La crisis financiera se adelanta en Argentina, por ser el furgón de Venezuela en la época dorada del fallecido presidente, Hugo Chávez Frías y, el actual presidente, Nicolás Maduro Moros buscó el ala militar más incompetente de la historia militar de nuestro país para regir las políticas públicas. Los informes y diagnostico están en la mano del Fondo Monetario Internacional, (FMI); y la marcha de la economía latinoamericana cayo en un desfase en materia geopolítica, quebrantando el gobierno porteño y bolivariano.
Los gobiernos de la región no pueden ser presidencialistas, sino locales. En esto, Evo Morales Aima coincidía con algunas posturas idealistas de carácter marxista, pero jamás profundizó esa materia proselitista y populista en su terruño, Bolivia y, pudo firmar con antelación unos acuerdos con los Estados Unidos de Norteamérica. Ahora, tiene una base de expansión política por las coaliciones y alianzas con los partidos que regentan el poder.
Mauricio Macri. Se extralimito y metió al pueblo argentino en un túnel y ya no podrá representar la causa del pueblo, sus socios hacen el esfuerzo para tener el derecho a nacer. El macrismo dejo de ser un movimiento de fuerza económica en Latinoamérica y le viene entregando La Patagonia a ingleses e israelíes.
Los comensales del festín argentino son históricos, tenemos a Hipólito Solari Yrigoyen, Leandro Despouy, Rafael Pascual, Miguel Ponce y Héctor Lombardo además del ex legislador César Martucci. También, los diputados nacionales Carla Carrizo y Alejandro Echegaray y el legislador porteño Juan Nosiglia, entre otros.
Agustín Rossi criticó duramente las negociaciones del Gobierno para buscar un crédito ante el Fondo Monetario Internacional, habló del "desastre económico" generado por Cambiemos y le pidió a Mauricio Macri que el eventual acuerdo con el organismo sea avalado por el Parlamento.
"No planteo una salida no institucional, lo que planteo (al presidente) es que mande el acuerdo al Congreso para ver si tiene aval", expresó en diálogo con "Toma y Daca" por radio Cooperativa. Y recordó que cuando Néstor Kirchner tomó la decisión de pagarle el 100% de la deuda al FMI, "esa decisión tuvo valor parlamentario y se discutió en el Congreso".
Tras el anuncio del presidente Macri de la apertura en las negociaciones con el fondo, a partir de la crisis cambiaria desatada, el titular del bloque del Frente para la Victoria en la Cámara de Diputados planteo la necesidad de que dicho acuerdo sea debatido en el parlamento.
"Yo estoy recorriendo, no hay nadie que esté de acuerdo con el FMI, nadie en Argentina está contento con un acuerdo con el FMI, ningún argentino mayoritariamente, los argentinos son críticos con este modelo económico y por qué la oposición tiene que estar acompañando este modelo económico", expresó.
Y remarco que, desde su rol opositor, planteará los errores al rumbo económico del Gobierno: "No voy a ser cómplice de esta política del Gobierno, la oposición tiene que rechazar el acuerdo con el FMI y ser tajante en esa decisión", sentenció.
Bueno, son criterios de una dinámica que viene sombreando al Cono Sur, desde hace veinte y cinco, (25) años, donde el pueblo hace esfuerzos para evitar un escamoteo a sus principios ideológicos
Argentina y Venezuela, se encuentran en una delicada ventolera financiera que pone al descubierto: dos evidencias soslayadas siempre por la clase dirigente y la sociedad. En primer lugar, la elevadísima vulnerabilidad estructural de los países del Sur. Que fue barrida debajo de la alfombra después de que se consiguiera salir de la devastadora crisis del 2001. En segundo término, las serias dificultades del modo de gestión que caracteriza al gobierno de Mauricio Macri.
La sociedad nunca conoció de modo fehaciente la grave realidad del país que Cambiemos heredó de la década kirchnerista en un sector de las finanzas públicas, Sobre todo, el polvorín que se fue amasando durante los mandatos de Cristina Fernández. Se divulgaron retazos, Pero, supo controlar losd picos bursátiles
Para todos, es conocido que nuestro sistema estrutural económico es débil y, las decisiones no pueden ser adoptadas por una élite.
No se hizo así por desconocimiento. sino por premeditación política. La cúpula del macrismo, donde talla la asesoría de Jaime Durán Barba, estimó que las expectativas populares que había despertado el desalojo kirchnerista del poder nunca debían ser eclipsadas con malas noticias.
El Gobierno vino en estos años sorteando esas debilidades por dos razones. No tuvo que afrontar ninguna tormenta como la presente, formada por movimientos exógenos y mala praxis propia. Uno de aquellos, la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de elevar la tasa de interés. Es decir, sin adversarios políticos tangibles a la vista. En otros casos, exhibió muñeca política para negociar con la oposición. Sobre todo, hasta que logró consolidarse en las legislativas del 2017. Cuando debió confrontar con los opositores apeló a su relato dilecto: la comparación con el pasado.
Hay una secuencia descriptiva. La Reserva Federal de Estados Unidos viene tocando las tasas de interés desde el 21 de marzo. En febrero se había anticipado que lo haría tres o cuatro veces durante este año. Las consecuencias sobre un país endeudado como la Argentina iban a resultar inevitables. Pero en ese interín Macri insistía con que “lo peor ya pasó”. El último fin de semana largo (del 1° de mayo) cuando el Banco Central había vendido US$ 1.500 millones para contener los primeros remezones del dólar, las principales cabezas del Gobierno desoyeron la alarma. A la semana siguiente Federico Sturzenegger, titular del Central, desató el increíble torniquete de la suba de las tasas de interés.
En Venezuela, no se subio la taza de interes, pero sí el pago de las tárifas bancarias, en un momento que la banca financiera, funciona de lo peor.
El lunes último se decidió pedir una asistencia al Fondo Monetario Internacional (FMI), cuya negociación está en curso y es aún un enigma. El ciudadano común debió desayunarse en apenas 10 días sobre la gravedad de la situación. La recurrencia al FMI fue vendida como un gesto previsto y solvente. En verdad se cocinó en 48 horas cuando Luis Caputo, el ministro de Finanzas, entró en pánico. Luego Macri llamó a la jefa de la entidad, Christine Lagarde.
Venezuela, ya ha estado en panico.
Finalmente el Gobierno admitió que se tramita un stand- by que requiere de condiciones y monitoreos de parte del FMI. Una cuestión conocida aquí. En la cual están inmersos ahora un conjunto de países que no se caracterizan por sus brillos económicos. Por citar algunos: Bosnia, Moldavia, Gabón, Ucrania y Costa de Marfil.
El problema no sería el retorno al FMI. El Gobierno deberá por esa decisión pagar un costo debido a que el relato kirchnerista fue en ese campo eficaz. Caló en vastos sectores de la sociedad. Remitió a una recuperación épica de soberanía que durante años sirvió de telón para ocultar otras cosas. Néstor Kirchner canceló de un saque la deuda con el FMI pero nunca retiró al país como miembro del organismo. Cambió un financiamiento históricamente de tasas bajas aunque condicionado por otro políticamente útil a su proyecto. Tomó préstamos de Venezuela, cedidos por Hugo Chávez, al 13%. Sin exigencias. Y cumplió
Hay expectativas en Suramérica, los protagonistas no afinan el libreto y, la impresión colectiva, por el giro de las últimas horas, es exactamente esa.
Los crujidos, se hacen sentir y la agenda pública ya es conocida, hay que retomar la dirección correcta y disimular los incovenientes económicos que ya se empiezan a disputar.
Macri perdió, en ese sentido, dos oportunidades. Cuando ganó en el 2015 y al revalidar su título en octubre del año pasado. Por entonces no asomaba esta tormenta y el Presidente y su círculo áulico calcularon que un pacto con la oposición desteñiría la condición de novedad política que se empeña en esgrimir Cambiemos.
Para colmo, el Gobierno se topó con otra ingrata sorpresa. El kirchnerismo cuestionó la negociación abierta con el FMI. Pero Cristina, asesorada por un ex ministro, se encargó de sellar su boca. Era la única voz que le servía de verdad a Cambiemos para poder confrontar. Y reeditar peleas que siempre dejaron réditos. La abstención de la ex presidenta ha dejado al oficialismo sólo delante de su espejo.
Es un sacudón económico que barre toda certidumbre y, Washington presiona a Miraflores y a La Casa Rosada, solamente sabemos que el dólar sube y presiona el valor de los alimentos que le llegan al pueblo.
Hay que aceptar un razonamiento..
Ante un "estornudo" de los Estados Unidos, la Argentina se pesca una pulmonía, mientras que el resto de los países de América Latina (excepto Venezuela) solo se resfrían. Esta alegoría médica circuló en los últimos días para ilustrar la realidad de la economía local ante la suba de la tasa americana y un contexto internacional menos benévolo para la región. Pero la pregunta que surge es: ¿Por qué los otros pacientes presentan mayores defensas? Déficit fiscal alto, mercado de capitales chico y elevada exposición al endeudamiento aparecen como las principales explicaciones
Macri, en la intimidad, dice que gracias al crédito que el FMI le abrirá a la Argentina, podrá controlar la subida del dólar. Y sobre la quita de subsidios a la energía, es decir, sobre el aumento en las tarifas de la luz y del gas, y más adelante, del agua, que pagarán los consumidores, piensa, palabras más, palabras menos, lo siguiente: “El aumento de la luz y el gas es algo que voy a pelear por mantener sí o sí. No hay otro camino para bajar el déficit fiscal sin ajustar planes sociales. Esto es así, no tenemos otra opción. Si sale una ley del Congreso que congele esas subas, como quiere la oposición, voy a vetar esa ley”.
Macri y sus asesores repiten de memoria los números de esa cuenta de memoria: dicen que el 74 por ciento del Presupuesto Nacional se destina a pagar jubilaciones. Y que el único gasto del que se puede reducir su gravosa incidencia sobre el erario público es el pago de subsidios estatales concedidos a las empresas de energía. Frente a su gente de confianza, Macri siempre repite al menos desde mediados del 2016 que “la energía es el principal problema que tiene la Argentina”. Y agrega: “Sin energía es imposible que la economía crezca más de lo que está creciendo. Sin energía no va a haber empleo, ni inversiones”.
Macri también repite, en reuniones con sus asesores, con empresarios o con amigos de la política, que “la Argentina camina por un desfiladero. Estábamos frágiles. Estamos frágiles. Hay que resolverlo”.
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