Maria Corina Machado presidenta del gobierno venezolano en el éxilio

La Casa Blanca que, como los Borbones, no aprende ni olvida, apoya a nuestra oligarquía que no recuerda ni entiende, y ambas se unen en la creación de un patético “gobierno venezolano en el exilio”, donde a una le falta lo que la otra no tiene: aceptación y apoyo de los venezolanos. Y con ese cuchillo sin mango al que le falta la hoja María Corina Machado pretende degollar a la democracia venezolana, con el respaldo (a falta de Bush, Obama y Trump porque la doña también está devaluada) del despreciable y despreciado Almagro, a quien ella cubre de elogios y “reconoce, admira y agradece la lucidez y la perseverancia”.

El gobierno fantasma iniciado en Washington con la juramentación de un “Supremo” integrado por jueces escuálidos corruptos, perdonen el pleonasmo, y la impresentable Luisa Ortega Díaz, es una copia de aquel gobierno iraquí en el exilio encabezado por el banquero ladrón Ahmed Chalabi, a quien los derechistas del Potomac llamaban “el George Washington de Irak” y al que el ejército de ocupación gringo impuso como presidente felón sobre las ruinas de su país. La versión criolla, juramentada en la OEA, tiene en la mira como Presidenta de su gabinete o sainete a la odiosa María Corina Machado, la Malinche de Caracas, con su delirio retórico anticomunista.

No hace falta ser chavista para desconcertarse cuando María Corina afirma que en Venezuela los procesos electorales “no son elecciones: son ejercicios militares, con ocupación total de territorio y, además, subordinación a un ente cubano que intenta imponer el comunismo cubano en Venezuela”; ni hace falta ser chavista para preguntarse qué opinión le merecen a esta dama antañona los cuatro gobernadores electos de Acción Democrática: imaginamos que en su furia mantuana ya les tiene reservado calabozos en Guantánamo, junto a los más de 4.000 venezolanos, muchos de ellos opositores, que se han postulado para las elecciones del próximo 10 de diciembre.

Una de los interrogantes que plantea el discurso de María Corina es ¿cómo y cuándo el gobierno bolivariano dejó de tener “inclinaciones autocráticas”, “vocación totalitaria” y “tendencia absolutista” para convertirse en una dictadura pura y dura?  Todo lleva a concluir que ese salto cualitativo en la descalificación no vino de un hecho concreto sino de la necesidad que tiene María Violencia de adoptar la retórica mediática de Washington, por aquello de que quien paga la música escoge las canciones. Además, como la fantochada de la OEA de ir juramentando un gobierno en el exilio es la única posibilidad que le queda de ser presidenta, ella se agarra de la brocha cuando hace tiempo le quitaron la escalera.

La decadencia de esta señora merece ser estudiada: en 15 años pasó de manejar un Consejo Electoral paralelo (SÚMATE) y ser la “porta concepto” de la oposición que se fotografiaba con Bush, a representar los papeles de Margaret Thatcher subdesarrollada, Violeta Chamorro de tercera, embajadora de Panamá fracasada, y perdedora absoluta en primarias y elecciones, hasta hoy cuando, colmo del degredo, es candidata a “presidenta” de un gobierno de cartón piedra pintado por Estados Unidos.

La señora Machado ha envejecido políticamente: se ha vuelto tan crepuscular como el mundo que representa y tan otoñal como el anticomunismo pasado de moda que vocifera. Y también ha envejecido físicamente porque, incapaz de expresar amor por nada ni nadie, sus rasgos se desencajan y revelan el odio que la carcome, ilustrando a Lord Chesterfield: “La gente odia a quien le hace sentir la propia inferioridad” o, con palabras de La Rochefaucault: “Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos”.  Y, en efecto, más abajo que Almagro, imposible. Definitivamente, María Corina merece ser presidenta de un gobierno pitiyanqui en el exilio.

Lo demás es lo de menos: así como los noruegos fusilaron a Vidkun Quisling que colaboró con los nazis, en Venezuela sobrarán los jóvenes –y los viejos- dispuestos a morir matando a los fantoches que pretendan gobernarnos a la sombra de los aviones de la OTAN.



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Eduardo Rothe


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