Día Internacional del ateísmo

Bolívar, librepensador, materialista y ateo

De los numerosos autores de ensayos y biografías de Simón Bolívar que han formado parte de mis lecturas, ninguno se detiene a analizar su cualidad de librepensador, materialista y ateo, rasgo trascendente que distingue y exalta su pensamiento. ¿Por qué obviar tan importante aspecto? ¿Por qué no darle la trascendencia que tiene ese atributo distintivo de su personalidad? ¿Responde acaso la actitud de biógrafos y estudiosos a las conveniencias, mitos, creencias religiosas que imperan en esta sociedad, por cierto, muy adicta al discurso que exalta la libertad?

Vale preguntar ¿A qué libertad se refieren? ¿A qué libertad le cantan loas? ¡Oooh libertad, cuanta servidumbre se realiza en tu nombre! ¿Se puede hablar de libertad sin antes dirimir la contradicción entre libertad y Fe, Razón y Fe? Condición indispensable para alcanzar la unidad de la inteligencia.

La única libertad posible radica en la mente. Otras libertades a las cuales el hombre pueda aspirar están sometidas a la necesidad. La necesidad es la gran tirana de nuestras vidas: necesidad de respirar; necesidad de alimentarse o aplacar la sed; necesidad de dormir; necesidad sexual; necesidad de vestido; necesidad de vivienda; necesidad de trabajar; necesidad de obtener lo indispensable para la subsistencia; necesidad de movimiento ¡Necesidad de morir! Además, están las necesidades que se van creando por el desarrollo de la tecnología, como el celular, que escala posición de mito, el dios celular, similar al dios dinero.

Son tantas y tan variadas las necesidades que, su enumeración, puede resultar infinita. ¿Hay algo que no esté sometido a la necesidad? Sólo la mente escapa de esa tiranía cuando se libera del perro guardián que le colocan desde la niñez por medio de la educación en el hogar y la escuela. Entonces la mente vuela sin ataduras en pos del conocimiento real de las cosas, sin las barreras ni conveniencias impuestas por: teologías, cultos religiosos, mitos y la barbarie de la creencia [1]. Desde el Paleolítico el hombre ha demostrado gran capacidad masoquista para inventar dioses y luego vivir aterrorizado por su invento.

Según dicen los biógrafos, Bolívar recibió de su maestro, Simón Rodríguez, la educación que, en gran medida, dio forma a su personalidad: primero, durante su niñez en Caracas; y luego, durante sus años de juventud en París y viaje a Italia. Se dice que Rodríguez, como un escultor y a golpe de cincel, tomando como modelo el Emilio de Rousseau, forja la mente del niño y del joven Bolívar. Si el maestro Rodríguez, como hay constancia en sus escritos y en la trayectoria de su vida, era anticlerical, librepensador, materialista y ateo; si sus enseñanzas de filosofía, historia, ciencias, contribuyeron a forjar el pensamiento de Bolívar, es de suponer que la influencia de librepensador, materialista y ateo del maestro debió también quedar grabada en la mente del alumno, como un tatuaje. En aquella sociedad mediatizada por las prohibiciones, tal pensamiento y actitud significaba una gran contradicción para un joven de casta mantuana y heredero de inmensa fortuna.

El poder de las religiones no radica en las enseñanzas teológicas. Su poder está en las prohibiciones que siembran temor por castigo o alimentan esperanza por premio. La predica religiosa está fundamentada en prohibiciones y temores, no en enseñanzas. El creyente vive temeroso de las prohibiciones. La religión que los curas doctrineros predicaron en América y ahí en donde a sangre y fuego, con la hoguera, la cruz, la espada y el arcabuz, impusieron sus creencias, fue en base a prohibiciones y castigos. Es lo que denominan, "temor de dios", requisito fundamental para ser creyente. Una cosa es creer que dios existe y otra, creer en dios. El común cree que dios existe. ¡Creen en una creencia!

Durante sus años de campañas, batallas, marchas y contramarchas, participación en el foro, en congresos y el diario trajinar de su existencia ¿Cuál era el entorno de Bolívar? ¿Cuál su compañía y tertulia habitual, más allegada o más íntima?

En primer lugar, lo fue su maestro Simón Rodríguez.

En segundo lugar, sus edecanes que, en su mayoría, los escogía entre la oficialidad venida de Europa (ingleses, franceses), todos ellos imbuidos de las ideas de La Ilustración (filósofos y enciclopedistas), ideas de libertad y derechos del hombre y del ciudadano que dieron aliento a la explosión social que se transformó en la Revolución burguesa de 1789. Algunos, fueron participes de las guerras napoleónicas que condujeron las ideas de libertad por toda Europa. Entre esos edecanes figuraban: Daniel Florencio O´Leary, Winston Belford Wilson, Guillermo Ferguson, Perú de Lacroix, Florencio D´Eluyar (sueco). Como denominador común eran liberales y republicanos, librepensadores, anticlericales y muy posiblemente ateos.

El edecán es la persona más cercana, tiene acceso a secretos de Estado, acompaña en todas las actividades. Son oficiales distinguidos por sus acciones militares y formación intelectual. Entre otras cualidades: discreción y lealtad. Son testigos de reuniones reservadas y de muchos secretos. Forman parte de la tertulia cotidiana.

Veamos como relata Perú de La Croix [2] la concepción que Bolívar tenía referida a la cuestión fundamental de la filosofía: el ser y el pensar. Dice Bolívar:

"No gusto entrar en metafísicas que descansan sobre bases falsas. Me basta saber y estar convencido que el alma tiene la facultad de sentir, es decir, de recibir las impresiones de nuestros sentidos, pero que no tiene la facultad de pensar, porque no admite ideas innatas. El hombre tiene un cuerpo material y una inteligencia representada por el cerebro, igualmente material y, según el estado actual de la ciencia, no se considera a la inteligencia sino como una secreción del cerebro, llámese pues este producto alma, inteligencia, espíritu, poco importan ni vale la pena disputar sobre ello <…> el cerebro muere con el cuerpo y muerto el cerebro no hay más secreción de inteligencia.

-Esa filosofía, señor – dije al Libertador – es muy elevada y no veo muchos hombres en este país capaces de elevarse hasta ella.

-El tiempo amigo mío – replicó Bolívar - la instrucción, las preocupaciones que vienen con ella y una cierta disposición en la inteligencia irán poco a poco iniciando a mis paisanos en las cosas naturales, quitándoles aquellas ideas y gusto por lo sobrenatural."

 

He ahí, muy explícito, el pensamiento materialista de Bolívar, contrario al pensamiento. idealista. No es la concepción sensualista según la cual la mente está sometida a los sentidos. Es la concepción según la cual el cerebro es un espejo que refleja el mundo natural. Si el cerebro es materia, el pensamiento como secreción del cerebro (alma, inteligencia, espíritu), también es materia, de igual manera que lo es el aroma etéreo de las flores, el olor de los perfumes o el sonido de las notas musicales que no se ven ni se palpan, no tienen forma material, pero, están ahí, las sentimos, las percibimos por medio de los sentidos. Con la muerte del cerebro muere la inteligencia (el alma), todo termina ¡No existe vida eterna!

En otro párrafo del Diario de Bucaramanga, Perú de La Croix, deja constancia del anticlericalismo de Bolívar y de su opinión con respecto a la religión como instrumento para sembrar el temor sobre el cual se sustenta el dominio de la creencia:

"Lo que es el pueblo. Su credulidad e ignorancia hace de los cristianos una secta de idolatras. Echamos pestes contra los paganos porque adoraban las estatuas y nosotros ¿qué es lo que hacemos? ¿No adoramos como aquellos pedazos de piedra, de madera groseramente esculpidos, retazos de lienzos mal embadurnados, como estos que acabamos de ver y como la tan reputada virgen de Chiquinquirá, que es la peor pintura que yo haya visto, y quizás la más reverenciada en el mundo y la que más dinero produce? ¡Ah, sacerdotes hipócritas e ignorantes! En estas dos clases los pongo a todos: si están en la primera ¿Por qué el pueblo se deja dirigir por unos embusteros? Y si están en la segunda ¿Por qué se deja conducir por unas bestias? <…> dejan de ser filósofos para tornarse en charlatanes. <…> el 3 de diciembre del año 14 el arzobispo de Bogotá afirma que yo venía a saquear las iglesias, a perseguir a los sacerdotes, a destruir la religión, a violar las vírgenes, a degollar a los hombres y a los niños y todo esto para retractarlo públicamente con otro edicto en el que, en lugar de pintarme como impío y hereje, como lo había hecho en el primero, confesaba que yo era bueno y fiel católico ¡Qué farsa tan ridícula y que lección para los pueblos. Nueve o diez días de intervalo hubo entre aquellos dos edictos. El primero se dio porque marchaba sobre Bogotá por orden del Congreso y el segundo porque había entrado victorioso en aquella ciudad <…> aumentan cada día más el desprecio que merecen".

 

En tercer lugar, la compañía de Manuela Sáenz, atea convicta y confesa como lo declaró en la carta de despedida a su esposo, Míster Torne:

" <…> mi amigo, no es grano de anís que te haya dejado por el general Bolívar <…> ¿Crees por un momento que después de ser amada por este General durante años, de tener la seguridad de que poseo su corazón, voy a preferir ser la esposa del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo o de los tres juntos? <...> En serio, sin ligereza, con toda la escrupulosidad, la verdad y la pureza de una inglesa, nunca más volveré a tu lado. Eres católico, yo soy atea y esto es nuestro gran obstáculo religioso <…>"[3]

 

Igual que ocurre con Bolívar, Simón Rodríguez y otros próceres, causa desazón la pretensión de los biógrafos de ocultar este atributo más resaltante de la personalidad de Manuela, su ateísmo, no como adorno, sino, como declaración incontrovertible, que le permitió actuar con prestancia en los actos heroicos de su vida. Le permitió desafiar a la sociedad pacata, hipócrita, inquisitorial, cristera, de su época: la sociedad virreinal.

 

La primera condición del ser libre radica en expulsar de la mente la creencia, en liquidar la contradicción entre verdad y creencia que desde la más tierna infancia le meten al individuo, como "perro guardián", para que le ladre toda su vida. Limpiar la mente del abstraccionismo de la creencia es la única manera de alcanzar la unidad de la inteligencia. Ahí radica la visión que los filósofos materialistas tienen de todas las cosas y que hizo de Manuela garantía de fidelidad revolucionaria junto a Sucre, Rodríguez, O´Leary, Perú de la Croix, y de quienes formaban el entorno más allegado a Bolívar, de anticlericales y ateos.

 

En cuarto lugar, la admiración y devoción por su dilecto compañero de armas, Antonio José de Sucre, librepensador, republicano, anticlerical, jacobino, imbuido de las ideas de la Ilustración francesa que le valieron ser señalado de ateo por la jerarquía católica. Execrado por los enemigos políticos y por la clerecía, el odio alcanza tal clímax que, luego del crimen de Berruecos, su cadáver debió ser trasladado y enterrado en sitio secreto por su esposa. Allí permaneció por setenta años (1900). Cuando ya el reconocimiento como libertador del Ecuador y su trayectoria política era imposible soslayar, entonces, quienes condenaron su gloria al ostracismo, decidieron llevar el féretro a la catedral de Quito. ¿Cuándo el pueblo ecuatoriano va a liberar los restos mortales del Gran Mariscal, del secuestro en un templo católico y honrarlos en un Panteón Nacional donde los ciudadanos, sin los prejuicios de la creencia religiosa, puedan rendirle con libertad el homenaje a su memoria?

Bolívar sentía gran admiración por Miranda, librepensador, materialista y ateo; actitud que, desde su estancia en Marruecos como capitán del ejército del Rey, le atrajo la persecución de La Inquisición. Persecución que lo obligó a huir a América (Cuba). De allí huye a Estados Unidos por la misma razón y luego, debe huir por toda Europa: Francia, Inglaterra y viaje a Rusia. Participa con el grado de general en el ejército revolucionario del Directorio. Fue masón y fundador de la logia masónica Lautaro, a la cual pertenecieron Bolívar y varios próceres latinoamericanos: O’Higgins, Antonio Nariño, Andrés Bello entre otros. Característica fundamental de la masonería es el anticlericalismo y el ateísmo por cuanto en la masonería se reconoce, El Gran Arquitecto del Universo, no como Dios, sino, como norma (leyes que rigen los fenómenos naturales y del universo).

De igual manera hay que señalar la gran admiración que siempre expresó Bolívar por Napoleón Bonaparte, librepensador, masón, estadista, revolucionario, eximio estratega militar que condujo las banderas de la revolución por toda Europa y demostró su anticlericalismo al confiscar los archivos de La Inquisición y su traslado de Roma a París. Libertó a España sumida en el oscurantismo religioso y por esa vía llegó la declaración de independencia a las colonias americanas. En el acto de coronación, como Emperador - cargo que le correspondía como jefe de Estado y para estar al mismo nivel o por encima de las monarquías imperantes en Europa - al arrebatarle la corona y colocársela el mismo, expresó su desprecio al Papa, en gesto similar al realizado, siglos atrás, por el emperador Constantino I (año 306). Dejarse coronar por el Papa era un acto de reconocimiento y sumisión inaceptable.

Si Bolívar asimiló las enseñanzas de su maestro; si su Estado Mayor (edecanes) estaba imbuido de las ideas de moda en esa época de extraordinaria convulsión social, con tres grandes revoluciones en un período de treinta años: la estadounidense [4], la Revolución Francesa y la Revolución de las colonias latinoamericanas. Si existió la relación íntima, sentimental con Manuela Sáenz, librepensadora, atea y feminista tenaz. Si su gran admiración fue: Antonio José de Sucre, Francisco de Miranda, Napoleón Bonaparte por sus hazañas militares y por su ilustración ¿Puede quedar alguna duda con respecto a la condición de librepensador, materialista y ateo de Bolívar? Vale la adivinanza: blanco es/gallina lo pone/frito se come. O el adagio popular, quien con lobos anda, a aullar aprende.

El tema del materialismo y ateísmo en Bolívar es tabú entre sus biógrafos y estudiosos. Inconcebible en algún estudio de su personalidad. En ese campo, los biógrafos y estudiosos hacen de Bolívar un intelectual eunuco al despojarlo de la concepción materialista y atea del universo y de la vida. Bolívar tenía la visión cósmica de la que hablaba Vasconcelos. Visión que no puede estar sometida a mitos ni creencias, por cuanto exige libertad plena en su máxima expresión mental sin las barreras que impone la creencia, la religión y la Fe. No se puede ser bolivariano sin aceptar este rasgo fundamental de su personalidad.

 

Entre la docena de biografías que he leído de Bolívar, junto a numerosos ensayos y estudios, ninguno escapa a la conveniencia de pretender presentarlo como creyente, hijo dilecto de la Santa Iglesia y súbdito fiel de la pontificia santidad romana. Nada más ajeno a la realidad de los hechos. Son muy explícitas las actitudes de Bolívar frente a Dios, la religión y el papado, expresadas de múltiples maneras y con claridad meridiana en confidencias de tertulia con sus más allegados.

La más conocida y trajinada es la frase que pronuncia con motivo del terremoto de 1812 que destruyó a Caracas. Relata el propio Bolívar:[5]

- "Me encontraba sobre los escombros en la obra de salvar vidas cuando me di de manos con el furibundo españolizante, José Domingo Díaz, el cual al verme me comenta con su acostumbrada sorna:

- ¿Qué tal Bolívar parece que Dios se pone del lado de los españoles <…>

-Si dios se opone, lucharemos contra él y haremos que nos obedezca – le respondí iracundo"

 

Cuando los biógrafos hacen mención de estos hechos, de indudable trascendencia para definir la personalidad de Bolívar, en lugar de exaltarlos, los mediatizan, disfrazan, diluyen en conjeturas ajenas a su objetividad. El problema radica en que biógrafos y estudiosos son creyentes o están atados a la creencia o a las conveniencias y ninguno da el brazo a torce para reconocer que Bolívar tenía la cualidad de ser librepensador, materialista y ateo.

En ninguna biografía se dedica un capítulo o un párrafo para analizar este trascendental aspecto de la personalidad de Bolívar. Unas, fueron escritas por encargo, como la de Emil Ludwig o Fernando González, quien pretendió realizar un estudio sicológico, pero, terminó relatando anécdotas. Otras, con fines literarios, como, Enrique Campos Menéndez o el General en su Laberinto de García Márquez. Otras enfocan el aspecto político de las hazañas militares, discursos y cartas, como la de Indalecio Liévano Aguirre o los estudios del ideario político realizados por su familiar Rufino Blanco Fombona. Entre muchos otros autores, está la biografía del cura, Salvador de Madariaga. Y no puede faltar el Bolívar de Busaniche, condenado al Indice por los beneméritos fanáticos defensores del culto bolivariano. Entre las biografías que he leído, considero la de mayor veracidad histórica, debido a su exhaustiva labor de investigación, Simón Bolívar, por Tomás Polanco Alcántara, quien escribió también la mejor biografía de Miranda que he leído. Este autor tampoco asume el tema del ateísmo.

¿Hay en la historia de la humanidad algún personaje del cual se hayan escrito más biografías? Citemos un personaje de leyenda, muy conocido, pero, que sólo a un autor se le ocurrió escribirle una biografía, La Vida de Jesús por Renán. Su lectura le dio motivo a León Tolstoi para escribir en su diario:

"horriblemente estúpido" por la contradicción irrisoria entre la pretensión del autor de situar el tema en el plano histórico y su impotencia para suministrar históricamente las pruebas de lo que anticipa. También le disgusta a Tolstoi la tendencia de Renán a considerar a Jesús desde lo alto de las doctrinas a la moda, por encima de la superioridad de la Ciencia, teorías de la Evolución, culto del Progreso." [6]

 

Esa contradicción no ocurre con Bolívar, por cuanto no es un personaje fabricado de una leyenda, es un personaje histórico de carne y hueso, cuya trayectoria está cargada de hechos y circunstancias de evidencia irrefutable en cartas y discursos de su puño y letra; en decretos y constituciones; campañas y batallas. Su huella perenne está marcada desde Caracas al altiplano boliviano.

 

En este 1º de enero, Día Internacional del Ateísmo, nada mejor para conmemorar tan importante fecha, que sentir el orgullo del gentilicio ennoblecido por nuestros más connotados próceres, debido a su eximia trayectoria de librepensadores, materialistas y ateos.

El ateísmo es la expresión filosófica de mayor crecimiento en el mundo actual. Día a día en todas las religiones se produce la deserción de cientos de creyentes que pasan a ser indiferentes, agnósticos, materialistas o ateos militantes. Veamos algunas cifras:

Sólo una tercera parte de la población mundial pertenece a las religiones de origen arábigo: judaísmo, cristianismo e islamismo. Dos terceras partes se ubican en otras prácticas: hinduismo, budismo o son indiferentes o son ateos militantes. En Inglaterra, el 20% de la población es musulmana y quienes se dicen cristianos pasaron de ser el 72% en el 2002, a 59% en el 2009. Esas deserciones se deben al avance del ateísmo. Creció el número de personas sin religión de 7´700.000 en el 2001, a 14´000.000 en el 2012. El crecimiento del ateísmo en la población musulmana también es notable. En 10 años pasaron de 1´500.000 a 2´700.000 ateos o no creyentes. Norwich es la ciudad de Inglaterra con mayor población atea o sin religión. Igual proceso de deserciones se produce en otros países europeos, entre otras causas, por el avance constante de la Ciencia; por la contradicción entre Razón y Fe; por la presencia de mano de obra proveniente de los países del Este de Europa, antes socialistas. Es importante destacar que estas deserciones ocurren por iniciativa personal, por decisión individual, por cuanto el ateísmo no tiene preescolares ni escuelas ni universidades ni basílicas, catedrales y templos; ni canales de TV o emisoras de radio; ni predicadores que andan de puerta en puerta; ni periódicos ni estudios cinematográficos ni Discovery Channel; ni coloca imágenes y símbolos que contaminan el paisaje natural. Ni practica cultos. En el ateísmo no hay amenazas ni temores ni prohibiciones ni premios ni castigos ni infiernos ni cielos ni libros sagrados (Torá, Biblia, Corán), para la lectura de versículos. El ateísmo carece de esas prerrogativas e instrumentos para la promoción, difusión, expansión, prohibición, imposición. Se es librepensador, materialista o ateo por propia decisión, por propia iniciativa, por propia convicción. Es el triunfo de la Razón sobre la barbarie de la creencia.

 

Existen asociaciones o uniones de ateos -en algunos países - para realizar intercambio, entre asociados, de información relacionada con adelantos de la Ciencia y para la defensa del Estado Laico, garantía de libertad. En Venezuela está en formación la Unión o Asociación de Librepensadores, Materialista y Ateos. La comunicación se puede tener por el Email ULMAVEN2016@gmail.com.

Vivimos en una sociedad de mentes amputadas por la creencia. Ateo no es el que no cree en dios, sino, el que sabe que Dios no existe y que científicamente es imposible su existencia. La ciencia es materialista o no es ciencia. El escritor español Fermín Goñi afirma, "Bolívar fue un gran ateo".

Enero 1º del 2018.


 

[1] León Moraria, Creencia y barbarie.

http://www.librosenred.com/libros/creenciaybarbarie.html

León Moraria, El Triángulo Negro:

http://www.autoreseditores.com/libro/5366/leon-moraria/el-triangulo-negro.html.

http://www.amazon.com/dp/B01D7E5HE4?ref_=pe_2427780_160035660

 

 

[2] Perú de La Croix, Diario de Bucaramanga, Ediciones Nuevo Mundo. Bogotá 1962

 

 

[3] Víctor W. Von Hagen, La Amante Inmortal, Editorial Diana, S.A. México.1969. Pag.171

 

 

[4] Algunos historiadores consideran la independencia de Estados Unidos como la continuidad de las transformaciones políticas realizadas por Oliverio Cromwell, que se cumplieron en dos fases: la primera, en territorio inglés; y la segunda, en territorio de Estados Unidos.

 

 

[5] Indalecio Liévano Aguirre, Bolívar, Imprenta del Ministerio de Educación, Caracas, 1974

 

 

[6] François Porché, Tolstoi retrato psicológico. Editorial Losada, S.A. Buenos Aires 1958.

 

 



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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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