La política de la maña sin ideas y sin visión debe de terminar. Debajo de la mesa, las manos tienen que estar limpias y guardar la estrategia para la acción. La corrupción y las tretas de bandidos se combate con personas honestas, con personas que quieren trabajar para el bien común y no para los asuntos personales.
Como consecuencia de la crisis política nuevamente asistiremos a un proceso electoral en enero próximo. Tal vez las que vienen sean las elecciones más aburridas y una frustración más y de la más baja expectativa porque el Parlamento realmente se ha convertido en una instancia para solo defender a los dirigentes criminales y a los grandes grupos de poder. Porque los representantes que llegan a ese escenario no tienen ni idea de cómo ayudar a construir un país. Y Venezuela es un país que estaría destinado a no salir de su crisis mientras no se produzca una revolución en la mente de su gente. La política venezolana se ha deteriorado y degradado tanto que la presencia de algunos sujetos se ha convertido en algo tan "natural". Por ejemplo, muchos haciéndose nombrar, y la permisividad de los partidarios para tolerarlos ya no nos sorprende, sino que esos bribones se aprovechan de la inercia y de la anomia de nuestra sociedad, que permite que, a conocidos ciudadanos, y tantos otros, volvamos a tenerlos en frente, además de aceptar que roten por partidos. Pero esos bribones no tienen la culpa; preocupa que la gente no se tenga respeto y permite ser utilizada.
Nuestros referentes políticos han claudicado y es deber de los ciudadanos expresarlo y denunciarlos. No podemos ser cómplices de sus latrocinios solo por lealtad partidaria, y vemos a diario a sujetos fanáticos que no tienen vergüenza de defenderlos en las redes, pero son los primeros en anatemizar al rival político, mientras miran a otro lado para pretender esconder los crímenes de sus líderes. No sorprendería que estos fanáticos sean personas sin formación ni cultura, pero ¡horror de horrores!, los más fanáticos, vulgares y procaces son del grupo de los ´profesionales´. Estos profesionales, difamadores y procaces, tienen poca inteligencia emocional que reaccionan con violencia.
Sin ser políticos, se dicen profesionales.
Muchas personas no saben aún por quién votará en estas elecciones a la Asamblea. Es como si las elecciones fueran una evaluación del costo-beneficio. Se preguntan el qué ganarán si Agapito, por ejemplo, se convierte en congresista progresista. "¿En qué fundamento me beneficiará si Pepito es nuestro representante? En primer lugar, nunca me rendirá cuentas; también, no va defender mi propuesta; me prometerá "luchar" por una nueva Constitución" pero terminará defendiendo el ´modelo económico’ que nos ha dejado un país con una anemia espantosa y nunca me contestará el teléfono. Porque una vez elegidos se convierten en unos jijunas. Y todos son iguales".
Entendido que el poder político ya tiene una hoja de ruta en donde tienen que guiarse. A la luz de las estadísticas que el representante del gobierno regional reiteró, a los gobiernos locales y las unidades ejecutoras como Salud, Educación y Agricultura, los productores agropecuarios y los medios de comunicación deben estar a favor del pueblo.
Como resultado de las exposiciones y la participación de los presentes se enriqueció el debate para llegar a reflexiones que nos permitirá abordar el problema desde las causas. Pero, de pronto, todo se desvaneció.
Los partidos políticos en América Latina mueven sus piezas políticas, acorde con nuevos escenarios y se esconden en cada espacio para esconder sus intenciones, sus medias verdades y mentiras, deseamos en el caso Venezuela, un nuevo escenario político, pero, que no sea la gente de Guaido.