Nuestro Libertador Simón Bolívar fue un hombre de carne y hueso, lleno de virtudes y debilidades como cualquiera de nosotros.
Una de sus más grandes debilidades fueron las mujeres y en su vida brillaron de todos tipos, colores y condiciones.
Bolívar supo apartar tiempo en su lucha por la Independencia para amar a un buen número de integrantes del bello sexo.
Su primer amor fue María Teresa Toro y Alayza con la que se casó en Madrid el 13 de abril de 1802. Con ella trato de fundar una familia y llevar una vida normal como un terrateniente de la época. María Teresa muere a los ocho meses de matrimonio dejando a nuestro Libertador en la soledad más grande y jura no volver a casarse. Promesa que cumple con una gran determinación.
En el viaje hecho por Europa para olvidar el dolor de su pronta viudez, conoce a Fanny du Villars, pariente lejana suya por parte de los Aristiguieta, hermosa mujer de 25 años , casada sin amor con un hombre bastante mayor que ella, el Coronel Dervieu du Villars.
Fanny hace que la vida del venezolano sea la más grata posible en París en el naciente Imperio Napoleónico.
En la residencia de ella; del Boulevard Menilmontant; el caraqueño departe con la sociedad culta de la época.
Ahí conoce a Bomplant, a Humbolth, al Príncipe Eugenio(hijo de la Emperatriz Josefina), al renombrado actor Talma y a otra celebridades de ese tiempo.
Cuando el Coronel Bolívar en 1812; a raíz de la caída de La Primera Republica; abandona Venezuela, ofrece sus servicios al gobierno neogranadino y es enviado al Bajo Magdalena, en la población de Salamina conoce a Anita Lenoit.
Hija de padres franceses que vivían ahí desde hace un tiempo. Ella tenía 17 años, era muy culta, con una cultura poco común en esa época.
La relación fue breve, el siguió su marcha y ella lo sigue hasta Tenerife pero Bolívar la devuelve al hogar de sus padres, permaneciéndole fiel la mujer durante 18 años.
Anita fue en su busca llegando el 18 de diciembre de 1830.
Simón Bolívar en la Campaña Admirable tuvo un romance con Juana Pastrano Salcedo; en Capacho; a los años al pasar por la zona recordó a su amante, pregunto por ella pero la madre de la muchacha la oculto en Piedra Gorda.
Una relación formal y larga fue la que tuvo El Libertador con Josefina Machado. Ella le acompaño en sus batallas seguidas de su madre y hermana.
Bolívar la conoció cuando hizo la entrada en Caracas el 3 de agosto de 1813. Era ella una de las muchachas que entrego al caraqueño una ofrenda de flores. Lo acompaño por 6 años, siendo la más desafortunada de los amores del héroe, pues al amor seguían las agonías de la guerra y la ausencia. Por ella se dice que El Libertador hace detener por cuatro días la expedición que viene a libertar a Venezuela para esperar el arribo de Josefina llegada tardamente a Los Cayos.
Ella sigue a Bolívar a Los Llanos donde se enferma y muere de tuberculosis en Achaguas en 1820.
También existió Isabel Soublette; hermana del General Carlos Soublette.
El jefe del Estado Mayor de la Expedición de Los Cayos Ducoudray-Holstein atribuye el ascenso de Soublette a Segundo Jefe del Estado mayor a la relación de Bolívar con la hermana de este.
Cuando estuvo en Kingston; Jamaica; El Libertador conoce a Julia Corbier. Pernoctaba con ella cuando sus enemigos envían a un esclavo para que lo mate en la pensión que vivía. Asesinan a Félix Amestoy que lo esperaba acostado en su hamaca.
Bernardina Ibáñez es otro amor en la vida del guerrero, la conoce después de la Batalla de Boyacá. La llamaba "La melindrosa".
Después aparece el amor apasionado y violento en la vida de nuestro héroe:
Manuelita Sáenz. Ella enloquece a Bolívar y esta pasión lo acompaña al caraqueño hasta el final de sus días.
Ella entra en la vida de Simón el 16 de junio de 1822. Mucho se ha hablado de esta relación. Fue una relación tormentosa y apasionada. El no le fue a Manuela completamente fiel.
Al terminar de pacificar el Perú a fines de 1823 El Libertador emprende el retorno a Lima donde lo esperaba Manuela, en el camino conoce a Manuelita Madroño, de 17 años. Fue una aventura galante de pocos meses.
Ellas no fueron las únicas, existieron Teresa Laines, Manuelita White, Joaquina Garaicoa, Teresa Mancebo, Aurora Pardo y muchas más.
Así fue Simón Bolívar nuestro libertador, un hombre de carne y hueso pero no por eso menos glorioso.