El escenario de la Convocatoria a la ANC pareciera estar servido… El Presidente Maduro, Diosdado y Co. con la soberbia que los caracteriza, por cierto muy similar a la del Secretario General de la OEA, Luís Almagro, ha dicho y repetido que la ANC va “contra viento y marea”, “llueve, truene o relampaguee”. Aunque no todas las cartas están echadas, y es una obligación moral hacer todo lo que esté a nuestro alcance para detenerla, hay que reconocer que los tiempos son cortos y las posibilidades que el gobierno y la alta dirigencia del PSUV puedan seguir adelante con la convocatoria es alta. ¡Incendiando el país mediante, poco importa, lo que importa es preservar los espacios de poder! ¡Afectando al pueblo mediante, poco importa, lo que importa son las pequeñas ambiciones!
Una vez lograda la convocatoria, con el apoyo del TSJ, CNE, la mayor parte de los poderes ciudadanos y la FANB, y con unas bases comiciales sesgadas, convenientemente diseñadas, el gobierno y la alta dirigencia del PSUV tendrán sin embargo otro escollo que superar: la participación popular, cuando se produzca el proceso de votación para la elección de los 545 miembros de la ANC. Esta será la prueba de fuego para la cual por cierto, han venido adquiriendo – hay que reconocerlo – ciertas “destrezas”.
Todas estas “destrezas” se sustentan en la coacción y sus derivados:
1) Mediante la coacción directa contra todos los funcionarios públicos. Es decir, pasando “listado de asistencia”. Método ya esbozado con anterioridad por el propio Diosdado Cabello, VP del PSUV, en su programa “Con el mazo dando”.
2) Mediante la coacción directa contra todos los funcionarios públicos, pero en este caso haciendo uso del poder que significa ser el “gran empleador”, tanto en los gobiernos regionales, como locales, en la mayoría de los Estados del país.
3) Mediante la coacción directa contra los beneficiarios de las misiones sociales.
4) Mediante el uso del “carnet de la patria” y los eventuales beneficios que pudieran derivarse de la participación.
5) Mediante el programa de los CLAP.
6) Mediante el uso de los recursos públicos para regalos, donaciones, al igual que para las correspondientes campañas publicitarias.
7) Mediante el uso del sistema público de telecomunicaciones y redes sociales para la convocatoria abusiva.
8) Mediante la contratación de transporte público (busetas y motos) para la movilización voluntaria o forzada.
9) Una mezcla de todas o parte de todas las anteriores.
La coacción es el elemento medular del “método” de participación constituyente (y, en general, del “método” electoral) pero también se hace uso de otros elementos complementarios: las prebendas, el clientelismo, las amenazas, la presión, el miedo, la intimidación, el chantaje, el ultimátum, la imposición, la compra de conciencia, la claudicación moral, etc.
¿Alguien puede negar que estos “métodos” hayan sido utilizados con anterioridad? ¿Y qué además, con el tiempo, su utilización se ha venido afinando y perfeccionando? ¿O es una exageración de quién esto escribe? Y, finalmente, ¿Dónde dejamos los principios? ¿Dónde dejamos las convicciones y el sentido de responsabilidad personal? ¿Dónde dejamos el compromiso con el pueblo? ¿Dónde dejamos la dignidad? ¿Dónde dejamos la obligación moral de decir la verdad? ¿Dónde dejamos el ser revolucionario?
Insistimos, hasta el cansancio y el fastidio, la necesidad de construir una “alternativa política revolucionaria”, distinta al PSUV, es un imperativo moral.