La experiencia y la historia nos enseñan que los monárquicos, los aristócratas, los burgueses y los capitalistas durante muchos siglos no aprendieron nada. Los representantes de dichas clase sociales, en todos los continentes, de alguna manera influyeron o participaron en diversas formas de gobiernos, bien sea monarquías, colonias, protectorados, imperios, dictaduras y las democracias burguesas, todas estas inventadas por los adinerados, solamente para mantener los privilegios. En un principio se estableció la gran alianza entre la clase monárquica, la militar y la religiosa (el clero) para perpetuar el statu quo donde imperaba, en las primeras, la explotación de los jornaleros y los pastores, casi a nivel de esclavitud.
Han pasado miles de años y los adinerados no admiten que sus privilegios se pierdan, por eso inventaron e inventan nuevas formas de gobierno hasta llegar a lo que hoy se conoce como democracia burguesa o neoliberal. A pesar que los latifundistas, propio del feudalismo, no han desaparecido del panorama económico, hoy surgen nuevas maneras de explotación. Ahora no son los jornaleros y los pastores, pero si los obreros los atropellados. Una vez eliminada la esclavitud, no por criterios humanitarios sino por no ser rentable, surge, con la industrialización la explotación de los obreros, la explotación del hombre por el hombre, pagándoles sueldos miserables.
Por fortuna para los capitalistas, la democracia burguesa con la moderna tecnología y el manejo de las finanzas germinan nuevas formas de hacer dinero, no basada en el trabajo de los burgueses, porque nunca trabajaron, sino en el robo descarado. Pareciera que la economía es una especie de juego de monopolio. Este esparcimiento financiero permite la comisión de crímenes desde los menores hasta los colectivos. En esta moderna democracia neoliberal son los bancos, las entidades financieras, las industrias globalizadas y los consorcios fabricantes de armas los que controlan los gobiernos. Así mismo, los tribunales de justicia y la policía, los políticos, los parlamentos, los presidentes, los primeros ministros hasta los pocos reyes que quedan, son lacayos de grupos capitalistas, poseedores de enormes fortunas. Pareciera que esto nunca terminará dado que los explotadores se niegan a renunciar a sus inmunidades.
Aunque no está contemplado en ningún código y mucho menos en un tratado internacional, los sueños deben ser un derecho. Los miserables, hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos y ancianas sin nada, tienen derecho a soñar que pueden comer tres veces al día, que viven en una casa con modernas condiciones sanitarias, que un médico les puede tratar sus dolencias, que pueden asistir a una escuela y a una universidad, además, una vez adulto, conseguir trabajo digno con un sueldo que le permita existir con calidad de vida. La última estadística de la CEPAL (Comisión Económica para la América Latina) nos habla de seis millones de pobres en la región, seres humanos que viven en la nadería absoluta. Mientras tanto los gobiernos gastan millones de dólares fabricando armas, viajando hacia el espacio, destruyen millones de hectáreas de tierras fértiles para que las grandes corporaciones agroindustriales se hagan más ricas, pero no cultivando alimentos para calmar el hambre a los más pobres. Millones de estos desaparecerán por la falta de sensibilidad del prójimo enriquecido.
En todas las épocas y alrededor de toda la geografía del planeta los poderosos se niegan a perder sus privilegios, es decir, hacer grandes riquezas explotando a los obreros, esclavizando a los seres humanos, robando la materia prima ajena, invadiendo territorios, matando a mansalva los pueblos originarios, apoyando grupos terroristas, lavando narco dólares, envenenando el ambiente, expropiando territorios, en fin son muchas las atrocidades cometidas por los capitalistas para abultar sus cuentas bancarias. Lamentablemente los señores del dinero parecen olvidar una de las leyes de Newton: "el principio de acción y reacción". A cada acción de la derecha internacional del capitalismo globalizado siempre aparecerá una reacción y una de esta se conoce con el nombre de REVOLUCIÓN.
La revolución es la respuesta de los pueblos a la opresión. Quizás no es fácil dar una fecha para predecir la reacción de los pueblos pero la historia nos enseña que ningún imperio perduró, ni tampoco ningún gobierno absolutista de la derecha se mantuvo en el poder por la eternidad. Parece que los actores del capitalismo olvidaron de la Revolución Francesa, la revolución haitiana, la revolución Xinhai que llevó el colapso de la dinastía imperial Qing en China, la revolución de Simón Bolívar, la revolución comunista China, la revolución islámica iraní contra la dinastía Reza Pahlavi, la revolución cubana, la revolución Rusa entre tantas que registran la historia de los pueblos. En todas estas acciones hay algo en común: un pueblo oprimido y un gobierno opresor regentado por una casta criminal dominante, poseedora de mucho dinero.
La burguesía también inventó la democracia, con la certeza que mediante una acción llamada elecciones la clase despótica de toda la vida se podía eternizar en el poder, para esto bastaba mantener dormido al pueblo. Está comprobado, según ellos, que sin importar si las promesas electorales se cumplían o no, bastaban dos partidos para que se alternaran en poder. Mediante este mecanismo diabólico, por muchos años, se malversaron los dineros públicos, se robaron el erario público y entregaron las riquezas del país a compañías extrajeras, hoy globalizadas. No cabe duda, por mucho tiempo la gente se mantuvo como hipnotizada, para esto contaban con la prensa comprometida con los dueños del dinero, la mass media, los jerarcas de las iglesias siempre aliados de quienes ostentan el poder, los dueños de las agencias publicitarias y hoy por hoy, de las redes sociales.
Es imposible mantener dormido los pueblos por una eternidad. Los políticos de la derecha podrán mentir cinco años, veinte años, pero no toda la vida. En algún momento el pueblo despertará y este se dio cuenta que utilizando las mismas armas de la burguesía lograría salir de los gobiernos opresores. El primer político que demostró que si se podía fue el chileno Salvador Allende, quien intentó, después de ganar las elecciones, desarrollar un gobierno socialista en el país sureño. Craso error, el gran capital no permitió tal aspiración. Ya, antes de las elecciones, las fuerzas oscuras del capitalismo se movieron y después de ganadas, derribaron el gobierno y asesinaron al presidente Allende. Esto mismo ocurre con los gobierno progresistas de izquierda que llegan al poder por la vía democrática. Quizás no por la misma vía como en Chile, sino mediante otras técnicas que aseguren que el presidente elegido no continuará en el poder. Lo comprueba lo que hicieron con el presidente Zelaya, Lula, Dilma, Cristina, Correa, luego con otros, quienes llegaron al poder por vía democrática. EEUU, la OEA junto con sus aliados de la UE propiciaron golpes de estados, golpes parlamentarios, la judicialización de la política, hasta el magnicidio, tal como lo concibieron contra el presidente Hugo Chávez para evitar los éxitos de gobiernos socialistas.
El descaro de la intervención extranjera (EEUU) en alianza con la OEA, fue el golpe de estado contra el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, después de triunfar en las elecciones por más de diez puntos. Tanto los golpistas, como los agentes extranjeros, así como el arrastrado de Almagro, no encuentran excusas valederas para justificar el golpe de estado. La razón existe pero no son capaces de expresarla. A Evo lo derrocaron por indio, por socialista, por haber levantado la economía boliviana, por nacionalizar las industrias en manos de las empresas privadas. Tampoco le perdonan los racistas incluir en su gobierno y en el congreso hombres y mujeres, representantes de los pueblos originarios. Definitivamente las democracias para el capitalismo está condicionada, solo es posible si cumple con los preceptos de los dueños del dinero.
Por fortuna los pueblos se despiertan del largo sueño. Los pueblos originarios bolivianos se despertaron y no se dejarán arrebatar, no los privilegios, sino los derechos que bien se merecen y conquistados con el gobierno de Evo Mortales, los mismo que les fueron confiscados por más de quinientos años. Los pueblos originarios del Estado Plurinacional de Bolivia tienen más de quince mil años en las tierras del altiplano y de la selva, en cambio los herederos de los españoles no tienen ni seis siglos ¿quién tiene más derecho sobre esas tierras del Tahuantinsuyo, los criollos, o los herederos de los quechuas, de los aymaras y de los guaraní? Para el mantenimiento de la paz y orden mundial no debemos olvidar las palabras de la política irlandesa Mary Robinson (1944): "Las violaciones de los derechos humanos de hoy son las causas de los conflictos de mañana". Lee que algo queda.