El partido de Rómulo Betancourt y de Juan Bimba se metió en los genes del venezolano y cuán certero es el dicho aquel "adeco no se hace sino que nace". Betancourt juró que sembraría su partido "debajo de las piedras", y ¡vaya que lo hizo!.
He podido verlo en la pintoresca campaña del Psuv, la organización que fundó Hugo Chávez y que pretendió ser un partido "único" pero que definitivamente dio el gran viraje hacia el pasado. Recuerdo al Chávez candidato, el de 1997-98, cuando criticaba con acidez las promesas de la campaña electoral y a sus candidatos tradicionales. Pero él de tradicional no tenía nada. Decía el comandante que no podía ofrecerle a la gente puentes ni carreteras porque lo suyo no era una "lista de mercado" sino algo mucho más complejo y programático. Por eso lo único que ofreció y cumplió, en aquella etapa inicial, fue una Constituyente pues el cambio que se traía entre manos era estructural y no gatopardiano…Después vino todo lo demás.
Han pasado los años y el Psuv ya no es el mismo. El país tampoco y hoy, algunos de los ungidos y ungidas como opciones electorales (con muy honrosas excepciones, debo decir) para ocupar una curul en la "nueva" Asamblea Nacional están siguiendo el camino fácil del populismo, del "cliché". Le huyen a las ideas, eso que tanto le gustaba a Chávez y que expresaba de una manera tan suya, emocionando al más indiferente, inquietando su intelecto para obligarle a pensar y luego a actuar…Y es que nos quedábamos en la avenida Bolívar, siempre a la altura del Museo de Los Niños, al lado de una de esas cornetas que colgaban en los postes, para escucharlo por horas, hasta el final y después llegar a casa felices, buscando libros y frases para no olvidar aquello tan hermoso y profundo que nos había enamorado. Los analistas de esa época decían que ningún otro candidato lograba que la gente se quedara a escuchar. ¡Eso ya no está! Se lo ha llevado Chávez y quedan pocos vestigios en una campaña electoral pre y pos pandemia. Y, créanme, no doliera tanto si no fuesen tan jóvenes…!
Entonces vimos primero a unos chicos cargando mortadelas, pollos y bombonas de gas en unas carretillas (Juan Bimba llevaba un bollo de pan en el bolsillo), ofreciéndole a un pueblo realmente necesitado esas cosas que se consiguen con mucho sacrificio pero que ahora pertenecen al marketing electoral del Polo Patriótico. ¿Hay entonces autoridad moral para criticar a los adecos repartiendo planchas de zinc o potes de leche con la cara de Claudio Fermín? Y como ahora la cosa es por las llamadas "redes sociales", se dejan colar fotografias muy al estilo Polar (¡Tanto que critican al malo de Lorenzo Mendoza!), chicas sexys y exuberantes, no muestran sus rostros (¿Para qué?) pero sí sus ajustadas y abultadas franelas donde se lee "Messuti Diputado", como si la Asamblea Nacional fuese un producto de consumo o un sitio donde nuestras jovenes pueden lograr su sueño de parecerse al fenotipo que nos vende la neocolonización, tan cuestionada por estos socialistas que no se pelan una serie de Netflix! Ni hablar del financiamiento a la costosa contienda pues solo ver la bisutería electoral ofende, en estos tiempos donde realmente el sacrificio económico lo paga el pueblo…
Por eso digo que es una campaña al mejor estilo adeco, especialmente porque al ver esas representaciones sociales que hemos descrito concluimos en que son producto del sistema de valores, nociones y prácticas de quienes apelan a discursos emocionales y subliminales, buscando desesperadamente el voto… Es el imaginario del sistema político que hemos querido desterrar pero que estos candidatos reconstruyen en sus mensajes estereotipados y en ofertas electorales engañosas, con una fuerza inusitada. Claro que necesitan formación política pero también claridad ideológica y quizás eso ya no se aprenda en ninguna escuela de cuadros porque ellos ya vienen así de fábrica…
El Psuv se nos ha convertido en la nueva Acción Democrática. Gigantismo, pragmatismo y sectarismo son sus virus pero pese a ello, sabemos que será la primera mayoría de la AN, la más votada en nombre de la unidad. Un partido poderoso (como lo fue AD), con una maquinaria electoral capaz de mover votantes de todos los rincones. Pero su base de apoyo, que ya lleva varios años oscilando entre los 5 y los 6 millones de votos, quizás ni baje ni se mueva de ese rango. No importa. Eso bastará para ocupar más del 60% de escaños y consolidar, así, otra figura muy adeca: la aplanadora…
Sin perder de vista el necesario objetivo central de renovar la Asamblea Nacional, es bueno declarar aquí un "mantra" alternativo: que el poder legislativo sea para el pueblo y no solo por ganar gobernabildad; la necesaria normalización de la vida institucional del país y que Juan Guaidó vaya preso. Pero así como pronunciamos ese mantra, también decimos que es imposible ser indiferente a los contenidos de esta campaña electoral. ¡Nos urge volver a Chávez!