Domingo, 01 de marzo de 2020.- Venezuela es un campo minero eso lo escuché por primera vez cuando me lo dijo mi amigo Tin, allá por la década de los setenta, el siglo pasado, éramos jóvenes estudiantes que hablábamos todo el tiempo, de casi todos los temas, de todo lo que surgía espontáneamente.
Venezuela es un campo minero Luis Enrique, me dijo y me lo razonó explícitamente, me habló de la inmensa riqueza de nuestro subsuelo y del enorme desorden que se encontraba en la superficie, propio de los campos mineros desorganizados.
Al principio mi reacción fue casi violenta, mas bien fogosa, no estaba de acuerdo y me molestó su comentario, luego de su exposición, me quedé pensando un poco sobre el planteamiento, su lógica estaba apoyada por los hechos que nos rodeaban, era y es mas que un campo minero, eso lo sigo pensando, pero en su esencia, campo minero, donde se hace difícil explicar como nuestras carencias se imponen a la inmensidad de nuestros recursos, ricos somos y como pobres vivimos.
Mala administración, ambición desmedida y laxitud en los valores, corrupción galopante, moral elástica y falta de visión del futuro, donde lo único importante es resolver y salir adelante para sobrevivir a toda costa, para enriquecernos sin importar a quien nos llevemos por delante.
Y hoy, después de algunos años la situación no parece haber cambiado mucho, un campo minero que ha mermado drásticamente su producción, aún cuando se están planteando nuevas alianzas, que parecen que no nos favorecen mucho, sobre todo en el llamado Arco Minero del Orinoco.
Al amigo tengo muchos años que no lo veo y al país lo observo sufrir y navegar en aguas tormentosas, buscando sin encontrar, sin detectar hacia a donde vamos, con muchos de los viejos vicios recrudecidos e insensibles ante el sufrimiento generalizado.
Se han hecho esfuerzos, se han ensayado diferentes vías.
Mucha pobreza sobre un suelo y un subsuelo rico en minerales.
Seguimos padeciendo el síndrome de campo minero.
No solamente se ha debido decretar emergencia en PDVSA.
Debemos decretar una emergencia general y atacar de raíz a los problemas que nos afectan, garantizar una alimentación balanceada para las mayorías, reforzar el sistema de salud, mejorar nuestras redes de comunicación, reconstruir nuestras ciudades, reforzar su infraestructura, darle aliento a nuestros jóvenes y proporcionarles un futuro en nuestro país para que se frene la hemorragia migratoria.
Prometer menos y hacer mas.
Nuestro principal producto ha sido y sigue siendo el petróleo, hablemos con nuestros aliados y firmemos convenios tecnológicos que nos permitan refinar nuestra propia gasolina.
Pongamos a funcionar los cerebros de nuestros profesionales y busquemos soluciones prácticas y posibles en vez de escudarnos en quejas y mas quejas.
Usemos nuestros campos y los enormes recursos de agua que poseemos para producir abundante comida a precios razonables.
El campo minero que somos puede darnos la base para salir adelante.