Que arrecho que sean los inocentes, por no decir los pendejos, quienes ahora tengan que pagar los platos rotos en una absurda polarización política que lamentablemente nos lleva directo al infierno. Quien se pasee por nuestra evolución política observará de inmediato la fecundidad constitucional de un país que en un corto tramo de historia se ha dado 25 Constituciones y el Estatuto Provisional sancionado por el Congreso de Diputados Plenipotenciarios en Caracas, el 13 de junio de 1914 y promulgada por el Presidente Provisional Victorino Márquez Bustillo, donde el periodo presidencial aumenta a 7 años, con posibilidad de reelección.
Con excepción de la novísima constitución de 1999, los anteriores textos no significaron de modo alguno modificaciones sustanciales que marcaran hito, pues la mayoría de estos cambios de decorado en la constitución se hicieron para complacer los apetitos de poder del gobernante de turno. "La constitución sirve para todo", sentenció José Tadeo Monagas, el 24 de enero de 1948 cuando asaltó el Capitolio Nacional para saldar esa vieja rencilla entre conservadores y liberales que llevaba casi dos décadas de continuos roces y enfrentamientos.
Es una necedad insistir en un diálogo entre sordos, pues ni la derecha dará su brazo a torcer, ni el pueblo quiere regresar a los años oprobiosos del puntofijismo. Uno en medio de todo este desastre que ha causado más de 40 muertos y pérdidas millonarias, ¿qué sentido tiene gastar pólvora en zamuro rogándole a obispos fascistas que abran las puertas de la CEV, cuando sabemos que esa ha sido la guarida de las más perversas conspiraciones, incluso refugio de más de un asesino solicitado por la justicia venezolana.
Están perdidos en el espacios quienes por supina ingenuidad aconsejan que a las recurrentes agresiones extranjeras, debemos responder poniendo la otra mejilla, y lo que es peor, pensar que agachando la cabeza como el avestruz, se podrá evitar que prospere el Manual de Gene Sharp de 1993. Por el contrario, la pelea es peleando, y si queremos sobreponernos a esa maldición gitana que representa el intervencionismo norteamericano, ya el santo remedio se inventó hace siglos: "Si vis pacem, para bellum", o sea, si quieres la paz, prepárate para la guerra. Que no haya sido Julio César quien dijo eso, nos importa un comino porque lo que está en juego es el pellejo de 31.951.045 de venezolanos que no tienen la culpa que por torpes y soberbios la clase política está meando fuera del pote.
En fin, no se trata de que el Presidente deba ser un verdugo, pero tampoco excesivamente permisivo por aquello de que ni tan calvo ni con dos pelucas.