Lo que han propagado los enemigos de nuestra patria, que en su gran mayoría, para no decir todos son financiados con el producto de los robos que Donald Trump ha hecho a bienes nuestros que están bajo su custodia u otros países, como Colombia y Portugal con la anuencia de EEUU y de los que podemos contar como uno de los beneficiados, el capo mayor el auto juramentado Juan Guaido, que de ser un limpio de solemnidad paso a ser un super mega millonario en dólares; frente a este cuadro de rapiñas, ladrones y maledicencia, tiene hoy nuestro pueblo una nueva batalla que tiene que ganar el próximo seis de diciembre, asistiendo a cumplir con el derecho constitucional a elegir la nueva ASAMBLEA NACIONAL. Este nuevo evento electoral, deja más que claro el contenido democrático y participativo que nuestra Constitución da a nuestro pueblo. Iremos a unas elecciones en el marco de una situación atípica y compleja donde se mezclan varios elementos que debemos analizar para el desarrollo de este lance electoral. En primer lugar el gobierno norteamericano y sus aliados incondicionales nos tienen declarada una guerra, haciendo uso de todas las artimañas habidas y por haber, los tienen locos por instalar un gobierno servil e incondicional, que le permita apropiarse, sin ningún obstáculo por delante de todas nuestras riquezas naturales; los magnates petroleros, siderúrgicas, aluminio, los grandes consorcios automotrices y del transporte. Las distintas mafias que se desenvuelven en el mundo capitalista apuestan o invierten para instalar un gobierno neofascista al estilo de Bolsonaro en el Brasil, que le sirva ciento por ciento a los intereses del FMI. Es por ello que este proceso electoral, debe estar acompañado de una definición política e ideológica que transite hacia un PARLAMENTO con capacidad legislativa, que sean verdaderos legisladores y no discurseadores de esquina o de taberna; hombres y mujeres que no vayan a dormir o a bostezar en sus curules de la Asamblea Nacional. Que le dé a esa institución lustre, actividad, movimiento y contenido revolucionario y de esta forma se convierta en un itinerario para la refundación de la Republica. Mas que elevar el número de parlamentarios, el país exige a los partidos le presenten candidatos con ética y moral revolucionaria y no clientes o adulantes de X o Z dirigentes de partido. No queremos elegir a diputados con toda una plantilla de asesores que les escriben hasta los anteproyectos para los trabajos de comisión. Ya hemos visto a muchos desfilar por ese parlamento y nada hicieron o hacen poco por profundizar el proceso revolucionario. Los enemigos de la patria no están jugando a la guerra, la está practicando y desarrollando; basta con observar las fuerzas militares gringas que han arribado a Colombia; atentas y preparadas a lo que les ordenen los gobiernos del sub presidente Ivan Duque, Bolsonaro y las empresas contratistas de mercenarios de Donald Trump; que ya han puesto en práctica escaramuzas como la Operación Gedeón que llegaron a las playas de Macuro y Chuao y las acciones que se realizaron al sur del estado Bolívar. Ya la Bachelet, abrió fuego en otro de sus estulticias y amorfos informes contra el TSJ y el CNE; recordemos que esta señora es pieza clave en eso de recibir órdenes de Trump y del innombrable Luis Almagro de la OEA.
Prácticamente se debe convertir en un reto el aislar y derrotar al sector mercenario de la oposición y demostrarle al mundo el contenido bolivariano, chavista y democrático que hoy realiza esfuerzos inauditos en convertir en una barrera el avance del Covid – 19. El CNE debe montarse en los cambios de residencia; muchos electores están fuera de su hogar habitual por razones del transporte o la pandemia. No hacerlo sería dejar por fuera a una gran masa electoral que quiere y desea votar.