- Bolívar lo dijo: "el PUEBLO está en el ejército que lucha por la patria, el que ha conquistado de mano de los tiranos, porque además es el PUEBLO que quiere, el PUEBLO que obra y el PUEBLO que puede. Todo lo demás es GENTE QUE VEGETA, con más o menos malignidad, o con más o menos patriotismo: pero todos sin ningún derecho a ser otra cosa que CIUDADANOS PASIVOS". Y hoy en Venezuela, da dolor decirlo, hay mucho "pueblo" que vegeta y que es bien miserable; "pueblo" que todo lo ve desde la barrera, que no mueve una uña por la defensa nacional y la justicia, y es tal, que si alguien sale a defender los precios justos ese "pueblo" infame le ataca, le cae a coñazos y si puede lo mata. De modo que el verdadero pueblo está en los CLAP´s, en los colectivos (tan atacados), en la milicia, en las comunas.
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Ruperto (el agredido en una inspección) tiene derecho a decir todas cosas, porque él y esposa fueron atacados salvajemente por la dueña de un comercio que especulaba (golpes en la cara con sangramiento, destrozo en los lentes y celular,…), y en medio de agresión el grupo de camaradas que lo acompañaba comenzó a contactar a la SUNDDE, a la GNB’s, a la policía, a dirigentes del PSUV para que actuaran, y… hasta el día de hoy no se han reportado. Muchos no contestan el teléfono. Ayer también, Ruperto y su esposa se enfrentaron a un comerciante ladrón del centro de Mérida, y el tipo desafiante contestó que se buscaran la autoridad que les diera la gana para mearle los credenciales. ¡Así actúa la mayoría de los comerciantes!
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Donde usted se meta en Mérida encontrará la demencia incontrolable de la especulación, y todos los ladrones lo hacen muertos de la risa, y cuando se les dice que se les va a mandar un fiscal replican: "¡Mándemelo que le pondré camita y caramelitos y chuqui, chuqui, quedará contentico!". Lo dijo Freud: "Nadie ama más locamente a un especulador que los fiscalitos (¡que ni sus madres!)".
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Presidente Maduro y amigo Diosdado, ¡olvídense!: ni fiscales de la SUNDDE, ni GNB’s ni policías sirven para controlar el bachaquerismo y la especulación. El PUEBLO QUE SUFRE Y BATALLA considera que sólo los colectivos y la milicia junto con la entrega absoluta dirigida por las comunidades podrían enfrentar este pavoroso crimen, y además tendrían que hacerlo con mucho carácter y bastante poder de ejecución. Fíjense, ya las mafias que se llevan el efectivo en Mérida llegan a varios sectores de la ciudad poderosamente armadas.
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Una de las grandes maldiciones en esta guerra ha sido en muchos casos, falta de patriotismo y de conciencia soberana. De existir en todos nosotros un muy buen acendrado patriotismo, dígase en funcionarios, pueblo, SUNDDE, dirigentes del PSUV, policías, militares en general, aquí hace tiempo que se habría extinguido esta terrible maldición de la guerra económica. Mejor dicho, no hubiera durado ni un mes. Pero hay mucha abulia, desgano, dejadez, indiferencia en tantos niveles de nuestra sociedad. Demasiados seres en estado vegetativo como diría Bolívar.
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¿Será posible, ¡CARAJO!, que a estas alturas de esta guerra económica tan cruenta y larga, todavía existan ingenuos en el gobierno y el PSUV, en la ANC que no se hayan percatado de que existe una sibilina relación de amor intensísima entre ciertos fiscales (llamémosles FISCALITOS) y los comerciantes especuladores? ¡Dios mío!, basta ya de seguir siendo tan PENDEJOS, que es algo evidentísimo!!!!
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Cuando estos fiscalitos llegan a un local para inspeccionarlo, se produce una helada corriente eléctrica de acercamiento entre ese zorro del comerciante (todo argucias, falsas sonrisas y malas intenciones) y los arrobados fiscalitos que con sus tiernas y dulces ternuras solicitan la guía (que todas las falsifican y que no es prueba relevante de nada), el libro de ventas, la lista de precios acordados y el desempeño de la administración. ¡PENDEJOS Y MALDITOS BANDIDOS QUE NOS ESTAFAN!
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FREUD: Cómo le encanta a un comerciante especulador (sobre todo a los chinos), la presencia en su local de unos funcionarios o "líderes" para fiscalizar su negocio: ¡qué maravilla!, los reciben con bombos y platillos, los pasan a un área especial con aire acondicionado y poltronas acogedoras, les ACERCAN JUGITOS, cafecito guayoyo o express italiano (a su gusto), con empanaditas, rosquitas o galletitas rellenas de chocolate (importado) y todo, entonces se vuelven merodeos de frases huecas y excusas sobrentendidas; todo se vuelven miradas arrobadas, señuelos de besos y amores, coño que casi se entregan a un escarceo de subrepticios y dislocados manoseos en los que se dan cuenta de que se amaban con locura aún sin conocerse. A los que resultan fiscalitos de corazón, por lo general, los recibe la asesora legal del negocio que a veces es un adorable bomboncito, cariñosa y muy entradora. Departen, escuchan los fiscalitos las terribles confesiones de la situación por la que están pasando los mercaderes ladrones, quienes sostienen melosamente encontrarse técnicamente en la ruina, sin tener qué comer, endeudadísimos, a punto de suicidarse, y en cuestión de minutos se produce la desnudez total, y entonces los fiscalitos a punto de lágrimas se entregan en brazos del zorro, se entregan al ensueño de un espeso silencio, con una llorona congelada con todos los sobreentendidos acuerdos que luego se hacen a coro.
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Después, pese a la terrible situación que padece el comerciante según el cuento de arriba, todo se normaliza; se produce un grandioso armisticio, y los dueños del comercio hacen un gran esfuerzo por "facilitar" a los susodichos fiscalitos algunos productos y artículos muy difíciles de conseguir en el mercado. Por esta misma razón, los propios trabajadores de los comercios (sean supermercados, ferreterías, restaurantes o bares) refieren que no hay dos seres más parecido a Calixto y Melibea que el dueño de un negocio que especula y los fulanos fiscalitos.
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Olvídese querido amigo Presidente de la República y camarada Diosdado Cabello: Ni fiscales ni guardias nacionales ni policías sirven para dar la batalla contra la actual guerra económica. Eso debe entregársele, insistimos, enteramente a las comunidades, al poder organizado. ¿Qué pasa en muchos casos cuando el poder popular organizado se somete a que un fiscalito salga a dar la cara ante un comerciante ladrón?, pues que la mayoría de las veces acaban traicionando al pueblo, que dejan a la comunidad en la estacada. Que esos fiscalitos se ponen de acuerdo con los ladrones tras bambalinas y el pueblo queda jodido, y poco a poco la inflación, el acaparamiento y la especulación se tornan el pan de cada día.
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Esta ha sido una de las razones principales por las cuales la guerra económica se ha hecho tan prolongada y a la vez tan inderrotable, porque tanto el gobierno como las comunidades han dejado en gran parte la solución de este terrible problema a los fulanos fiscalitos que no aguantan el tiro de un combito con un saquito de harina, otro de azúcar o de café. Listo. Quedan ellos buchones y resueltos, y el pueblo vuelto mierda. Y eso es algo que lo sabe ya profundamente el pueblo, y por eso no confían absolutamente en esos mecanismos implementados desde los entes oficiales.
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Porque la verdad, es que una de las mayores tragedias en esta lucha contra la especulación y el bachaqueo, y lo repetiremos una y mil veces, es la enorme falta de patriotismo en muchos venezolanos. Falta de patriotismo en los entes oficiales, falta de patriotismo en algunos miembros de la GNB, en algunos funcionarios de la policía y algunos "dirigentes" también a quienes se les deja esta responsabilidad tan sagrada, nada menos que la comida le llegue a la familia.
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Parte de la solución posible a este terrible drama sería que la distribución y venta de todos los productos esté de una vez por todas en poder de los CLAP, y que se les vaya quitando la licencia a todos esos ladrones de los grandes supermercados, que de nuevo están volviendo al camino del terror de las interminables colas que, siempre van a facilitar el bachaquerismo, pues es imposible controlarlas.