La pandemia le ha quitado un poco ese velo de progreso con el que el capitalismo tiende a disfrazar su ayuda al desarrollo humano. Como nunca, en medio de la histórica tragedia de egoísmo entre los Estados, en medio de esa histórica hipocresía diplomática internacional que nos viene diezmando desde hace siglos, hoy la gente comienza a recapacitar un poco, comienza a pensar realmente en la necesidad de la solidaridad humana, también y sobre todo en el horror de la muerte que ronda por doquier por otras pandemias en los cuales no reparamos. La pandemia de covid-19 impacta positivamente en la salud, porque se está descubriéndose que en los países capitalistas la privatización de ésta, es la causa principal de la mayor cantidad de muertes en el mundo. Impacta a la educación porque las personas al estudiar desde sus casas y poder investigar por sí mismos valoran mucho mejor el conocimiento, tienen más tiempo para leer y a la vez descubrir que lo que se les enseña en los centros educativos es rancio y sin vida. Todo esto hará que el mundo avance en sensibilidad de una manera "significativa, equivalente a las variaciones de veinte años de verdadero progreso humano, imposible de lograr bajo las mentiras miserables de los medios. Hay una nueva verdad que está saliendo a flote.

Hoy la familia se reencuentra, el vecino comparte con los demás lo poco que tiene. Eso que se llama el progreso tecnológico se paralizará un poco. La industria dejara de verter sus venenos a la población. No se comerá tanta comida chatarra ni se beberá tanto licor, ni se fumará tanto, ni la gente tendrá oportunidad para hablar tantas pendejadas intrascendentes, por lo general mentiras que se multiplican por las redes.

Cada año al mundo lo venían engañando los expertos y los medios, diciendo que estábamos progresando con más niños escolarizados, con más esperanza de vida y mejores indicadores de salud. Todo era una mentira para que los negocios capitalistas fueran controlando el poder de los estados en nombre del progreso.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que elabora desde hace tres décadas el llamado Índice de Desarrollo Humano (IDH) no tiene datos esperanzadores, porque trabaja para el negocio de las grandes transnacionales. Los juegos como el fútbol que tanto daño causan a la humanidad, están afortunadamente paralizados, centros de violencia, de tensiones entre grupos de fanáticos, de distribución de drogas, al igual que ocurre en los grandes conciertos de música.

Igualmente se han paralizado las aberrantes corridas de toros, sobre todo en España, con sus juergas, botellones, comilonas y espectáculos desvergonzados.

Se ha paralizado en parte ese horrible y deformante negocio del turismo, que destruye el sentido humanitario de las artes, y en el cual hasta el aire que se respira se cobra. Con ese bajón en el turismo también se ha bajado en la contaminación del ambiente por la reducción de vuelos, de circulación de vehículos y poco desgaste de grandes maquinarias para mover y producir toda clase de bisutería estúpida. También se han reducido los cruceros que llenan de miasmas los mares, las playas.

Ha sido admirable el bajísimo consumo de bagatelas, y de cantidades de productos totalmente inútiles con los que las personas llenaban sus casas, sin saber luego qué hacer con ellas. Los efectos sobre la salud son evidentes. Hasta la fecha, más de cinco millones de personas se han contagiado del nuevo coronavirus y más de 325.000 han fallecido por él. Es totalmente falso que las medidas de confinamiento afecten de forma negativa la salud: todo lo contrario. La gente se cuida más, inunda menos los centros de salud por cualquier tontería, consume innecesariamente menos medicamentos, y se contamina mucho menos con las miasmas que solían esparcirse por los centros urbanos.

Lo cierto es, que a pesar de los muertos por el Covid-19, la esperanza de vida va a aumentar. Además, la gente está apreciando mucho más la importancia de vivir, se cuida, ama más a su familia y tiene más conciencia sobre el valor de la propia vida.

A los banqueros y capitalistas lo que les interesa es que abran los negocios aunque la gente se muera al infectarse, y eso para ellos es desarrollo humano. Y hablan de recesión económica —el Banco Mundial calcula una caída de casi el 5% del PIB mundial para 2020— "con la pérdida de empleos es un mazazo para el progreso y la lucha contra la pobreza extrema". Puras mentiras porque la pobreza es algo que jamás le ha interesado al Banco Mundial ni al FMI.

Lo que el capitalismo llama progreso es explotación y esclavitud, y por eso dicen que "los países en desarrollo no tienen la capacidad para implementar grandes paquetes de ayuda como los que están aprobando las naciones más ricas, y tampoco para endeudarse". Se ha comprobado una mil veces en todas las tragedias que los países ricos jamás ayudan a nadie.