cárceles de marras.
En la Asamblea Nacional Constituyente que se avecina se retomará definitivamente la idea originaria del concepto de DEMOCRACIA, según sus raíces griegas o semánticas: demos, pueblo, y kratos, poder, o sea, poder del pueblo pleno sin distingos de caracteres económicos, de género, de color de la piel, de cultura, profesiones u oficios, muy diferente a la democracia mantuana, feudaloide, o burguesa actual que ha estado reduciendo a la clase burguesa el concepto de pueblo, y consecuencialmente, han entendido, fabricado, traducido y vendido por democracia el poder de la clase burguesa, cosas así.