Una vez iniciado el episodio electoral para la escogencia de alcaldes y alcaldesas de los 335 municipios del país, persiste en la gente un rechazo a los planteamientos electorales con una actitud muy cercana a la frustración politica. De allí, que el común de las personas considere que su rechazo significa eliminar de su acción cívica toda tolerancia ante la responsabilidad en la conducción y organización del municipio y de la ciudad.
El presente escenario electoral presenta serias dificultades que pudieran facilitar en la práctica el acceso a roles protagónicos de los candidatos menos idóneos. Es decir, candidatos no solo sumergidos bajo la asfixia de decisiones cupulares, mezquinas y realizadas sin sentido histórico sino, simplemente, candidatos sin sentido ético de la politica.
De tal manera, que propongo a los distintos candidatos a alcalde y alcaldesas someterse, no solo a un examen psiquiátrico, sino también al examen antidoping que certifique que no está consumiendo algún tipo de sustancia psicotrópica. Estoy seguro que de ser aplicado el examen propuesto son muchos los que resultarían con bajo coeficiente intelectual y falta de cultura; sin hablar de la abismal falta de moral de muchos.
Sin embargo, en medio de los avatares de la crisis moral y de los incidentes de la vida politica local, se miente con relativo éxito. Los cuentos y consejas adquieren carta de ciudadanía, son repetidas hasta la saciedad y casi se convierten en verdades. Resulta, que me siento incómodo porque alguien en procura de oxígeno gubernamental, ideó y propaló el cuento de un candidato adicto al consumo de algún tipo de sustancia psicotrópica. La sandez cubrió el objetivo: justificar el cambio de chaqueta o justificar el arrime burocrático.
Me imagino que mucho de los candidatos son responsables de varios errores, algunos de ellos graves. Pero, de ese, el que se le señala es absoluto y totalmente culpable, pregunto. Sin embargo, la mentira creció, dio frutos, se expandió a más no poder y aun no falta algún repetidor de vaciedades que, suponiéndose original y agudo, se la endilga a uno. Por supuesto, yo por respeto no lo creo… son tantos los decires que uno se confunde.
En Cumaná, al primer dia del mes de diciembre del año dos mil diecisiete.