Que la Paz sea con Nosotros
Ha llegado la navidad, lo que siempre nos ha proporcionado un ambiente fraterno, con aires de armoniosa esperanza que nos anuncia la llegada de la gran fiesta, que la tradición religiosa ha convertido universalmente en el festejo más importante para la humanidad, que ha sido influida por el ascendente religioso del cristianismo, por tratarse del nacimiento de Jesús de Nazaret, que se ha convertido la figura de mayor relevancia en la historia de la humanidad, desde el punto de vista religioso, que ha logrado congraciar a la humanidad, incluso, de cierto modo, a los no creyentes.
Sentimos y entendemos la fuerte crisis que estamos viviendo los venezolanos en estos momentos, pero sin embargo, tenemos una particularidad muy peculiar y, es que no nos amilanamos ante las adversidades, porque siempre sobreponemos nuestras voluntades y forjamos esperanzas de poder resistir con valentía y el entusiasmo, que se trasmuta en alegría y emociones positivas hacia un horizonte de optimistas perspectivas, por encima de las vicisitudes que confronta nuestra patria Venezuela, en la actualidad.
A pesar de tantos altibajos y desigualdades sociales que confrontan en este momento, los pueblos del mundo, sin embargo los habitantes del Planeta, de alguna u otra forma ponen de manifiesto su esencia humana y se aprestan a celebrar de cualquier manera, de acuerdo a sus condiciones de vida social y salud, para manifestar su espiritualidad en el instante festivo, celebrando, compartiendo y departiendo sus vivencias circunstanciales, hasta consigo mismo, en el peor de los casos, reflexionar, divertirse hasta donde sus principios y posibilidades se lo permitan, elevar plegarias al cielo por la paz del mundo, por el cese a la violencia, para que el esclarecimiento de las mentes de los gobernantes, y puedan hacerse los cambios que los pueblos reclaman con justo clamor, y pueda surgir un alto a la insensatez chocante que afecta el desarrollo social de los pueblos hacia su auténtica libertad.
La navidad es el momento propicio para la manifestación de virtudes altruistas, donde debe manifestarse el reflejo humanista, que permita amoldar la sutileza mágica de las fuerzas positivas, encausadas por la fe, que de algún modo, independientemente de las condiciones sociales, del credo religioso, y la creencia cierta en los valores y principios, acompañada de la esperanza que a diario con apremio cultivamos, con la avidez de recoger los frutos del encuentro enaltecedor de nuestra espiritualidad.
También es tiempo de practicar la solidaridad como acercamiento a la revalorización de nuestros propios principios y a la reconciliación fraterna, por encima de los odios y rencores para lograr reencontrarnos como seres humanos, por ser producto de la misma especie y el mismo origen.
Es cierto, que en el tiempo hemos ido perdiendo sentimientos, que forjan el fervor humano de nuestra existencia, radiante de luz y amor, para la sana convivencia, que es la fuente de energía que da la vida, para la consolidación fraterna de los seres de buena voluntad.
Realmente nos hemos ido desprendiendo casi sin darnos cuenta, de los más elementales valores naturales, nuestras raíces, la real esencia del sentido de la unidad familiar, como parte integral y fundamental de la sociedad, el sentido común hacia el estímulo colectivo, el respeto y la admiración de esa sabia y maravillosa pluriversidad llamada naturaleza para entender que no somos la única especie dentro del inmenso entorno pluriversal, y poder comprender que apenas somos una ínfima parte del eslabón de la cadena biológica que conforma el contexto evolutivo, sin olvidar la importancia de la humanidad en el desenvolvimiento cósmico natural, que hasta el momento no hemos sabido valorar con certera consciencia.
Ojalá que el abolengo tradicional navideño en el que ya estamos, nos ayude a reajustar reflexivamente nuestra forma de pensar y sentir y ver con claridad el norte que nos debe conducir hacia un futuro promisor, con la fortaleza moral que requerimos para la revalorización de los principios fundamentales inmersos en el desarrollo de la continuidad de la vida en todas sus manifestaciones, y los objetivos que deben regir la conducta social, en medio de tanta complejidad e incomprensión, para salir airosos de la crítica situación en que vivimos los pueblos en los actuales momentos.
Tal vez en estas Navidades nuestros gobernantes puedan entender que como seres pensantes y razonables deben deponer actitudes arribistas y autoritarias, que en nada ayudan a salir de esta situación, que con un mínimo de humildad se puede construir un futuro digno, siempre que se le dé oportunidad al pueblo llano, de ser oído y ayudarlo para que sea protagonista real de su propia historia, que es una manera expedita para lograr la verdadera rectificación política, que nos conduzca a corregir los errores y debilidades y enaltecer nuestras fortalezas como Nación.
Que la navidad sirva para la reflexión, y ojalá sea provechosa para la reconstrucción de la paz, la reparación moral, ante tanta corrupción que arruina, sobre todo a los más pobres y se haga realidad el fortalecimiento del juicio social, psíquico, espiritual y moral de los pueblos.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!! … QUE LA PAZ SEA CON NOSOTROS.