Es muy difícil avanzar en un proceso de transformación, cambio o revolución, como usted quiera llamarlo, si una sola pierna avanza, mientras la otra, no solo queda atrás, sino que además se empeña en obligar al cuerpo social a caminar de espaldas a una realidad que se hace inocultable.
Recientemente el Presidente de la República, tuvo que amenazar a la empresa telefónica, CANTV, con su nacionalización, si esta no cumplía con el mandato del Tribunal Supremo de Justicia, de homologar al sueldo mínimo el pago a los jubilados de la empresa de comunicaciones. Ni siquiera el más alto tribunal ha podido ejecutar su propia decisión.
Fuimos nosotros quienes denunciamos el ejército de esclavos modernos que forman los miles de niños, jóvenes y jóvenes adultos como empaquetadores en los supermercados. Estos trabajadores no reciben salarios a pesar de estar a disposición de sus patronos por horas y realizar todo tipo de faenas en beneficio económico de los autoservicios. Todavía está el Ministerio del Trabajo reuniéndose con la Asociación Nacional de Supermercados, analizando si les van a pagar sueldos a estos trabajadores, cuando desde hace tiempo han debido dictar una Resolución obligando a este sector a cumplir simplemente con la ley laboral.
Todavía los mismos bancos que pusieron en marcha la modalidad del crédito indexado, no solo no han cumplido con reestructurar las deudas como lo ordenó desde hace cuatro años el Tsj, sino que se niegan a devolver lo cobrado en exceso a miles de sus clientes, mientras otros , aún hoy, siguen cobrando saldos usureros a uno que otro desprevenido. De igual forma, a pesar de la sentencia cautelar que impedía a la Banca usar el Sicri, siguen negándole a venezolanos de todo rango y domicilio, el abrir cuentas bancarias y solicitar créditos, todo ante la vista tolerante de Sudeban y otros organismos del Estado Venezolano.
Aunque existe una regulación de precios en varios productos de la dieta del venezolano, la misma es burlada ante los ojos del gobierno, cuando con un simple cambio de nombre, el bien regulado desaparece y surge de nuevo pero con un “apodo” que no forma parte del listado taxativo de los rubros regularizados en el decreto gubernamental. Es así como la mortadela ahora es con pistacho. El pernil ahora es cuadril. El Paisa ahora es tipo mozarella. La carne ahora no es refrigerada sino envasada al vacío o solo de ternera. Todo para evadir la regulación que el propio gobierno no exige cumplir.
En el Puerto Libre de Nueva Esparta, a pesar del sacrificio fiscal del gobierno nacional al no cobrar ni IVA, ni arancel sobre importaciones, el reclamo de residentes y turistas es que los precios en tierra firme son iguales o mas baratos que en los negocios de Margarita. Por otra parte, grandes empresarios que muestran una exitosa expansión de sus negocios, no realizan una sola obra a favor de la comunidad ni aportan un céntimo al Fondo para el Desarrollo del estado Nueva Esparta, el cual está quebrado, después de haber sido por décadas el brazo social del Puerto libre. Las ganancias del Puerto Libre no son para el desarrollo social del estado Nueva Esparta, sino para los gordos bolsillos de un puñado de empresarios y el gobierno no actúa.
Abundan las licencias del Estado para Casinos y Bingos, que han producido la quiebra de miles de familias venezolanas y con sus importantes ganancias y multimillonarios ingresos, solo pagan sueldos mínimos a sus empleados quienes al final de la noche solo cuentan con la propina de un jugador.
Sobran páginas en los medios de comunicación, con vocación al servicio de lo social, de reclamos de trabajadores y sindicatos que denuncian como son objeto de permanente burla por parte de empresas que muestran abultadísimas ganancias y, sin embargo evaden el pago de sus compromisos laborales, mientras algunos funcionarios del gobierno, solo se limitan a mirar y esperar hasta que alguna paciencia se colme de injusticia.
Un gobierno que se dice de los trabajadores, tiene que garantizar que sectores económicos como el bancario, comercio, envite y azar, Puerto Libre y telecomunicaciones, para solo nombrar algunos, que han producido ganancias record en sus últimos balances, compartan con sus trabajadores sus abultados beneficios empresariales. Basta de ganancias sin responsabilidad social en beneficio de la comunidad.