Hay muchos tipos de pandemias, y no nos damos cuenta, aun cuando ya haya matado a millones que deambulan fresquecitos, cual zombis, por el mundo. Se trata de la pandemia del odio, la de la maledicencia, el egoísmo, la envidia, la estupidez y sobre todo de esa carencia de criterio y de pensamiento propio para ver y entender la realidad. Por eso, al que nace barrigón…
Estoy en este momento escribiendo esto cuando mi hija Adriana me envía un mensaje con un pensamiento de Goethe: “No hay nada que los hombres no se quiten sin escrúpulos: salud, reputación, alegría, reposo. Por supuesto, casi siempre por necedad, estrechez y mezquindad, y, según ellos dicen, con las mejores intenciones”.
Luego de tres días sin salir de mi apartamento, decidí ir con mi esposa hasta la casa de mi primea “ex” para buscar una auyama, una lechosa, un manojito de ajoporro y un poco de ají dulce de la siembrita de mi hija Yurimar.
En estos días, que estado leyendo las Memorias J. M. Núñez de Cáceres, me arrepiento de no haberme dedicado a escribir una biografía de Páez. Siento que esta es una obra que hoy se me pone muy cuesta arriba realizarla, y lo lamentaré toda mi vida. En este encierro, dedico a la lectura unas seis horas diarias. Una gran recomendación que le hago a la gente, es que tome un diccionario y se ponga a estudiar miles de palabras que desconocemos del idioma castellano. Es una delicia…, por cierto, algo que hacía con frecuencia, y además recomendaba, nuestra grandiosa Teresa de la Parra.
Después de recoger lo que me regaló mi hija Yurimar, me fui a pie con mi esposa hasta un supermercado, recorriendo unos cuatro kilómetros. La ciudad desierta, y no están trabajando las busetas. Luego vimos una larga cola para entrar al referido supermercado que buscábamos, colas que son para evitar las aglomeraciones y dar así cumplimiento al llamado distanciamiento social. En haciendo la cola, repentinamente se presentó un BARRIGÓN de esos que son horriblemente tóxicos, y comenzó a maldecir, y dar informaciones fresquecitas de esas que reparten por las redes sociales sobre Venezuela y que llegan de Miami y de Bogotá. Era la otra pandemia que venimos sufriendo desde 1998. No paraba de hablar estupideces el BARRIGÓN, y alzaba la voz para hacerse notar, y mencionaba sin para a los colectivos y tupamaros. Y en viéndolo yo me dije: “A este BARRIGÓN la pandemia le presta de maravillas”. Es la propia pandemia y la más detestable y nociva de todas, y hay que ver cómo contagia y cómo mata… Luego el BARRIGÓN me preguntó si yo estaba cumpliendo la cuarentena, y le contesté: “Claro, no ve usted que soy cuarentón…”. El tipo entonces se fue con su música para otro lado… Colorín…
De los desastres naturales, de las terribles enfermedades, de las plagas, pestes, pandemonios y pandemias los hombres aprenden muy poco. Luego que pase este horror, la gente volverá a ser la misma y quizá peor.
He escuchado en una rueda de prensa de Trump decir de éste. que no se permitirá, que los comercios incrementen los productos de higiene personal. De seguro que allá en Estados Unidos sí habrá severas sanciones contra los especuladores y acaparadores, en esta hora tan difícil. Y a los que pongan presos por estas medidas y a los que castiguen, no serán llamados por nadie en el mundo PRESOS POLÍTICOS.
Leo este pensamiento de Nietzsche: “el sufrimiento eterno es el precio que el hombre paga por la causa de la verdad eterna”.
Mi esposa está entregada a hacer tapabocas, los ha hecho de todo tipo y colores. Me ha hecho uno de color azul, que me quedó francamente cómodo y práctico.
Debo confesar que me he llevado muy bien con el entorno familiar en estos días de encierro. No sé qué nos deparará el destino, al ritmo como está creciendo la pandemia del coronavirus. Cada día se encuentran nuevos casos en todo el mundo. Lo peor que pudiera ocurrir es que se llevé por los cachos a varios millones de personas, en los próximos meses. En tal caso, debemos prepararnos mental y filosóficamente para afrontar una situación de muerte que de todas maneras ya tenemos asegurada, pero que se nos adelantará sin duda…, que nos tocará a todos de modo muy cercano, sobre todo a los de la tercera edad. Hoy como nunca hemos descubierto de manera flagrante que ninguno queremos morir, pese a lo duro y cruel que es esta vida… así de simple, hermanos…