La patria socialista en peligro

Este era el título de la proclama del gobierno soviético en julio de 1918, cuando tres ejércitos contrarrevolucionarios crecían en su interior y 14 países amenazaban con invadir a Rusia, como al final lo hicieron.

Ese título se aplica hoy a la Venezuela bolivariana asediada y amenazada: dieciocho años sin aprovecharse las riquezas de Venezuela son demasiados para Washington y sus aliados, la crisis empuja a la burguesía mundial a pasar de la decadencia a la re-cadencia paso de ganso del tecno- militarismo que permite agredir países sin perder votos ni soldados, utilizando poder aéreo, drones, tropas nativas y/o mercenarios dispuestos a matar a sus hermanos o vecinos por unos dólares más.

Venezuela entra al 2018 sometida a bloqueo financiero y cerco mediático, rodeada de países con gobiernos hostiles. Su gobierno es satanizado como "dictadura" a pesar de celebrar más elecciones que ninguno, con un sistema electoral seguro, trasparente y auditable, "el mejor del mundo" según el ex presidente Carter. Al exterior y al interior se insiste en llamar a la "intervención humanitaria", usando sin pudor el mismo nombre utilizado para la destrucción de Libia; y en los países vecinos, sospechosos atentados ayudan a crear un clima de violencia propicio a la aventura armada.

Es la invasión de Guatemala de 1954 en versión milenio: el equipo de Trump comprometido con las petroleras y las transnacionales como lo estaba el de Eisenhower con la United Fruit Company. Brasil, Colombia, Guyana y las Antillas Holandesas negocian hoy los costos y beneficios de su complicidad con la agresión.

¿Qué podemos esperar? No es fácil hacer predicciones con tantas variantes, pero puede preverse una combinación de estrategia de "shock y pavor" con guerra de desgaste: a) brotes de violencia de calle y atentados atroces; b) en la frontera aparición de grupos armados irregulares apoyados por países vecinos y las potencias, con recursos ilimitados y e "interdicción aérea", con el objetivo de instalar un estado de guerra costoso y doloroso que complique aún más la vida de la población y la gestión del gobierno bolivariano.

Además, está la inexistencia de partidos políticos útiles para armar un reemplazo viable o un gobierno alternativo "democrático" a corto o mediano plazo: la mayoría de la gente, incluso contraria al chavismo, desprecia y rechaza a los políticos de la oposición. La conciencia nacionalista de la Fuerza Armada, unida al nivel político del pueblo y las diversas formas del poder popular, aseguran capacidad de reclutamiento y respuesta contra la agresión.

La Venezuela socialista peligra, pero ese peligro puede producir el efecto contrario al que busca su enemigo, si moviliza y radicaliza grandes sectores de la población. Después de todo, si algo está internalizado en la conciencia colectiva, es que los partidos de la Cuarta República (y sus variantes postmodernas) "no volverán", y si vuelven no pasarán, y si pasan no durarán. Porque hay algo irreversible en el espíritu de un pueblo acostumbrado a ser libre, como lo es hoy el pueblo venezolano: su libertad no es negociable, como no lo es la bala que ha salido de la boca del cañón. Venezuela no será el Chile del Caribe ni la Libia de América. Y es más que probable que 2018 sea otro año de victoria para la imperfecta pero milagrosa revolución bolivariana.



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Eduardo Rothe


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