Si en algo coincide la mayoría casi absoluta de los venezolanos es que el gabinete de Maduro, para decirlo como Julio Escalona, "si lo sometiesen a consulta popular", escasamente alguno de ellos no saldría raspado.
Y eso lo dijo un hombre que "está echando el resto", no lo digo por la edad, sino el arriesgarse a chocar con mucha gente que ha estado cerca de él. Hasta alumnos, en el sentido más amplio de palabra, han sido suyos. Podría ser que a alguien, poco predispuesto a la autocrítica, ese reclamo le parezca tremendista, propio de aquel Escalona de los años juveniles y las luchas guerrilleras y aproveche para poner piedras y troncos en los rieles. Pues más de uno que se sabe señalado, sin necesidad de la imprudencia e indelicadeza de apuntarle con el dedo, lo que no sería nada de malo, dada las circunstancias, pudiera valerse de algo, de una varita mágica, polvillos sutiles pero eficaces, unos servicios muy puntuales, merecedores de agradecimiento y mantenerse en secreto y hasta una relación muy estrecha, para hacer que la seña se devuelva.
Cuando Escalona habló y pidió de manera angustiada ¡Soluciones ya!, entre tantas cosas, además dijo: "No permita que los medios públicos continúen censurando a los que nos atrevemos a expresar estas ideas y llevan superficialidad al pueblo con simples consignas, convirtiendo en islas las palabras de aquellos que nos permitimos hablar francamente. Son ejemplares programas como los de Walter Martínez, Los Roberto, Pérez Pirela, Boza con Valdez, como era el de Frasso antes de que lo cerraran…", lo hizo como aquel mismo muchacho que dentro de AD se alzó contra los "bueyes cansados" y la maquinaria que estaba apropiándose del país. Sólo que aquella vez no hizo exclusiones con gente del gobierno, como que hasta Luis Beltrán Prieto, Paz Galarraga y la gente del grupo ARS también llevaron lo suyo. Por supuesto, el primero fue Betancourt.
No. Ahora Escalona, con más experiencia, más mesurado, hizo sus excepciones, no incluyó en su denuncia personajes hasta claves, en la cual le faltó la palabra banal a unos programas. Por cierto, entre los que no aprobó, por lo menos no lo hizo de manera pública, está "Con el Mazo Dando". Claro tampoco con el de Mario Silva, sabrá Dios por cuáles motivos. "Los Roberto", de los "programas ejemplares", según la experta evaluación de Julio, gente inteligente y muy repleta de libros, agradeció el gesto invitándole a su programa de este reciente domingo.
Claro, se sabe que hizo excepciones porque en veces hay jugadas que uno se ve obligado a hacer, como aquella del dominó de salir de la "cochina", lo más pronto posible para hacer un cuadre y no la tranquen.
Pero este humilde escribidor que aprecia y respeta a Escalona, aunque nunca hemos visto personalmente, se sintió contento y medio redimido. Por lo menos en cierta medida se hizo eco de nuestros reclamos hasta donde le permiten sus convicciones y circunstancias.
Haberle pedido al gobierno ¡Soluciones ya!, de esa manera, es como cuando de jóvenes nos poníamos a gritar en medio de la calle y bajo una lluvia de piedras lanzadas de un lado y el plomo que nos venía del otro, contra las desacertadas y hasta mal intencionadas políticas gubernamentales. Y también eso de reclamarle deshacerse de esa burocracia paralítica que le rodea, es casi lo mismo que uno viene pidiendo desde hace años. Claro, el no va a llegar hasta donde uno quisiera, pero lo que hizo es bastante y uno de nuevo, y por eso le aplaudimos. Eso sí, esperamos que él, hidalgo como es, no se deje bajear con falsos y temerosos halagos.
Después de Escalona vino la gente del PPT. No se atrevieron a reclamar lo que deben, siendo miembros del GPP, como que el presidente no tiene porque nombrarle a ese organismo coordinador cual si fuese aparato de gobierno como el Frente Francisco de Miranda, ni cambio de gabinete con la misma seriedad, contundencia como lo hizo Escalona, sino como quien cree estar molestando y metiéndose en lo que no debe. Tal es así que quien habló por ese partido del GPP, que si bien no tiene muchos votos si es una referencia meritoria, respetable y llena de valores, sólo se limitó pedir al presidente que "refresque" el gabinete. Algo así como el fanático de tribuna, que es sólo eso, un fanático en medio de una multitud, pide al manager cambiar al pitcher que, en el octavo inning, lo ha hecho de maravillas, pero lo percibe cansado, sus curvas no rompen como antes y a la bola comienzan a vérseles las costuras. Es posible que el manager sepa eso pero no tiene cómo hacer, porque no tiene en dónde apoyarse o alguien o unos cuantos del mismo equipo no lo se lo van a permitir. Pero en el caso nuestro, la verdad es otra, al pitcher, desde que comenzó, le están cayendo a palos, el más pendejo se le embasa aunque sea por bolas y en este caso, sus "curruñas" no tienen moral ni argumento para mantenerlo en juego. Y lo que es más, hay por allí, en los rincones de la banca, como olvidados, buenos lanzadores, pero sin formar parte de grupo alguno. Por eso, el reclamo, debe hacerse con contundencia, como lo hizo Escalona y valiéndose de méritos y hasta "charreteras". Quizás, por esto, ahora mismo, el presidente vuelve a hablar de renovar el gabinete y, tómese en cuenta esto, sin improntas como "Revolcón y Sacudón". Si el GPP habla como debe y para lo cual tiene derecho podría cumplir con las funciones para las cuales existe.
Pero el vocero del PPT, que no reclama los derechos del GPP a ser tomado en cuenta en el diseño de las políticas, lo que incluye hasta conformar el gobierno, lo que no quiere decir reparto de cuotas, que si las hay, por eso en buena medida estamos como estamos, a que se le respete como organismo supremo de la alianza, se limita a pedir un simple refrescamiento y se le incluya a ellos en los puestos del gabinete. Esos pitcher pudieran estar cansados, es posible por tanto tiempo en eso, pero la verdad es que desde que comenzaron a lanzar no han mostrado tener algo en la bola. Más bien parecieran estar agotados de no hacer nada porque nunca han sabido por dónde empezar.
"¿Con quién vamos?" Preguntó el bonguero remontando el Arauca, sin dirigirse a nadie en particular, sino como una ironía. Nuestra voces se diluye en el desierto y los vientos que vienen en contrario las apagan o devuelven al sitio de donde salieron.