Es muy fácil escudarse en unas supuestas críticas constructivas, y por debajo de la mesa llegar a pactar con el fascismo. Uno puede entender que alguien por x motivo pudiera estar descontento, pero lo que nunca entenderemos es que un revolucionario que se rasgue la vestidura, también sea tan descarado haciendo negocios políticos con los enemigos históricos del poder popular. Eso sencillamente es traición a la ética y a la moral.
No negamos que existan infiltrados en el alto gobierno uno que otro delincuente de cuello blanco, y que también sea reprochable que Maduro por cuidar el silla presidencial no se atreva a pronunciarse al respecto. Lo que no podrá jamás justificarse, es que un patriota que diga que jugarle limpio a la patria, de repente haga causa común con esos lacayos que atentan contra la soberanía nacional, y que además, no aguantan dos pedidas para dejarse poner precio en el mercado de la apostasía.
En fin, no cuestionamos la crítica si está dirigida a corregir errores, así como tampoco nos oponemos a que sean denunciados aquellos que cometen fechorías contra el erario público. Pero lo que nunca podremos entender, es que un chavista con argumentaciones sofista quiera justificar una extraña metamorfosis de chavismo a fascismo pitiyanqui, pues eso no tiene perdón de Dios. Albert Camus lo dejó dicho y muy bien por cierto: el escritor no debe de estar al servicio de los que hacen la historia, sino al servicio de los que la sufren.