Si luchas por un mundo distinto y más humano, y decides llevar tu lucha hasta la muerte,… no te lo perdonarán; serás maldecido y acosado, te presentarán como un hombre abominable.
Serás señalado en todas partes como un hijo de puta, y tendrás que acostumbrarte a escucharlo en todos lados.
Serás el festín implacable de todas las aves de carroña de los medios.
La gente idiotizada y cobarde comenzará a catalogarte de haber cometido crímenes innombrables, y a donde te vean (en la calle, en plazas, parques, restaurantes o mercados) te gritarán: "¿A dónde carajo te irás a meter cuando caiga este régimen?".
Hasta en tu familia te podrían catalogar de intolerante, de estúpido, bruto, feo y "unido a la bestial chusma".
(La familia suele ser un reducto infernal para el sacrificio a favor de los más necesitados y los desafíos del pensamiento).
Muy pocos en este mundo están preparados para tener un destino.
En las cayapas que se forman en las mamparas en los hogares es donde trituran a la mayoría de la gente y lo acaban haciendo eunucos y "decentes". Es en estos pantanosos combates donde la mayoría cede y entrega las armas.
Si persistes en ser tú mismo muchos desearán acorralarte, acosarte, condenarte, y ante tu solidez moral se desatan los ventarrones del odio. Y entonces difundirán que estás destruyendo a muchos seres, y te soñarán con pesadillas de bilis negra.
Te llamarán hijo de puta (o puta), ladrón, corrupto o degenerado, enchufado o miserable, ramplón y sucio, comunista ignorante.
No te van a dejar nunca en paz.
Jamás te dejarán tranquilo, a menos que decidas cambiar tu progenitura por el consabido plato de lentejas, y te vuelvas un tipo "decente", insistimos.
Así está hoy Venezuela por no arrodillarse a las exigencias del imperio gringo. Todo lo que haga Venezuela en el mundo será catalogado de feo, dictatorial, terrorista, horrible, criminal, monstruoso, abusivo, perverso, falso y odioso.
Por eso EE UU, Canadá y la Unión Europea tiemblan como ratas ante nosotros.
Ante los ataques bestiales, las mentes de los débiles se entregan, y ceden, y todo el ser de estos pobres hombres se convierte rápidamente en enfermizo odio.
Luchar y resistir no es para seres endebles: si tú te entregas verás cómo te llamarán bello, decente, ecuánime, inteligente, justo, recto y formal, equilibrado y amable. Obtendrás el título "distancia y categoría" entre la prole de los desalmados. Serás un hombre o una mujer con el (la) que se puede hablar ecuánimemente. Pero entonces te habrás convertido en un abominable y despreciable pendejo y lo sentirás hasta en las entrañas. Podrás tener todo lo terrenal que te ofrece este dantesco capitalismo, pero hasta ahí…; y sabrás que habías nacido para eso, para ser tipo "ecuánime" que ni huele ni hiede.
Eso pasará, pues con tu mezquina vida.
Y entonces tendrá que asumir sin muchos aspavientos tu estampa de maniquí, de tentetieso, de vacuo.
(¿Para qué te servirá seguir en este mundo cual bagatela que cualquiera ultraja o utiliza a su antojo? …)
Bueno, en fin, que cada cual escoja a lo que aspira en este mundo...