La tardía renovación de los gobiernos municipales, esta vez serán otra prueba de fuego para que electores puedan verificar que es posible limpiar la casa, y que con voluntad política se podrá evitar que se infiltren o repitan aquellos malandros que habilidosamente quieran prolongar el Festín de Baltazar. De modo que aspiramos a que esta vez sean castigados con todo el peso de la ley esos malandros que están creyendo que la democracia en parranda de chuco.
Es público y notorio que existen alcaldes que llegaron al cargo en condiciones atípicas, y que después utilizaron los recursos del municipio para comprar su reelección. Sin embargo, esta vez, quisiéramos creer que siendo el convocante el Poder Constituyente Plenipotenciario, se aboque a meter a fondo la lupa para evitar que los bandidos continúen medrando a la sombra del poder. Que las cúpulas partidistas se molesten porque sean desaprobados sus negociados cupulares y los corruptos se mueran de la arrechera porque no se saldrán con la suya, eso poco importa cuando está de por medio recobrar la fe en la eficacia de la institución del voto, hoy tan golpeada por los viejos vicios que aún se mantienen vivitos y coleando, porque pareciera que la sombra del bipartidismo puntofijista tiene más vida que un gato.
Esperamos que esta Asamblea Constituyente se apriete bien los pantalones y que no resulte puro buche y pluma, porque el tiempo apremia y los ciudadanos exigen que se oxigene la precaria importancia del sufragio, pues cada vez más la abstención y el escepticismo amenazan con ganarle terreno a una democracia que todavía cojea más que perro atropellado por carro.