En Venezuela la disputa entre las fuerzas: opositoras y chavistas; no sólo se da a nivel de acciones concretas. Vale decir a la disputa en las calles, la acción directa, las movilizaciones, sino que también esta disputa se da en la superestructura -en términos marxistas- en las pulsiones revolucionarias y contrarrevolucionarias que expresan el nivel de ideologización que han alcanzado ambas tendencias. Vale decir, la determinación, la decisión de defender sus creencias y convicciones; sin importar a veces: cuán redituable puede ser ya en el plano material lo que se obtenga, sino cuán intactos puede estar lo ideales que inspiran a actuar.
Ésta es una de las razones por las que muchos no se explican por qué hasta el día de hoy Nicolás Maduro no cae. Y la verdad es que más allá de la solvencia con la que su gobierno venezolano ha neutralizado las diferentes intentonas -cuando para la opinión pública conservadora ya tenía los días contados- por sacarlo de Miraflores no han prosperado; lo que también ha impedido que eso suceda, es por el grado y nivel de politización con la que el chavismo ha manejado todo intento desestabilizador. Es más, se me viene a la memoria el golpe del 2002, cuando el ex comandante Chávez fue derrocado; en menos de 48 horas fue restituido por la fuerza del pueblo chavista, que de las barriadas pobres de Caracas salió a poner el pecho ante los golpistas, y restituyeron a Chávez al palacio de Miraflores.
Lo mismo ha sucedido el pasado viernes 23 de febrero, cuando se montó todo un escenario; muy bien mediáticamente montado con el concierto "Live Aid Venezuela", que sirvió para ganarse simpatía de la opinión pública internacional, con un sensiblero señuelo de la "Ayuda Humanitaria"; pero que ni así sirvió; ni para lograr el objetivo de meter la "ayuda", ni tampoco para convencer de la existencia de la crisis humanitaria. Ciertamente que más que crisis es una "Guerra Económica", y de la que los venezolanos; más allá de las simpatías o no con el gobierno no cayó en el engaño.
Lo que hoy está atravesando Venezuela con lo apagones de luz, no son sino la continuación de una guerra librada; ésta vez en el frente de la provisión de los servicios públicos, como es el de la energía eléctrica, que tiende a generar un caos y descontento por un servicio tan elemental, pero que hasta ahora parece que el apagón del fin de semana vaya apagar el ímpetu de los venezolanos; no de defender a Maduro, sino que apaguen la luz, la lama de los venezolanos de no dejar que los EE.UU., se apropien de su petróleo, sembrando para los hijos de Bolívar "muerte y miseria, en nombre de la libertad"