Curiosamente, la Economía Política carece de practicidad; ella no ofrece soluciones a ningún tipo de malestar económico; no dicta fórmulas resolutivas de ningún problema económico confrontado por ninguna sociedad.
Recordemos que El Capital, de Carlos Marx, no ha pasado de ser una compleja, detallada y juiciosa crítica a la Economía Política de la que tanto echaban mano los clásicos de marras.
Esos clásicos se devanaron los sesos hallándole una explicación al origen de la riqueza, por ejemplo, pero hasta allí. Ninguno de ellos propuso tales o cuales medidas para una mejor distribución de la riqueza, simplemente corroboraron y mejoraron como fuente de la riqueza la Naturaleza y los demás oficios elaboradores de bienes satisfactorios de diversas necesidades, ropa, calzado muebles caseros, vivienda, etc.
Es un hecho que los gobernantes pueden orientar la Economía o dejarla al libre albedrío de los fabricantes e intermediarios, quienes, por actuar independientemente y divididos, suelen competir para atrapar un mayor número de clientes o pedazo del mercado, pero, las medidas correctivas a los problemas económicos carecen de vacunas, más allá del libre mercado y un apoyo jurídico y educacional tecnocientífico que garantice mejor productividad y respeto a la propiedad privada, pero eso ya no es Economía, es Política, es Derecho.