La última oportunidad del MAS frito

La economía de mercado. ¿Cómo hacer de la economía de mercado algo bueno para toda la sociedad, que no devenga en fascismo?, que el masista nos lo explique. No hay economía de mercado que no termine siendo un "capitalismo salvaje" – expresión acuñada por el cínico Juan Nuño –. No hay manera, por más santurrón que se ponga Ochoa Antich. Él sabe que está "cazando güire". Él sabe que miente, que no es un político con capacidades excepcionales; cuando mucho será un facilitador de algún grupo de empresarios disfrazados de nacionalistas, que como antes, las negritas en carnaval, abundan estos pícaros en épocas de elecciones. Y todo lo demás es lo mismo de siempre. Políticos arrogantes (hoy gastados, venidos a menos); el terreno preparado para unas elecciones; las alianzas imposibles e increíbles; la saltadera de un lado al otro, los discursos barrocos, enrevesados, bien bonitos para que la gente avergonzada de su ignorancia se enamore (si son en inglés más chévere). El masista va a la cacería de bobos, "parado sobre el piso" de la economía de mercado: esa es su confesión realista: volver a Petkoff (da risa). No por nada, pero después de Chávez, Petkof es un guilindajo. Fue un guilindajo del capitalismo y los masistas rezagados, guilindajos del guilindajo.

La única alianza posible de Ocho Antich sería con Claudio Fermín, un adeco más honesto que él, y con el gordo Barreto, un oportunista diletante, y toda esa capa de la inteligencia mediana de la izquierda, con profundas raíces en la clase media rancia, propietaria, modesta pero igualmente aspirante, ¡Como Teodoro pues!

La pregunta que uno siempre se hace ¿Estando en el poder hasta dónde durará la decencia de estos cultores de la economía de mercado? El realismo de los políticos da más miedo que el idealismo más fantástico; una promesa realista es más peligrosa que el despelote que tenemos ahora. Prefiero convencer, al que pueda convencer, en seguir insistiendo en el Plan de la Patria socialista de Chávez y en el socialismo, que de seguro arrastra más voluntades que votos.

Confieso la repulsión que siento por las promesas electorales redactadas como propósitos de año nuevo, o como proyectos de fundaciones benéficas, bien bonitos, bien organizaditos y detalladitos, o sea, perfectamente posibles y reales. Nada que sea posible realizar en estas circunstancias y sin conflictos, más allá de la insultadera por tuiter, debe ser bueno, debe ser sano, o santo. Al contrario, es una llave psicológica para la hipnosis colectiva, es una maldición, promete calmar los ánimos tal y como lo hace el opio con los viciosos, desechos de la sociedad de mercado.

Si algo nos enseñó Chávez es que podemos superar el miedo a lo desconocido, construir nuestro propio destino, sin conformismos, ir a la caza de lo imposible. Lo posible ya sabemos lo que es. Ochoa Antich es lo posible, pero es más de lo mismo, no entusiasma a un pueblo rebelde, solo puede cazar bobos. Nosotros somos más el pueblo heredero de Bolívar libertador, de Zamora, de Fabricio Ojeda y Chávez, eso mostró Chávez el 4 de febrero y lo reafirmó antes de su muerte en su Plan de la Patria, más 12 años de gobierno y de revolución viva, 12 años de lucha diaria, angustiosa, no de componendas, de triquiñuelas, de traiciones y de una conspiración que lo llevó a su asesinato.

El hecho de que se haya enrarecido el campo del reformismo y la socialdemocracia con los excesos de Maduro y su entorno oscuro, no lo hace bueno, no lo hace una alternativa de cambios. El reformismo estrictamente nunca ha sido una alternativa de cambios políticos, económicos y sociales, o estructurales, representa y siempre ha representado la emergencia oportunista de la clase media pequeñoburguesa arribista, dentro del sistema capitalista, mas emparentado con el fascismo que con el socialismo o con la misma democracia burguesa. Cualquier tiranía militar es mejor que un gobierno reformista socialdemócrata, bendecido por los estados unidos.

La única y auténtica alternativa de cambio es, hasta hoy, el socialismo bolivariano, científico, marxista y todo su legado histórico, intelectual y moral, desde la comuna de París hasta la revolución bolivariana.

Negar a Chávez como lo hace Ochoa Antich (más resentido que lógico) es una osadía de un tipo petulante y desfasado. Creo que le toca hacer cola en el lado de los que no disimulan, del hervidero de pirañas que representan a de Trump y su Departamento de Estado, y que llaman oposición.

¡Patria socialista o Muerte!, ¡Venceremos!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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