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Antes de la Batalla de Boyacá, Bolívar fue derrotado en 172 encontronazos con realistas, en batallas, movimientos de sondeos, desafíos, contiendas y escaramuzas. ¡Qué infinita paciencia, la suya!
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Cuántas veces prometió el Libertador reconquistar Caracas luego de la Retirada a Oriente (1814), pero tuvo que esperar siete terribles y cruentos años de lucha. ¡Paciencia!
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La PACIENCIA implican tanto dolor, tanta incomprensión por parte de los nuestros: dudas, fracasos, calumnias,… es la prueba más exigente para los espíritus fuertes. Cuánta PACIENCIA tuvo Chávez con aquellos perros rabiosos concentrados en Altamira. A la final los destrozó sin mover una tanqueta ni una moto de la policía.
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Cuánta PACIENCIA y fortaleza ha demostrado tener el presidente Nicolás Maduro en estos últimos seis años de vida quintorepublicana en medio de los más criminales asedios por parte de guarimbas, sabotajes arteros de los burócratas, bandadas de ladrones en PDVSA, guerra económica, bloqueo financiero mundial, guerra mediática también mundial, complots internos, acosos de los malditos gringos y mercenarios colombianos,…
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¡Oh, bendita PACIENCIA, en la que descansa la paz, la victoria, la belleza, el amor, el silencio más puro y fructífero de la vida, la humildad, la confianza y la fe, y la laboriosidad incansable de los justos!
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Gloria y persistencia de inagotables esfuerzos en procura del sostenimiento de la soberanía y la dignidad de un pueblo, que inevitablemente debe descansar en un proceso a largo plazo.
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Toda PACIENCIA requiere de sabiduría, de sencillez, de nobleza y de candor. Sin paciencia nadie llega a conocerse a sí mismo. Es el único camino para aceptarse uno a sí mismo, para estar de acuerdo uno consigo mismo. Siempre venciendo al perverso egoísmo. Se requiere trabajar minuciosamente, silenciosamente, deshacer conflictos internos, mirar hondo y profundo cada detalle de la vida, hasta lograr alcanzar plena conciencia de lo que se busca.
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El que tiene PACIENCIA llega a comprender mejor que nadie el sentido de la MUERTE. Esa consumación de la vida al que todo llegaremos: esa entrada serena y dócil que nos espera, para de algún modo volver a batallar en este o en otro mundo. Quién sabe… Qué importa…