El imperio tiene un plan para recuperar sus negocios, y mucho más en
Venezuela, la derecha nacional debe tener sus propios planes para
recuperar todos sus privilegios. Es probable que sea el mismo plan,
pero da lo mismo, lo que importa es que actúan en una misma dirección;
por más que discutan, se peleen, se jalen las greñas, tienen un
objetivo claro como clase social: proteger los privilegios de los más
ricos y fortalecer la estratificación social, dominar el espíritu de
los trabajadores y de la clase media a través de sus propios valores,
esclavizar a la mayor cantidad de gente posible; esa es su idea de
libertad.
En este momento crítico de la revolución no nos importan los métodos y
maneras de la reacción capitalista, los cuales han sido hartamente
divulgados y conocidos. Denunciar la guerra de cuarta generación, la
guerra mediática, la guerra de baja intensidad, las guarimbas, el
sicariato, la manipulación de niños y jóvenes, podríamos decir que es
"mear sobre mojado", cuando no tenemos capacidad de respuesta. De
tanto denunciar y no acertar con las respuestas apropiadas para
contener al enemigo, estas denuncias han perdido sentido, contenido
semántico, han perdido su efecto conmovedor.
Eso es lo que nos preocupa ahora, el desacierto político para
enfrentar a un enemigo que ejecuta planes, métodos y técnicas de
guerra claras, ¡cantadas!, o sea, archiconocidas, y aun así actuamos
como tontos, tanto el gobierno como su pueblo aliado. Si Rodríguez
Torres es o no agente de la CIA, no es un problema serio, si pensamos
en un pueblo chavista y en un ejército chavista que no tienen claro lo
que defienden ahora, si es al gobierno o es a la justicia social, a la
igualdad social. Esta confusión política e ideológica del chavismo
es el centro del problema; de esta definición depende el verdadero
apoyo chavista al gobierno.
Un día el enemigo a denunciar es la Asamblea Nacional, otro es la OEA,
el otro el imperio, el otro día es la dirigencia de la MUD, otro
Almagro, el otro es la Fiscal, el otro Rodríguez Torres, pareciera
que al pueblo chavista –que es menos tonto de lo que el gobierno cree-
hay que mantenerlo en paz, es decir, pasivo, "contener" su
inteligencia, no dejarlo hablar ni opinar sobre esa inconsecuencia en
los objetivos de sus luchas, que pareciera que son más bien las
propias luchas de sus líderes, los cuales no tienen que sufrir la
búsqueda de insumos, de comida y medicinas todos los días.
Mucha gente piensa que cuando Chávez estaba vivo todo era más fácil,
porque el enemigo tenía un rostro definido, era el rostro del
capitalismo, del egoísmo, de la injusticia, de la desigualdad. Porque
lo otro, esos enemigos particulares, se podían ver, en todo caso, como
un accidente más del capitalismo, se podían resumir en el capitalismo.
Pero sin esa referencia al capitalismo, todo se confunde. ¡Ir a la
raíz! decía Chávez, ¡Hay que radicalizarnos! decía Chávez, y esto
suponía atacar al capitalismo primero, preguntarse ¿Dónde está el
capitalismo? para saber dónde tiene que estar el socialismo. Primero
el Capitalismo, antes que a sus accidentes; atacar la idea, la moral,
la ideología, las prácticas sociales capitalistas, egoístas,
aburguesadas, y no a las personas, porque entre ellas estamos
nosotros también infectos de egoísmo, ambiciones materiales, de la
codicia.
.
De eso se trata la crítica a este Show del gobierno de Maduro, mostrar
lo que nos distrae ahora y que nos hace fallar sobre fallas, correr la
arruga de nuestras pifias, sobre nuestras reacciones y acciones
fallidas políticas, económicas, militares, sociales.
Ahora le tocó a Luisa Ortega Díaz. Dicen "La fiscal Luisa Ortega es la
causante del incremento de los ataques terroristas", hasta ahí llega
le percepción política del gobierno. Una forma torpe e infantil de
subestimar el enemigo, "si no fuera por que la fiscal se cambio para
la derecha, ya hubiéramos derrotado la violencia", parecieran decir.
Lo mismo pasa con el General Rodríguez Torres, "si este señor no
estuviera trabajando para la CIA ya el gobierno de Maduro ¡Uuusss!,
¡desde cuando hubiera derrotado la violencia!"
Pareciera que el resto del país no estuviera también sumergido en un
mierdero de violencia, que, apartando la violencia de la derecha, no
existiera la violencia de la injusticia, de la angustia por los
precios, por la escasez de productos comprables, la violencia que se
ejerce sobre los jóvenes que vigilan los basureros de los restoranes
para comer, la violencia de tener que hacer interminables colas;
pareciera que sin esa violencia terrorista, la otra violencia, la que
ejerció de forma disimulada el mismo gobierno con la liberación los
precios al mejor estilo de Carlos Andrés Pérez, no existiera, la misma
violencia que a demás de los más pobres, tiene arrechísima a la clase
media que no puede emigrar.
El problema no está en la mala conciencia de la clase media, que cree
en la moral burguesa y en el capitalismo, el problema es que desde la
muerte de Chávez se abandonó la revolución socialista, la tarea
principal de convencer a la gente de que otra sociedad es posible, y
que este liberalismo disimulado detrás de una caja de comida barata es
un plan del gobierno, es el "Nuevo modelo económico" del gobierno: que
no es nuevo nada: se trata de venderle una promesa al país, que
estamos en vías de un desarrollo económico que promete prosperidad, es
decir, que promete justicia social, así mismo como la "mano invisible
del mercado"; no existe diferencia alguna. Hasta ahora Maduro lo más y
mejor que ha hecho son promesas de prosperidad, ni una sola acción
efectiva, ni un solo paso hacia un cambio verdadero de la sociedad,
que no sea la repartidera de comida barata, línea blanca, dinero
devaluado etc.
Lo triste de todo esto es que en la desesperación esta
socialdemocracia suicida, por no perder adeptos, sin perder la
orientación capitalista de sus planes el gobierno, llegó al final de
la arruga entregando la misma Constitución de Chávez, en una
Constituyente que es un verdadero salto al vacío (y no el socialismo,
como se le oyó decir una vez al ministro Farías), porque se disuelve
el Estado perdiendo una base ideológica más clara que una promesa,
inutilizando una visión de sociedad más coherente, más parecido a lo
que queremos. Las propuestas del gobierno van desde tocar temas tan
difusos como los derechos de las minorías hasta la entrega
"constitucional" de la economía a los privados, es el "Nuevo modelo
económico" pues, aderezado de derechos marginales. El socialismo son
derechos para todos, sin distinciones de formas y color, de cultos,
etc., sin privilegios de ninguna clase.
Mientras las masas chavistas persiguen a la Fiscal y Gabriela Ramírez,
a Rodríguez Torres, a Mari Pili Hernández, para lincharlos como
traidores, el gobierno nos lleva de las narices al abismo de la
"constituyente", cargados de promesas fantásticas, contradictorias.
Con la constituyente, a pesar del discreto optimismo de Luís Britto
García o del comandante Julio Escalona, nos espera, al final de la
arruga, un barranco sin fondo.
Marcos Luna 01/07/2017