«Chávez, tú no tienes
4 millones de oligarcas
en Venezuela»
Fidel Castro
Yo no voy a referirme a resultados electorales. Sobre todo porque toda victoria democrática y revolucionaria siempre es gigantesca.
Sin embargo, es inevitable recordar que la palabra «pírrico» se puso de moda en los últimos días, gracias a un contundente artículo escrito por el poeta revolucionario Néstor Francia en el que más que detenerse en unas cifras, quería avanzar en la discusión acerca de la importancia de poder seguir construyendo el socialismo, con nuestra Revolución Bolivariana y Chavista.
Néstor Francia, quien es un artista de la palabra, sabía lo que estaba haciendo, al colocar en el titular de su nota la palabra de marras. Pero, es más, como estudioso de nuestra semántica, él sabe que pírrico es sinónimo de escuálido, otra palabra que adquirió un significado muy particular en Venezuela, por boca y calificación que hiciera el Comandante Hugo Chávez de la oposición venezolana.
En la Venezuela de hoy, tanto legos como eruditos saben que un escuálido es todo lo contrario a un chavista. Mientras los escuálidos (por extensión, también los «pírricos») representan en el país a los derechistas, conservadores y contrarrevolucionarios, los chavistas representamos un pensamiento de avanzada, revolucionario, bolivariano, antiimperialista y socialista.
Así que no nos quedemos en las ramas. Vayamos a la raíz, seamos radicales. Es decir entremos en el debate propuesto interminables veces por el Camarada Hugo Chávez cuando nos preguntaba ¿Dónde está el socialismo?
Si algo tiene de importancia la realización del reciente proceso electoral que lleva a la victoria, para un nuevo período de Gobierno, al presidente Nicolás Maduro es que el pueblo elector ha decidido continuar en el camino chavista hacia el socialismo.
La mayoría calificada que le pidió a Nicolás Maduro que continúe en la presidencia, al menos hasta el 2025, lo hizo en la confianza de que con él avanzaremos para ser definitivamente independientes, encontraremos las armas de lucha para combatir y vencer a la hiperinflación inducida que nos aleja cada vez más del acceso a los bienes (especialmente alimentos y medicinas) y servicios, para ganar la guerra económica declarada contra Venezuela por el imperialismo y sus aliados, además de conseguir instaurar en Venezuela y para el mundo, unas relaciones de producción auténticamente socialistas.
Nos toca a las revolucionarias y revolucionarios dejar a un lado lo pírrico, insustancial y escuálido del debate político, para adentrarnos con acierto a la búsqueda de soluciones, propuestas y acciones, para avanzar en la tarea liberadora. Soluciones y tareas que, por cierto, no corresponden tan sólo a Maduro, sino a todo su tren ejecutivo, a l@s funcionari@s en todos los niveles públicos de administración y servicio; a tod@s quienes desempeñan cargos de elección popular y a sus acompañantes. Pero, sobre todo, a ti y a mi, revolucionarias y revolucionarios de a pié que estamos obligados a reclamar en derecho nuestra participación y protagonismo en una democracia que, hasta constitucionalmente, así lo tiene contemplado.
Para hacer la revolución no hace falta pedirle permiso a nadie ni que se nos reconozca mediante un carnet o una bandera. Hace falta tener conciencia de clase, tener claramente identificado al enemigo y toda la vida dispuesta a entregarla, de ser necesario, por la construcción del socialismo.
El reto del presente nos obliga a la autocrítica, a la revisión de los errores y egoísmos; a la rectificación de todo cuanto se haya hecho mal y a concentrar nuestras fuerzas para el reimpulso de la Revolución Bolivariana.
No podemos seguir peleando entre nosotros mismos. Debemos identificar a los convencidos, a quienes expresan la conciencia de clase del proletariado y con ellos avanzar hacia la necesaria e irrenunciable construcción del socialismo. Si somos muchos o poquitos poco importa, lo que importa es que estemos convencidos de que el camino es éste y requiere de nuestra abnegación y sacrificio.