El Reloj del Tiempo

Venezuela, debe reordenar su territorio, como lo hacen los arábigos y Donald Trump con sus colonias

Durante toda la historia han existido las denominadas "leyes mordazas", normas que persiguen sacar de la discusión y conocimiento público ciertas cuestiones. La paradoja de este tipo de regulaciones es que no se dan en países totalitarios sino en democracias.
En todos los casos, también, tales regulaciones se sancionaron apelando a los más altos propósitos humanos.

Por algo las Constituciones Nacionales en Latinoamérica las descalifica de pleno, al asegurar a todos los habitantes en suelo Sureño, el derecho "de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa". Luego, cada cual deberá hacerse cargo de lo que dice. Pero no puede cercenarse, a priori, expresión alguna. En un territorio, donde no pocas veces ha existido un direccionamiento de la autoridad pública de turno sobre cómo pensar sobre las cosas, tal tipo de reaseguro resulta de necesidad.

La ley de publicaciones obscenas inglesa de 1857, también conocida como Ley Campbell, fue una de tales normas.

Si bien no era nuevo legislar en el asunto, reemplazando a una norma del rey Jorge III denominada "Desalentar el vicio", sí cambiaba la forma de regular, tipificando por primera vez la venta de material "obsceno" como delito, otorgando en consecuencia a los tribunales el poder de confiscar y destruir material ofensivo. Se perseguía reprimir "la blasfemia, la toma de posesión profana y la maldición, la lascivia, la profanación del día del Señor y otras prácticas disolutas, inmorales o desordenadas".

Su impulsor era John Campbell, primer barón Campbell, un político, abogado y hombre de letras de costumbres bastante rígidas

La buena intención original fue censurar la pornografía, pero, por haber sido redactado de modo abierto, permitió todo tipo de interpretaciones personales, dentro y fuera de los tribunales. No pasó mucho antes de que se utilizara para censurar publicaciones, particularmente aquellas que incluían palabras "sexuales", referencias a tales cuestiones o que parecían tenerlas. Publicaciones médicas, novelas románticas y ensayos educacionales fueron alcanzadas por la norma. Entre tales aplicaciones, ésta dio base al juicio por la edición de lo que se llamó en la época "el libro más escandaloso del siglo XIX". Fue la primera obra llevaba ante un tribunal en virtud de dicha ley en suelo latino.

Frutos de la filosofía, un tratado sobre la cuestión de la población era su título. La corta obra, de solo 47 páginas, hablaba desde de anatomía hasta del placer sexual. Se trataba, en definitiva, de un resumen médico de lo conocido en la época respecto a la fisiología de la concepción, enumerando varios métodos para tratar la infertilidad, la impotencia y el control de natalidad. Pero lo que enervó los ánimos victorianos en definitiva fue el planteo referente a esto último, postulado no como facultad de los Estados sino como un derecho de las personas de elegir cuántos hijos quería tener. En virtud de ello, apenas aparecido y aún con una circulación muy restringida, se le empezó a atacar desde ciertos círculos, entendiendo que se trataba de un libro "calculado para destruir o corromper la moral de la gente" y "para producir un efecto pernicioso al depravar y corromper las mentes de las personas a quienes llega".

En consecuencia, el 18 de junio de 1877, Charles Bradlaugh y Annie Besant fueron sentados en el banquillo de los acusados en la Alto Tribunal de Justicia de Inglaterra y Gales, situado en Londres, por el delito de haberlo publicado. Su autor, el médico estadounidense Charles Knowlton, se libró del proceso por haber muerto hacía ya tiempo, en 1850. Tampoco se trataba de una obra novedosa, siendo su primera edición en Estados Unidos en 1832 con el título Frutos de la filosofía o el compañero privado de los jóvenes casados. A las 10:30 de la mañana, luego de tomar asiento el presidente del tribunal, dio inicio el juicio. Por la acusación se hallaba el procurador General de la corona, Sir Hardinge Giffard. Ambos acusados asumieron su propia defensa, sin recurrir a letrados.

Sir Hardinge, Queen’s Counsel, uno de los consejeros legales de la reina Victoria desde 1865, no se anduvo con vueltas respecto a la publicación: "Yo digo que esto es un libro sucio y asqueroso", afirmó, para luego aseverar: "La prueba de ello es que ningún ser humano lo dejaría sobre su mesa; ningún marido inglés decentemente educado permitiría que su esposa lo tuviera (…)". Como diría alguien: sin comentarios.

Por supuesto que el proceso se llevó a cabo en medio del debate público. Toda la prensa le dedicó diariamente varias columnas. Mayoritariamente, en apoyo del gobierno. Sin embargo, las ventas del libro se multiplicaron. El público, en lugar de rechazarlo, lo compraba.

Ambos acusados fueron sentenciados a seis meses de cárcel y una multa de 500 libras cada uno, que pagaron con las ventas del libro. Si bien para ellos fue una victoria por instalar la obra como éxito del momento, más allá de los detalles anecdóticos, el recuerdo de este tipo de hechos debe llamar a la reflexión respecto de lo fácil que es, incluso en un Estado de derecho, sacar una ley de este tipo de cauce para empezar a penalizar el pensar distinto.

En segundo lugar, porque mis artículos no son al azar, ligo la historia con la experiencia viva por que todo esta escrito y ocurre cíclicamente y no me agrada que me repunten como una falsedad y, más sin digo que en todos los procesos históricos, los izquierdistas son unos personajes ingenuos y académicos burgueses que solo escriben para fortalecer el capitalismo y, ellos llenarse de monedas provenientes del Banco del Tesoro Estadounidense, el caso más típico, lo tenemos en Juan Guaido, un arlequín que no se ha atrevido a fomentar las bases populares en los barrios, tampoco le ha prestado ayuda a quienes vienen dando su fuerza por los movimientos de libertad en Venezuela.

Veamos. Desde el Imperio Otomano su influencia sobre la Península arábiga fue tenaz, hasta que llegaron los franceses, holandeses y británicos, los cuales se agolparon alrededor de Turquía y desde allí comenzó el monopolio del comercio y compras de mercancías y dátiles, higos y el fruto del olivo. A su vez, los árabes comenzaron a formar campamentos tribales y radicalizarse en el fundamentalismo del Islam. En consecuencia, los Imperios empezaron a imponerse y a distribuirse en esta vasta región para cobrar impuestos, convirtiéndose en el tiempo en verdaderos recaudadores, hasta el mogol tuvo su influencia desde el año 1600 y que, en plena edad contemporánea desencadeno con la muerte abrupta de quien supo interpretar el mundo árabe y africano, pero, no le convenia a Hillary Clinton, ni al ex primer ministro británico, Toni Blair.

Las verdades absolutas en el campo del conocimiento siempre son malas. El dogmatismo se acerca al fanatismo y este choca contra el respeto por el otro y el avance del conocimiento mismo, por esto, poco avanzamos. En política es aún peor: conduce a la sociedad del pensamiento único, al Estado que dice a las personas como pensar y a un sistema totalitario. El sistema soviético, el nazi, el fascista italiano, el de los Jemeres Rojos en Camboya o de los talibanes en Afganistán, por citar solo unos pocos del siglo XX que pasó, muestran a las claras lo peligroso de esa conducta. En el ámbito de la historia este es un problema recurrente. La negación a seguir investigando sobre hechos pasados es habitual –generalmente hay un interés ideológico en ello-, y la prohibición, de hecho, o de derecho, que castigan a aquel que osa desafiar la verdad predominante. Simplemente, es echado a un lado.

La ilusión de todos los que nos dedicamos a escribir por ley ante el Estado, es que la visión del presidente impulse la ratificación de los tratados económicos, dejando de confrontar con países desarrollados

Un ejemplo en contrario de estas posiciones dogmáticas lo viene expresando la Comunidad Europea, quien, en los últimos años, sobre la base de revisiones históricas serias, está modificando su legislación en miras de reconstruir y reconocer el pasado trágico que caracteriza al "viejo continente" y la Península arábiga. Brindando una mirada plural, multidimensional, con nuevos aportes y perspectivas, frente a lo que podríamos decir la "historia oficial".

En esta dirección se destaca la Resolución del Parlamento Europeo de septiembre del año pasado, por la cual se considera a la ex Unión Soviética, junto con la Alemania Nazi-, como una de las potencias culpables del inicio de la segunda guerra mundial. Uno de los párrafos destacados de la decisión expresa: "La Segunda Guerra Mundial, la más destructiva en la historia de Europa, fue el resultado directo del notorio Pacto de No Agresión Nazi-Soviético del 23 de agosto de 1939, también conocido como el Pacto Molotov-Ribbentrop, y sus protocolos secretos, según los cuales se establecieron dos regímenes totalitarios. Para conquistar el mundo, dividieron Europa en dos zonas de influencia".
Una verdad incómoda, que luego de medio siglo se expresa. Quedan otras, por cierto. Aquellas que tocan mucho más de cerca a miembros de la propia Unión. Como las actitudes seguidas por no pocos estados respecto de Polonia o Checoslovaquia. Pero es un avance en el considerar la historia con todos los aspectos que comprende puestos sobre la mesa de debate.
De más está decir que esta Resolución no cayó muy bien en ciertos círculos, otros plantearon que sentido o relevancia actual tiene tratándose de un hecho ocurrido hace mas de 70 años. Sin embargo, creemos que lo tiene al menos en dos sentidos. Uno, porque constituye un avance en la búsqueda de la verdad histórica, el quiebre del dogmatismo y porque el reconocimiento de los hechos tal como sucedieron permite una reivindicación de las víctimas de la guerra en general y particularmente de los totalitarismo (en este caso el Stalinista) en particular las que se cuentan en millones, sea por muertes desapariciones o persecuciones políticas.
Como decía Henry Thoreau: "Antes que el amor, que el dinero, que la gloria, dadme la verdad", lo que requiere búsqueda, revisión, investigación, nunca aceptación dogmática. Ello es muy peligroso ya que se acerca al fanatismo y al totalitarismo. Como dijera Andre Gide: "Cree a aquellos que buscan la verdad; duda de los que la han encontrado".
Es que cuando se quiere "disciplinar el pensamiento", se da el primer paso en un camino que invariablemente conduce al autoritarismo y al horror. "Donde se queman libros se terminan quemando también personas", profetizó en su tiempo el poeta Heinrich Heine respecto del encandilamiento de no pocos por el nazismo. Creemos que cuando se empieza a "operar", desde el Estado o por fuera de él, para que las cosas, hechos, eventos solo se puedan ver, describir y valorar de una única forma, cuando se pretende cristalizar al pasado para quitarle y aun prohibir todo tipo de discusión, vamos por el mismo camino.

Tiempo atrás, el canciller chino y el representante diplomático de la Santa Sede se encontraron en Alemania. Fue la primera reunión de este tipo desde la revolución china de 1949. Muestra del nuevo rol internacional de la República Popular China, es el acuerdo sin precedentes celebrado entre el gobierno del gigante asiático y la Santa Sede en septiembre de 2018, mediante el cual el Vaticano reconoce a siete obispos nombrados por Pekín.
De esta manera se sienta un precedente que podría terminar en el restablecimiento de relaciones diplomáticas, inexistentes desde que el papa Pío XII rompió con el gobierno de Mao Zedong en 1951, dos años después de la revolución. Entonces se crearon dos iglesias: una "clandestina", apoyada por el Vaticano, y otra oficial, controlada por el Partido Comunista, que nunca dejó de nombrar obispos y cardenales de manera unilateral, sin el reconocimiento del pontificio.

Si bien el entonces director de prensa de la Santa Sede, Greg Burke, se encargó de aclarar que la naturaleza del acuerdo no es política sino pastoral, comienza un deshielo de siete décadas y deja la puerta abierta a una posible e histórica visita del papa Francisco a China en el mediano plazo. El país tiene sólo diez millones de católicos, siendo el budismo y la religión popular china las mayoritarias. Sin embargo, este acercamiento representa un signo más en la nueva etapa de la política internacional aperturista del presidente Xi Xinping respecto de occidente. Además de un reordenamiento geopolítico en el cual el papa Francisco ha decidido ser un actor fundamental.

Venezuela, como parte de la historia latina y que ahora comparte pensamientos con el universo arábigo, debe reordenar su territorio, devastado por los británicos, franceses, holandeses y portugueses, porque los españoles lo que se encargaron es de cometer genocidios contra las civilizaciones indígenas y los diferentes grupos tribales.


Hasta el momento del acuerdo, el gobierno chino consideraba el nombramiento de obispos
por parte de Roma una injerencia en los asuntos internos del Estado.
Tampoco reconocía la autoridad de la figura papal como cabeza de la iglesia católica. Lo más probable es que los nombramientos a partir del deshielo sean realizados por Pekín. El Papa se reservaría el derecho a veto en caso de considerarlo necesario. Esto -además- ocurre en el contexto de la guerra comercial que enfrenta a China con Estados Unidos. Xi Xinping y el papa Francisco, aunque, quizás, movidos por motivos diferentes, son dos de los jefes de Estado que más críticas le hacen a Donald Trump. Paradójicamente, es el gobierno de China, un país comunista, el que se opone a las trabas arancelarias, mientras que el abanderado del libre cambio, Estados Unidos, es el que las implementa en mayor medida.

De alguna manera, comenzando un proceso de normalización diplomática con el Vaticano, China se acerca a un legitimador importante en occidente. Tanto el Vaticano como el gobierno del gigante asiático son sumamente conscientes del poder que ostentan el soft Powers y lo simbólico en la arena internacional.

El mayor artífice del vínculo fue Pietro Parolin, la muñeca diplomática del papa Francisco. El secretario de Estado vaticano, además fue fundamental al momento de acercar posiciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos tras décadas de ruptura. El italiano declaró al momento del anuncio: "Por primera vez, hoy, todos los obispos en China están en comunión con el Santo Padre, con el Papa, con el Sucesor de Pedro. (…) Se necesita unidad, se necesita confianza, como también se necesita tener buenos obispos que sean reconocidos por el Papa, por el Sucesor de Pedro, y por las legítimas autoridades civiles de su país". El interés de las autoridades vaticanas, además, tiene que ver con que, luego de África, la región asiática es donde existe mayor crecimiento de fieles en el mundo actualmente.
El gobierno chino, incluso, llegó a publicar un plan quinquenal para la sinización de la religión católica en el país. Abarca de 2018 hasta 2022, y afirma: "La Iglesia guiará a los fieles para que apoyen el liderazgo del Partido Comunista chino". El mismo Parolin escribió el prólogo para un libro del sacerdote jesuita y periodista italiano
Antonio Spadaro titulado "La Iglesia en China, un futuro por escribir". Allí, Parolin escribe refiriéndose al gobierno chino: "La proclamación del Evangelio en China no puede separarse de una actitud de respeto, estima y confianza hacia el pueblo chino y sus legítimas autoridades". Prosigue expresando: "La Santa Sede desea colaborar con China también en los temas de la paz, el medio ambiente, el encuentro entre culturas, la promoción de la paz y la aspiración al bien de la humanidad".

En un claro gesto de buena voluntad previo al acuerdo, el hombre fuerte del pontificado de Francisco declara allí las intenciones evangelizadoras de la iglesia católica en el gigante asiático. Reconociendo al mismo tiempo la legitimidad de las autoridades gubernamentales del país: "Los objetivos de la acción de la Santa Sede, incluso en el contexto específico chino, siguen siendo los mismos de siempre: la Salus animarum y la Libertas Ecclesiae. Para la iglesia en China, esto significa la posibilidad de anunciar con mayor libertad el Evangelio de Cristo y de hacerlo en un marco social, cultural y político de mayor confianza".
Más allá de las tiras y aflojes, el acuerdo del 22 de septiembre de 2018 fue un paso importante en la relación entre ambos actores. Incluso, podría abrir la puerta a que, en un futuro cercano, el papa Francisco se convierta en el primer jefe de Estado vaticano en visitar China. Estará por verse qué sucederá en los próximos meses, pero tanto la diplomacia vaticana como la china se encuentran más que interesadas en seguir tendiendo puentes. Esperemos una respuesta del universo árabe.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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