-"General, hemos venido a solicitarle, en nombre del pueblo de Río Caribe, que le dote de un manicomio"
De esa manera hablaron casi a coro los comisionados que fueron hasta Maracay, Bunker, como se dice ahora, del general de La Mulera, según ellos, en nombre del pueblo.
Según los carupaneros y pueblos circunvecinos, en aquel hasta como bucólico pueblo pariano abundaban los locos. Tanto que existía la creencia que había más que en ninguna otra parte, como Caracas y Maracay que tenían que soportar más de cerca al general Gómez. Este conocía al pueblo sucrense, había estado en sus correrías por allá y hasta estuvo preso en Carúpano, por eso también sabía de esa mala fama atribuida a los riocariberos, tanta era que se hablaba de "riocarilocos".
Cuando Gómez escuchó aquella solicitud y sabiendo de que cosa le hablaban, quienes supuestamente inventaron ese cuento, dijeron que el compadre de Don Cipriano, después de la interjección que según le era habitual:
¡Unjú!
Pensar un breve tiempo, manifestó:
"Mejor hagamos una cosa, tiremos una cerca alrededor del pueblo".
Con aquella ironía, verdadera o inventada, Juan Vicente Gómez, quiso decir que allí, en ese pueblo, en su creencia, todo el mundo estaba loco. Empezando por quienes en ese momento estaban frente a él.
Así, como calificó Gómez al bello pueblo oriental, estamos todos en Venezuela y no es para menos. La inflación o mejor la "híper" nos acoquina y no nos deja un momento de reposo. La falta de agua, las interrupciones en el servicio eléctrico, el deterioro del sistema de salud que hace de los hospitales, que deberían ser centros para recuperar la salud, justo el espacio para abandonar la vida, las amenazas de guerra e invasión, ahora los intentos de magnicidio y paremos de contar para no volvernos locos, hacen de Venezuela un espacio para hacer aquello que le propuso Gómez a la comisión que le fue a visitar desde Río Caribe. Pero no sería esta una cerca al estilo y con la intención racista de míster Trump con respecto a México, sino una para que los locos no se salgan y se pierdan en los caminos insondables e inciertos. Intenten recuperar la sindéresis y encontrar la ruta extraviada.
Las cavilaciones – no sé si es la palabra adecuada – anteriores surgieron por lo que me acaba de suceder con Movilnet.
-"Papá", casi me gritó mi hijo por el celular, "acaba de suceder una locura". Rió a carcajadas un breve rato y continuó hablando.
-"Cómo sabes, tal como usted, tenía varios días sin saldo y por supuesto sin posibilidades de llamar y de golpe descubro, sin hacer recargo alguno, por lo que sabes, que me pusieron la línea. Para eso y por eso te estoy llamando".
De eso habíamos hablado durante varios días. Mi hijo y yo estábamos sin saldo porque recargamos en el mismo sitio, el único conocido cerca de nosotros y allí hay que pagar en efectivo. ¿Y quién tiene para eso, sobre todo ahora con la subida de las tarifas? Intentamos hacerlo por el Banco de Venezuela, donde ambos tenemos nuestras cuentas y eso es algo como una "misión imposible", pues después de hacer todo, para afiliar el teléfono, hasta meter las coordenadas, nos sale una información según la cual "en este momento no es posible realizar esta operación". Es más, estábamos recibiendo casi dos veces al día mensajes de Movilnet invitándonos a consultar nuestro saldo y recargar. Los dos, porque de eso hemos hablado mucho, nos cansamos de pedir saldo para saber a qué atenernos y Movilnet no respondía a nuestra solicitud. Pese como ya dije, nos pedía pidiésemos el saldo.
Por eso, mi hijo, anoche estaba como loco a causa de esa sorpresa de tener línea sin haber recargado.
"¡Mira viejo!", me dijo mi hijo, "voy a colgar, pruebe usted llamándome, a lo mejor también le pusieron la línea". Y agregó, "el nuevo cono monetario pudiera, además de tantas cosas que nos pasan, habernos vuelto locos a todos hasta a Movilnet" y luego remató, "no es acaso una locura eso del magnicidio".
Después que mi hijo colgó, decidí atender su solicitud y marqué su número, con duda hice lo convenido, esperando saliese la voz de la dama diciéndome, "su saldo no es suficiente para esta llamada", pasaron breves segundos y la dama no me habló y de repente comenzó a sonar el tono de llamada. Repicó una, dos veces y hasta tres. Parecía que mi hijo se la estaba gozando. Al fin optó por recibir la llamada y en tono como de fiesta o de loco, me dijo:
-"Carajo papá también tienes línea". Hicimos algunos comentarios de la loquera que aquí acontece y aproveché para referirle aquel cuento relacionado con Gómez y Río Caribe y mi hijo hizo el siguiente comentario:
-"Bueno viejo, entonces, la oposición que está loca de metra, tanto que hasta entre ellos, después de las loqueras de las guarimbas, asuntos como el del fuerte Paramacay, aquel militar trepado en el techo de su casa armado de un arma de guerra, con la que amenazaba y retaba no se sabe a quién y por último lo del magnicidio, mientas no se percata de la hiperinflación y tantas calamidades que soportamos, hasta esto simple de cómo no conseguir pagar el teléfono y un gobierno que no pega una, en vez de estar pidiendo ayuda humanitaria y hasta invasión, lo que debería pedir para Venezuela es eso que ofreció Gómez a Río Caribe".
Si, le dije yo. Así nos quedamos todos los venezolanos atrapados y resolvemos nuestras vainas sin que nadie de fuera se meta. A lo mejor sale algo bueno.