Viernes, 19 de julio de 2019.- Nosotros aquí en Venezuela, como en la mayoría de los países del mundo, desarrollamos un argot propio para describir las cosas, los fenómenos que nos van pasando.
Nos basamos en los deportes, en las actividades que realizamos y muchas veces en frases de moda, propuestas al boleo e impuestas por el uso constante.
Para una generación de los que aquí vivimos el boxeo solía ser parte de nuestra vida diaria, estábamos llenos de campeones y de prospectos que dinamizaban este llamado deporte y lo hacían parte de nuestra vida.
Antonio José, un viejo amigo, es el campeón, el que yo conozco, en el uso de estos modismos, de verbo fácil y lengua afilada, solía, tenemos tiempo que no nos vemos, hacer afirmaciones lapidarias como la que encabeza esta nota.
Hace años me repetía incansablemente que Maduro estaba técnicamente caído, ya cayó Luis, está listo, y el hombre sigue mandando, sigue en Miraflores.
En el boxeo seguramente hay una clasificación para este tipo de boxeadores, que aparentan estar derrotados, pero que a la hora de las definiciones sacan barajas de la manga, en este caso de los guantes.
Estar técnicamente caído implica perder la habilidad de ejercer el poder y de controlar la vida pública, de manejar el aparato del Estado y determinar hacia donde debe dirigirse el país, su presente y su futuro.
Implica que no te crean, implica perder el impacto sobre la población y un creciente descrédito en la opinión pública.
No estamos en esas condiciones, pero nos acercamos a ellas peligrosamente.
La mejor forma de obviar el estar técnicamente caídos es mejorar la eficiencia y la eficacia en el ejercicio del gobierno.
Menos charla y mas y mejores resultados.
