La guerra no es un juego

La prueba evidente de la estupidez de muchas personas es el invento de la guerra. Esta forma insensata de resolver las disputas y de exterminarse mutuamente solo se le ocurre a los seres humanos. Los "anímales salvajes", solo matan en caso extraordinarios, cuando practican la caza de otras especies para saciar el hambre. En el caso de los "animales superiores", denominados gente, es casi normal la exterminación entre ellos. Y digo estupidez porque no me viene a la mente otra palabra.

A través de la historia de la humanidad, desde la aparición del hombre sobre la tierra se han desatado miles y miles de guerras, con las secuelas correspondientes como son la muerte de millones de personas, mutilados a montón, ciudades destruidas, civilizaciones desaparecidas, millones de viudas y huérfanos y sobre todo, sentimientos de venganza. Lo peor, es que las guerras no han resuelto los problemas prioritarios, más bien los empeora como el hambre, la desolación, la pobreza y la mortalidad infantil. Las necesidades fundamentales del hombre tampoco se han solucionado las desdichas, como son la falta de vivienda, la carencia de escuelas, la ausencia de servicios públicos (agua potable, luz y servicio adecuado de aguas servidas), la atención médica y la desnutrición infantil.

No cabe duda, la guerra nunca ha solventado nada de lo expuesto anteriormente, simplemente porque la guerra en un negocio que la prepara, la financia y la declara los hombres de negocios, donde se invierten millones y millones de dólares para conseguir más millones y millones de dólares. Y para hacer la guerra necesitan de los pendejos, es decir, para que estos mueran por la causa de los ricos, es decir por el dinero, para que los millonarios se queden con la gran tajada.

Los estúpidos hombre ricos declaran la guerra y la llevan a cabo utilizando las peores máquinas terroríficas. Cada día los consorcios fabricantes de armas inventan nuevos artilugios mortales y su eficiencia se comprueba de acuerdo con la cantidad de muertos que provocan. Actualmente, no en el campo de batalla, sino en las ciudades donde lanzarán sus bombas, tantos tradicionales es decir las explosivas, o las químicas o las termonucleares. Las hay para escoger en el menú. Mientras ellos matan, otro ejército de científicos inventan medicamentos para que otros ricos los compren y para mantenerlos con vida en las clínicas privadas y lujosas. En cambio son los pobres a los que envían a morir en las conflagraciones y paradójicamente, son a estos a los que se les niega los servicios de salud. Después de la guerra algunos quedarán mochos, otros cojos, muchos tuertos y una mayoría con afecciones y traumas sicológicos por haber convivido con la muerte durante años. El premio será llamarlo héroe o veterano de guerra, le entregan una medalla sin ningún valor y lo despachan para su casa con alguna discapacidad, sin ni siquiera otorgarle una pensión digna.

Desdichadamente los comerciantes han inventado unos juegos fatídicos para familiarizar a los niños y a los jóvenes con la guerra y con la muerte, son los llamados "videos game" en los conocidos "nintendo". Para un chico no es nada nuevo ver un soldado descabezado producto de un misil, una ciudad totalmente destruida secuela de una bomba, cientos de muertos por disparos de ametralladora son parte de la dieta diaria de un chico(a). Esta inmundicia lúdica es lo que se vende a granel para que los jugadores, niños y jóvenes, se conviertan en asesinos virtuales, en seres insensibles ante la muerte de otros seres humanos. Estos menores son indiferentes ante la desgracia virtual de miles de seres humanos que él o ella asesina todos los días. Y todo esto ante la mirada satisfecha e insensible de sus padres, porque su hijo se entretiene con los juegos de guerra.

La guerra no es un juego, la guerra es una cosa seria y muy seria. Un grupo de venezolanos estúpidos piden a gritos la intervención militar de un país extranjero mancillar nuestra tierra. Parece que estos mentecatos no saben lo que es una guerra. No imaginan estar cerca de un pozo de sangre vertido por un hijo, un padre o un hermano, muerto por una bomba lanzada por el enemigo; tampoco tiene la capacidad de discernir sobre la posibilidad de que un misil le destruya su casa o la de su familia, con los respectivos familiares muertos. Si la gente se queja por las dificultades que está pasando por la guerra económica provocada por personas como el siniestro J. Borges, en alianza con agentes extranjeros, que pensará cuando encienda la luz y esta no ilumine porque la estación ha sido bombardeada, además no se sabe cuándo se repondrá el servicio; cuando abra el grifo para cocinar o bañarse y de la llave o de la ducha solo salga aire, porque el servicio está suspendido; cuando el dinero que tenga en la cartera no le sirva para comprar porque no hay alimentos; cuando mire por las calles de su urbanización pulular las ratas buscando los cadáveres de sus vecinos para que los roedores colmen su voraz apetito; cuando tenga que buscar en la proximidad de su casa un gato, una paloma y hasta una misma rata para saciar el hambre después de tener más de una semana sin probar un bocado. Hasta tendrá que beber agua de un pozo si es que el que el dios de la lluvia se apiade y envíe un poco del ansiado líquido. Como ve estimado lector, la guerra en una cosa seria.

El desgraciado de Almugre, pronuncia discursos alegres solicitando la intervención militar extranjera contra Venezuela y casi le pide de rodillas al presidente colombiano que invada a nuestro país. Lamentablemente eso de intervención militar no es más que un eufemismo para no expresar una declaración de guerra. Pero parece que los "nuevos próceres" como Duque, Borges, Uribe, Santos, María Corina, Ledezma, entre tantos, no recuerdan que una guerra se sabe como y cuando empieza, pero no cómo y cuándo termina. El expresidente Uribe parece olvidar que en Venezuela viven más de cinco millones de colombianos y que el resto de la población es venezolana (24 millones). ¿Sabe lo que podría ocurrir con sus connacionales en caso, espero improbable, de una conflagración entre Venezuela y Colombia? ¿Se dará cuenta el expresidente colombiano, que en un conflicto de este tipo, en nuestro país podrían quedar más de cinco millones de rehenes? Nadie sabe lo que podría ocurrir, en el caso negado de una guerra. Imposible predecir la reacción de millones de venezolanos ante una situación de conflicto entre las dos naciones. No estoy anunciado ni deseando nada malo en contra de los colombianos residentes en Venezuela, tampoco es una incitación al odio, penosamente, refiere un aforismo, "en la guerra y en el amor todo vale". Si algunas personas conocen lo que es la guerra son los neogranadinos, estos han vivido más de sesenta años en una pelea continua y sin sentido. No es justo, que ahora, cuando aquellos refugiados encontraron en nuestro país la paz anhelada, por empeño de la oligarquía colombiana traslade su maldita guerra a la patria de Bolívar.

La guerra es la acción más cruel que ha inventado el hombre, no para resolver los problemas humanitarios de los pobres, ni para velar por los derechos humanos, ni para afianzar la democracia, ni para restablecer los valores de la democracia, todo eso es pura basura de una retórica mediocre. Si quieren ejemplos basta buscar los videos y las páginas en los periódicos no comprometidos con el imperio, de lo que está ocurriendo de Irak, Libia, Siria, Yemen, Palestina, entre otros. Después de la guerra, la situación de esos países ha empeorado notoriamente pero las compañías petroleras, radicadas en los países de las potencias invasoras, se han asegurado de la producción y distribución de crudo barato, bien sea por los tanques petroleros y por los oleoductos. El único interés de los ricos es el dinero.

Y los países de Suramérica deben estar vigilantes respecto a las amenazas de Almugre. La visión de lo que está ocurriendo en Europa con los refugiados de África debe servir de experiencia, sobre lo que no debería ocurrir en Venezuela, si no quieren vivir las infaustas experiencias de Grecia, Italia, España. Alemania, Francia…cuando millones de despatriados de la guerra buscan en otros países la solución de sus problemas. La guerra no es solución de nada y tampoco es un juego, la guerra es algo muy seria y nefasta.

De momento nuestros enemigos son los comerciantes apátridas, los propietarios de los supermercados, clínicas, colegios y otros negocios. Sus dueños están empeñados en acabar con la paciencia del gobierno y la de los consumidores, así mismo con los salarios de los empleados. Les recuerdo, que la paciencia tanto del gobierno como de los consumidores y la cartera, tienen un límite y los mercachifles correrán con los resultados de sus mezquindades. Esto no es una amenaza sino una advertencia porque la historia está llena de exhortaciones y consecuencias, unas buenas y otras reprobables. Bien lo expresó el Libertador en carta a Estanislao Vergara en 1829: "No es lo mejor lo más bueno si no hay posibilidad de hacer ejecutar lo que se intenta". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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