Domingo, 10 de noviembre de 2019.- Interpretar la realidad, conocerla, pasa por la lectura que de ella tenemos.
Decían los primeros revolucionarios, analíticos, estudiosos, que no se trata de analizarla sino de cambiarla.
En una hermosa tarde en las orillas del río Apure, en San Fernando de Apure, capital del mismo estado, hablando con un maestro de la zona me explicaba ante la majestuosidad y fuerza de este potente río que fluye brioso, ah y si no lo conoce, no deje de hacerlo, me razonaba que realmente lo que estábamos presenciando podría servir de explicación a como vemos la vida, a la aproximación que de ella tenemos, a nuestra visión de la misma.
Nunca vemos el mismo río.
Eso decía este maestro, quien por cierto nunca ha ido a Caracas, ni pasó por la universidad, es un brillante y gran autodidacta, una luz en el llano.
Y si lo pensamos cuidadosamente, es verdad, como dijo un filósofo antiguo, nunca vemos el mismo río, la vida es un constante fluir y la visión estática, el concepto de que las cosas son de una determinada forma y ya, que solo obedece a principios y bases inamovibles y punto, es limitada y reduccionista.
Al contrario, todo fluye, todo se transforma, nada es estático, la vida es un constante pasar, un eterno fluir, una sucesión de eventos que al repetirse constantemente los consideramos como fijos.
El río existe, está ahí y como la vida se mueve, es lo que vemos, su movimiento es constante.
Bajo esa premisa y otras mas, se desarrolló la visión dialéctica de la realidad que nos circunda, donde, de nuevo, todo fluye, trasciende, se desplaza, se mueve, lo único estable es el cambio.
Donde la realidad se repite de forma tan constante que la consideramos como fija, asumimos que como siempre ha sido así, no se puede cambiar, craso error.
Buscando la explicación didáctica de esta visión del mundo, los que se dedicaron a su estudio a través de la historia, que también fluye, crearon una serie de esquemas teóricos que nos permiten acercarnos con cierto orden, con cierto rigor, a esta visión dinámica de la ciencia, de la vida, opuesta a la de los estatistas, a los conservadores, a de los que piensan que los principios inmutables han regido, rigen y regirán siempre la vida de los humanos, principios universales, que siempre han existido y existirán y están absolutamente arraigados a una visión estática de la existencia.
Un esquema inicial al que necesariamente debemos familiarizarnos, si nos interesa esta concepción dialéctica, es el de Tesis, Antítesis y Síntesis.
Donde simplificando el esquema: Tesis es lo que es, Antítesis es lo opuesto y Síntesis la unión de ambos.
Ampliable y discutible.
Por otro lado, se crearon con el objeto de graficar su dinámica, una serie de postulados y leyes, que pudiésemos llamar las tres leyes de la dialéctica:
I- La negación de la negación.
II- La interpenetración de los contrarios y
III- La transformación de cantidad en calidad y viceversa.
Las cosas son como son, como siempre han sido y como siempre serán, hay diferencias entre los seres humanos y entre las clases sociales, así son las cosas porque Dios lo quiso así, el orden divino se reproduce en el orden humano.
Hasta en el cielo hay diferencias: ángeles, arcángeles, querubines y serafines, solía casi recitar, decir repetidamente una tía abuela, trasmitiendo valores y visiones del mundo que han pasado de generación en generación.
De acuerdo a esa óptica los cambios que se presentan en la historia de la humanidad no son mas que la afirmación de lo que es, de lo que siempre ha sido.
El eterno retorno de lo idéntico, el perro mordiendo su cola, el humano sin detenerse, se repite a si mismo.
En medio de la locura que nos ha tocado vivir, de la crisis en la cual estamos inmersos es saludable recordar que la vida es un constante fluir y que nada es eterno, solo los cambios.