Con su arcilla y su canto, le han raptado la libertad
"La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera."
(Fragmento de la Carta del Che Guevara a Carlos Quijano 1965).
En las pompas festivas de los carnavales caraqueños del año 1928, donde el disfraz sirvió de atuendo para algunos nuevos líderes que se perfilarían como protagonistas de la política pos-gomecista, y otros que nunca utilizaron disfraz alguno, y en el transcurso de las luchas contra la opresión y la explotación, dan la vida por una patria mejor, para las venideras generaciones, que en aquel febrero de celebraciones carnestolendas, irrumpen en el tropel de ideas juveniles, forjadas en el crisol del accionar revolucionario que comenzaba a dar forma desde las aulas universitarias a esa "arcilla fundamental", en medio del crepitar tormentoso de unas fuerzas represivas ahítas de violencia, tortura, prisión y muerte, lo que debía ser la lucha transformadora y liberadora de una Venezuela subyugada inmisericordemente, por la atroz tiranía que ha podido tener la Patria de Simón Bolívar desde los albores del siglo XX, mediados, y al final del mismo.
Entre aquellos jóvenes se encontraban connotados luchadores, entre ellos, ( los que no usaron máscaras, pero pusieron a prueba su valiente rebeldía), vale recordar: el joven José Pio Tamayo , gran humanista; precursor de las ideas comunistas por esencia, que con su verbo de poeta lee, en el acto de coronación de Beatriz I, (Beatriz Peña Arreaza) Reina del carnaval de Caracas en el año 1928, en el Teatro Municipal de esta ciudad, su poema "Homenaje y Demanda del Indio",
Sangre en sangres dispersa
Almagre oscuro y fuerte
Estirpe Jirajara,
Cacique Totonó,
-baile de piaches, rezo de quemas-
Soy un indio Tocuyo
Fue la más brutal represión lo que generó el significativo canto para la liberación del pueblo explotado y oprimido, salido de los trazos de su pluma, desde el alma y la voz de aquel insigne tocuyano, cuando en el poema se refería al rapto de la libertad por la que afanoso luchó hasta morir:
¡Cómo me acuerdo, Reina!
Temblando bajo sombras la amaba con angustias.
En mis venas corrieron los miedos por su vida.
Y un día me la raptaron.
Un día se la llevaron.
Desde los horizontes,
Allá donde hace señas de adioses el crepúsculo,
Vi encenderse los últimos luceros de sus besos.
Pero no, Majestad,
Que he llegado hasta hoy,
Y el nombre de esa novia se parece a vos.
Se llama ¡LIBERTAD!
Decidle a vuestros súbditos
-tan jóvenes, que aún no puedo conocerla-
Que salgan a buscarla, que la miren en vos,
Con este hermoso canto a la libertad, el joven combatiente revolucionario José Pio Tamayo, manifestó con decidido afán y espíritu patriota, la lucha por derrocar la cruel dictadura, lo que bastó para que la represión del tirano, diera por terminada la semana del estudiante, siendo José Pio Tamayo, al igual que otros valientes jóvenes, puesto en prisión bajo condena de muerte, tras siete años de cruel presidio, porque para él, no estaba en sus planes políticos la aspiración de deponer al dictador, para continuar con la opresión y el oprobio de la explotación del ser humano, era de los que, el Che Guevara, en postreros tiempos, diría: "llevan la revolución en el corazón para morir por ella y no en los labios para vivir de ella". Sin embargo, los trazos históricos que va dejando esa trayectoria, desde 1928, nos van revelando trágicos episodios, sellados con la marca funesta del desastre, que hasta 1999, los venezolanos pobres, tuvimos que soportar con el más abrupto y profundo pesar, marcados por el desprecio y la exclusión, el hambre y la miseria, la ignorancia y la opresión, el dolor y la angustia, por el sólo hecho de ser pobres, en un país inmensamente rico, donde el indio, el negro, el peón, el campesino, el ciudadano de a pie, el obrero de las fábricas, el joven obrero: campesino o estudiante, la mujer humilde y trabajadora: madre y ama de casa, no representaban más que piezas para mover el engranaje de la demoledora maquinaria, con la que el capitalismo salvaje tritura las concertadas esperanzas del pueblo, que nunca deja de cantarle a la libertad, con el canto profundo y sincero de José Pio Tamayo, como un inmenso río que se desparrama por la inmensidad de ideales que más tarde confluye con la canción necesaria del más grande de los cantores de América: Alí Primera, "El Panita".
Para reforzar este episodio de nuestra historia he tomado de fuentes hemerográficas las siguientes informaciones sobre el deceso del ilustre José Pío Tamayo:
MUERE PIO TAMAYO, PRECURSOR DE LAS IDEAS SOCIALISTAS EN VENEZUELA. SU POEMA ENCENDIÓ A LOS ESTUDIANTES EN 1928. PRESIDIÓ LA TOLDA ROJA EN EL CASTILLO LIBERTADOR.)
El 15 de octubre de 1935, a los pocos dias de haber salido de los calabozos del Castillo Libertador de Puerto Cabello (Carabobo), murió en Barquisimeto (Lara) el insigne revolucionario Pío Tamayo, precursor de las ideas socialista en Venezuela.
Pío Tamayo nació en el Tocuyo (Lara) el 4 de marzo de 1898. Su actividad entre peones y campesinos, la edición de periódicos rudimentarios y la creación de círculos de estudio, despertó las sospechas de los esbirros de Juan Vicente Gómez. Salió al destierro en 1922 y se unió a Gustavo Machado, Salvador de la Plaza y Eduardo Machado en las actividades revolucionarias contra el imperialismo y por la liberación de Venezuela. Participó en la fundación del Partido Revolucionario Venezolano y en las luchas de los trabajadores en Cuba, Panamá, México y Colombia: De regreso al país, en una de las raras ocasiones de "libertad" durante la dictadura de Gómez, tuvo una relevante participación en el acto de los estudiantes de coronación de Beatriz I (Beatriz Peña), en 1928. Su poema dio un contenido político al acto y fue reducido a prisión en el Castillo Libertador. En los calabozos se dedica, desde la "tolda roja", a divulgar las ideas socialistas, hasta cuando ya moribundo se le permite ir a morir rodeado de sus familiares en Barquisimeto. (Tomado del Diario Vea 15/10/14.
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