La historia que no debemos olvidar (VIII parte)

Betancourt y su política oligárquica pro-imperial. Intentos de golpes. La corrupción. Surgimiento de la guerrilla.

Betancourt comienza a gobernar para las a roscas oligarcas y a cumplir su fiel compromiso con el imperio yanqui, quien le había instruido la forma y manera de gobernar a Venezuela, y es aquí, en este preciso momento, cuando se inicia el pacto del desastre en Venezuela, cuando el pueblo recibe la más cruel puñalada, en lo más endeble del propio efecto popular: el sentimiento patriótico y revolucionario, que venía agitando luchas, desde las glorias libertarias de la Independencia que dirigió el Libertador Simón Bolívar - rodeado por una inmensa constelación de héroes - que luego de un largo transitar libertario, de batalla en batalla, forjando con su espada redentora, el molde para hacer pueblos libres, "con la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma estabilidad política y la mayor suma de seguridad social" , sucumbe en Santa Marta, traicionado y expatriado por quienes fueron sus conmilitones; las heroicas luchas de "tierras y hombres libres" del General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora, caído en San Carlos (Cojedes), por la bala traidora, el 10 de enero de 1860 y después del batallar de todo un pueblo por más de cien años, como lo refiere Núñez Tenorio, "en un país de caudillos y macheteros, el 23 de enero cierra ese proceso y abre otro." Ahora es el despotismo contra la insurgencia revolucionaria, contra los hombres y mujeres que con sus luchas entonan el himno de la libertad y siguen siempre "el ejemplo que Caracas dio". Podría decirse que se inicia nuevamente la prosecución por parte de "La Democracia de la Decadencia" de la que habló Pocaterra en los años de la opresión gomecista.

Y así vemos al heroico pueblo de Bolívar, Sucre, Urdaneta, Pedro Camejo, Guaicaipuro, Josefa Camejo, Ana Soto, Juana La Avanzadora, y demás próceres de la Independencia, los héroes y heroínas sin nombres, de los infinitos soldados desconocidos, encarnando millones de voces por la libertad, como lo dijo el gran Túpac Katari, desde el Altiplano Boliviano, blandiendo el filo de las luchas revolucionarias, "¡...Me matan...! Pero volveré, y seremos millones".

Después de instaurado el nuevo orden gubernamental, la "democracia representativa", o en otras palabras el "Pacto de Punto Fijo", o mejor decir, el "Pacto del desastre", la vida política se hizo rutinaria, pero a su vez se convirtió rápidamente en el negocio redondo de una elite de políticos vagabundos y de algunos empresarios de distintos sectores, para quienes el Estado petrolero les asignaba inmensas prebendas que se convertían en fuertes oportunidades de enriquecimientos ilícitos.

La corrupción no tardó en entronizarse de manera sacrosanta en las esferas del poder adeco-copeyano del puntofijismo, que aquí describo con palabras de William Osuna: que bajo el gobierno de Rómulo Betancourt "comenzó el sisma de la corrupción, y que luego, Pérez y Lusinchi la exageraron y la perfeccionaron. Empresarios rapaces se enriquecieron". Es cuando comienza a instaurarse el sistema clientelista, medrador de los recursos del Estado, embaucando la conciencia social del venezolano, se populariza la expresión: "no quiero que me den. ¡Que me pongan donde hay!".

Brito Figueroa (1986) lo relata de esta manera:

"El Jefe de Estado, Rómulo Betancourt, no representa en el poder a la Nación venezolana sino que simboliza una combinación política sectaria y plutocrática, instituida para neocolonizar consciente al país. En la realización de este programa no vacila: para avalar los préstamos foráneos ordena extraer treinta y cinco toneladas del oro en barras depositados en el Banco Central de Venezuela y remitidas a instituciones financieras de EE.UU. Ese oro fue vendido posteriormente en el exterior en bolívares 140.000.000 (ciento cuarenta millones de bolívares)". (La Aristocracia del Dinero en Venezuela Actual (1945–1985).

Sin embargo, se presumía Betancourt, de ser hombre honesto y probo, que en una oportunidad, llegó a decir en uno de sus patéticos discursos, con su característica voz chillona: "Que se me quemen las dos manos, si para mi propio peculio, he tocado las Arcas del Tesoro Nacional" -¡Y SE LE QUEMARON!-. El 24 de junio de 1960 durante la celebración del aniversario de la Batalla de Carabobo, se produce un atentado en su contra, cuando se dirigía hacia el Paseo Los Ilustres, el atentado deja sin vida al jefe de la Casa Militar Coronel Ramón Armas Pérez, y al Presidente Betancourt le produce quemaduras severas en las manos y deformación del rostro y destroza el vehículo presidencial".

Los intentos de golpes y de insurrección contra Betancourt no cesan, como lo escribe Rafael Rossel,

"En febrero de 1961, controlada en gran medida la agitación de signo izquierdista, el 20 se produce la insurrección del Coronel Edito Ramírez en la Escuela Militar de Caracas. Ramírez censuraba a Betancourt por no ser suficientemente eficaz en la lucha contra el comunismo. El golpe ya había fracasado al día siguiente. En igual suerte, el 26 de junio se subleva en el cuartel "Pedro María Freites" de Barcelona el Mayor Luis Alberto Vivas Ramírez y los capitanes Rubén Massó y Tesalio Murillo.

En marzo de 1961, se reúne el III Congreso del PCV. En él se aprueba la tesis de la necesidad de un cambio inmediato de gobierno, aunque no una posición insurreccional. Se pretende lograr la renuncia de Betancourt, el cual en su oportunidad dirá: "ni renuncio ni me renuncian". (Pág. 31).

El 27 de Marzo, el Ministro de la Defensa anuncia el primer descubrimiento de un campamento guerrillero; ello ocurre en Turimiquire, Estado Sucre, a principios de febrero, y que luego se habían detectado grupos armados en La Azulita, Estado Mérida; en la Sierra de Coro, en el Estado Falcón; y en los estados Portuguesa y Trujillo. (Pág. 33).

El 9 de abril de 1961, hay manifestaciones en El Silencio con saldo de un muerto y diez heridos. Entre tanto, también se hacen agudas las diferencias entre los gobiernos de Cuba y Venezuela, al punto que el 11 de noviembre Betancourt anuncia el rompimiento de relaciones diplomáticas. Con esta decisión recrudeció la violencia en todo el país. El 26 de Noviembre un grupo de militantes de la Juventud Comunista secuestra un avión de la línea aérea Avensa, que partía de Maiquetía, y después de sobrevolar Caracas y arrojar volantes impresos, lo llevaron a la isla de Curazao. Fue ese el primer secuestro de un avión en Venezuela, primero también de una larga secuencia que se extenderá a lo largo de toda la lucha armada. A los pocos días el gobierno ordena el allanamiento de los locales del MIR y el PCV. (P 32)

HASTA LA PROXIMA ENTREGA.



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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