Desde que el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, basado en artículos 347, 348 y 349 de nuestra Constitución, tomó la iniciativa de convocar a una Constituyente Nacional Originaria, desde ese momento comenzaron a buscarle cuatro patas al gato, desde la derecha rancia hasta los que han abandonado el proceso revolucionario para irse a lamentar y llorar en otros lados, e inclusive personas como la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz llegó a decir que la Constitución del 99 "es inmejorable". Es decir, que no se puede mejorar. Tiene que morir tal y cual la dejó Hugo Chávez. Qué raro…, entonces nadie puede aspirar a mejorarse así mismo, ya que Dios nos hizo perfectos. Como "perfecta" es la Constitución. La doctora Ortega Díaz, dijo eso, y es respetable que lo haya dicho. Pero, ayer, en el programa de Vladimir Villegas, vi que su entrevistado era Héctor Navarro. Quien, dicho sea de paso, gozo una bola y parte de la otra, en el disfrute del poder chavista, gracias a Chávez. Me detuve un rato para oírlo. Y afirmó cosas estúpidas, como que Maduro quería su constitución también, para seguir gozando del poder. Y calificó de locura la convocatoria a Constituyente por parte del presidente. "Maduro no es chavista, es sólo madurista", dijo. "Como madurista es la cúpula del gobierno y del PSUV".
No es el primero que dice esas cosas. Él coincide con la derecha. Esa derecha que se opuso a la aprobación de la Constitución del 99, y llamó a votar en contra. Ahora, estos desquiciados, hoy día, alzan sus voces para "defender" la Constitución chavista. He oído barbaridades, como que "Maduro mató al Constitución de Chávez". "Maduro traicionó el legado de Chávez". "Maduro es el traidor", etcétera. Pero se me ocurre que estos tránsfugas y traidores nunca se han leído el libro Azul que dejó el propio Hugo Chávez. O lo han leído, sin profundizar en lo que allí dejó plasmado el Comandante Supremo. Les recomiendo a toda esta gente mal pensada y llena de amargura que se metan en internet y busquen el libro. Y sobre todo que vayan a la página 77 y lean, lo siguiente: "El protagonismo, señala Víctor Martín, "Implica una libertad y una capacidad más fuerte y autónoma. Acerca de cambiar, incluso, las mismas reglas iniciales". Es decir (palabras de Chávez), el pueblo como depositario concreto de la soberanía debe mantener su fuerza potencial lista para ser empleada en cualquier momento y en cualquier segmento del tejido político, para reparar daños a tiempo, para reforzar algún desajuste o para producir transformaciones que permitan el avance del cuerpo social en la dirección estratégica autoimpuesta". Más adelante, añade:
"Para ello, el sistema político debe instrumentar los canales necesarios, tanto a nivel local como regional y nacional. Canales por los cuales corra el poder popular protagónico". Más claro no canta un gallo. Si ustedes, desquiciados y blandengues, se leen este trozo del libro Azul de Chávez, recibirán una tremenda bofetada del padre de la criatura, pues él afirma, palabras más, palabras menos, que la carga hay que acomodarla y ajustarla para que pueda llegar a su destino. Y si no se lo leen, también. No tiene para dónde coger. Están acorralados. Y sólo les queda el derecho al pataleo… ¡Viva la Constituyente!
Puerto Ordaz, 19 de mayo de 2017.