Visito en el hospital a mi amigo Juan Veroes

  1. Prepararse para una muy delicada operación (de seis horas), es como pagar un viaje costoso de ida y vuelta al infierno con un retorno casi siempre en pico de zamuro. El paciente se despide ante las luces de las grandes lámparas, ante los avisos del anestesista, ante las batas blancas que deambulan por una sala que huele a diablos…, dice adiós, chao, y el resto no se sabe… Quién pudiera llevar un diario minuto a minuto de uno de esos viajes…

  2. Hoy domingo, 24 de noviembre, me dirijo al Hospital Universitario de Los Andes (HULA), donde mi amigo Juan Veroes se encuentra recluido en la habitación 41 del cuarto piso, a la espera de una intervención quirúrgica en la laringe. Mi amigo tiene un tumor cancerígeno que debe ser extraído urgentemente, y la operación se hará mañana lunes. Hace tres meses el doctor Valderrama, conocido oncólogo de la región, le dijo que le quedaban seis meses de vida si no se operaba. Hay que tomar en cuenta que el HULA está bajo la dirección de un gobierno de oposición, el cual tiene un sentido capitalista de la medicina…

  3. Salgo de mi apartamento a las 9 de la mañana. Cruzo a pie El Enlace, en dirección a la Avenida Andrés Bello, en un día esplendorosamente claro y fresco. En el Centro Comercial Milenio hay agites navideños y un poderoso altavoz estremece el lugar a cien metros a la redonda. Me instalo en la parada a la espera de la buseta que va a la 16 de Septiembre.

  4. Me quedo en la parada que va al HULA. Tomo una calle plagada de tarantines con multitud de venta de almuerzos rápidos, empanadas y pasteles. Ya cerca de la descomunal mole de hormigón, cilíndrico, hay seres que deambulan con noticias trágicas. Hay un tipo que en medio de la acera arregla zapatos. He venido a este lugar tantas veces en la vida a visitar enfermos desahuciados …

  5. A veinte para las diez de la mañana, subo al cuarto piso y comienzo a revisar salas a lo largo de un enorme semi-circulo con sombras que vagan con bolsas en las manos, unas de esas bolsas pueden ser orines o plasmas... Aquello en parte está desolado: gente en paños menores echados en una cama, y familiares y amigos sentados como pueden en algún trasto. No estaba Juan en la habitación 41, y me asomo por una ventanilla de la habitación 42 y allí lo veo arropado en una cama. Está solo en un amplio salón junto con otras tres camas de hierro destartaladas y sin colchón. En el suelo tiene una maleta pequeña y dos cajas que contiene los insumos para la operación; todavía faltan unos doce insumos más. Nos abrazamos y nos ponemos a conversar, él se coloca en la boca una mascarilla.

  6. A las diez y media, llega su esposa Ana Olivares junto con un amigo de Juan de nombre Dostor, viejo compañero de lucha. Dostor acababa de donar sangre para la operación de Juan. La esposa de Juan traía unas frutas, se abrazan con alegría y devoción. Me entero que el Banco Central de Venezuela, a través de la Cancillería, hizo un aporte de unos 65 millones para la operación de Juan, pero en la clínica privada esto apenas cubre la mitad de la operación. Me pongo a leer el presupuesto de la operación emitido por la clínica privada y la ristra de detalles que hay que pagar es demencial. Por ejemplo, se exige un pago consistente en 350 mil bolívares diarios por comida durante siete días, cuando evidentemente el paciente tendrá dos días en los que no podrá ingerir alimentos, y después acaso si podrá ingerir una sopita. Y así por el estilo todo lo demás.

  7. El HULA está literalmente desmantelado: todos sus laboratorios y aparatos en ruina total. No ven médicos ni enfermeras. Juan me dice que en los días que ha estado allí recluido no le han dado ni agua ni jamás ha visto a un médico. Que a las seis de la tarde cierran las puertas de aquel descomunal monstruo y todo queda en tinieblas. "-Estoy aquí – me dice Juan- muriéndome a crédito…". Paso al baño, el cual encuentro limpio y sin malos olores: hay una enorme cortina de plástico que cubre una regadera pero con las llaves troceadas o sin mariposas, y se pueden ver las paredes carcomidas…

  8. Para completar, ya la operación no podrá hacerse mañana. Me consta de los enormes esfuerzos hechos por médicos muy preparados de Mérida, como lo son el doctor Ramón Nieves y Denis Gómez, quienes están haciendo denodados esfuerzos por conseguir todos los insumos para la operación de Juan, pero hoy todo resulta tan costoso y complicado, reunir todos los implementos para una operación que debe durar seis horas.

  9. Físicamente noto a Juan bastante bien. Su disposición de ánimo de muy buen humor, echador de broma como siempre, con esas ganas enormes de vivir y echarle bolas a lo que venga. Su gran problema es la dificultad para hablar y una tos que en ocasiones es terrible. En mayo pasado, cumplió 79 años, y se siente con ánimo de llegar a los cien y pasarlos en regla: "- Hice lo que pude; he hecho lo que he podido", me dice y sonríe...

  10. Juan ve largo los días por delante, porque al parecer si no lo operan este lunes, para el próximo ya el quirófano estará comprometido para otra operación, ya pautada desde hace tiempo. Luego vendrá diciembre y todo será más lento o más complicado.

  11. Me despido. Nos abrazamos …



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2916 veces.



José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

Visite el perfil de José Sant Roz para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: