Jueves, 12 de diciembre de 2019.- Hace unos años en una hermosa zona, entrando a la ciudad de Mérida , bajando por la vía del páramo, la llaman Vallecito, mi amigo Armando, cineasta, pintor, hacedor de cosas, mientras me mostraba un estudio construido por el mismo, donde fungió de hecho como arquitecto y constructor, me comentó una anécdota sobre el viejo Pablo Picasso quien dentro de su vertiginoso laborar, desarrollaba por lo general varios proyectos simultáneamente y no cesaba de repetirse: hay que trabajar, hay que trabajar.
Decía y hacía.
Un mantra que ayuda a fortalecer nuestra actividad creativa y nos da un nuevo impulso para realizar tareas cargados de energía, desde ese entonces y gracias a la generosidad del amigo y a la visión del maestro lo uso a discreción.
Hay que trabajar, hay que trabajar.
En las circunstancias que estamos viviendo en nuestro país, donde hay una especie de atmósfera que llama a gritos a la inacción por cansancio, contagio y fastidio, con un ambiente pesado, donde la queja constante y contagiosa se despliega como una peste indetenible, este mantra puede ayudarnos a seguir adelante y no desmayar en nuestros propósitos.
Mientras realiza alguna actividad repítalo mentalmente o dígalo a viva voz: hay que trabajar, hay que trabajar.
Se trata es de trabajar más y mejor, planificar más y ejecutar mejor.
Lo propongo como un ejercicio, haga la prueba, al maestro le dio resultados, excelentes resultados diría yo, daño no nos va a hacer y puede que por el contrario nos ayude a tener un impulso adicional para realizar nuestros proyectos.
Dígalo y hágalo.
No lo piense tanto, vamos, no se pierde nada con probar, hágalo y anote los resultados, ah, y repíntalo hasta el cansancio:
Hay que trabajar, hay que trabajar.