En el siglo XIII hubo una cruzada infantil. El fanatismo reunió a unos 30 000 chamos para ir a pelear en Tierra Santa. El líder había recibido una carta de Jesucristo. Un comerciante les donó unos barcos y luego los vendió como esclavos.
Hay otras versiones de esta historia, pero ¿qué pasa para que este cuento persista en la memoria europea? Insidiaré al final la estructura simbólica que lo rige. ¿De dónde sale el Flautista de Hamelín? En fin, historia hay y no sería la primera vez que la infancia entra en guerra. O la meten.
Hay una película alemana de 1959, horripilante, excelente, llamada El puente (Die Brücke). Está en YouTube. Érase una vez un pueblito alemán que había quedado al margen de la Segunda Guerra Mundial. Siete adolecentes soñaban ser soldados. En marzo de 1945, a un mes de la Götterdämmerung, del ‘Ocaso de los Dioses’, del Untergang, del ‘Hundimiento’ de Alemania, Hitler movilizó niños. La última imagen del Führer es precisamente animando cabe el Búnker a unos párvulos uniformados. Los de la película se alistan y van felices a la guerra con solo un día de entrenamiento, sintiéndose adultos, pero de un heroísmo de que pocos adultos son capaces.
Mueren seis y el séptimo termina loco. En un día.
Meter niños en la guerra es de una crueldad difícil de superar. Solo la sobrepasan quienes se proponen quemarlos vivos. Y en Venezuela son los mismos.
Hay un vídeo espantoso de una mujer que va regalando golosinas a unos niños para que griten contra el rrrÉgimen. Otra les da Nutella. No saben manejar las armas que les dan. Ninguna arma es segura para un ser vivo porque todas son de la muerte, pero las artesanales son peores y más en manos inmaduras. Trabajo y vivo cerca de sendos guarimbódromos y veo a esos niños de cerca. Los que Andrés Eloy Blanco decía que escaparon de Herodes para caer en Hiroshima,
entreabiertos los ojos, como los niños de la guerra.
He tenido tres hijos, o sea, todos los hijos de la Tierra. Como lo que pienso de los dirigentes que mandan hijos ajenos a la muerte es demasiado feo, callo.
Imposible saber si la cruzada infantil fue cierta, pero sí sabemos que aquí Herodes está suministrándoles escudos de caballeros cruzados e imágenes religiosas, con participación de la clerigalla. No, no me digas nada, ya sé.