¿Para qué rescatar y recuperar la Asamblea Nacional?

Muy pocos días nos separan del 6-d, fecha en la que serán las elecciones en que se elegirán los nuevos integrantes de la Asamblea Nacional. Distintos voceros del Gran Polo Patriótico y del PSUV, y también de las otras opciones en pugna han coincidido en la necesidad del rescate de la Asamblea Nacional. Pareciera, pues, existir coincidencia en la necesidad de que la AN retome su naturaleza y propósito, claramente establecidos en el artículo en sus 24 numerales del artículo 187 de la CRBV. Es natural que cada una de las opciones electorales tengan su visión acerca de cómo encarar ese Rescate y Recuperación. El artículo señalado debe ser el punto de partida para tan importante tarea, independientemente de las visiones particulares que se tengan.

Decíamos en el artículo anterior: "Hoy es fundamental el rescate y la recuperación de la Asamblea Nacional. No la recuperación y rescate para intereses grupales, por muy legítimos que ellos sean o aspiren serlo, sino para el rescate de una institucionalidad perdida, puesta hoy al servicio de intereses foráneos que se quieren adueñar de la patria".

Son muchas las tareas que se desprenden de ese rescate, pero hay algunas que son comunes a cualquiera de las opciones que aspiran a los 277 cargos en disputa. Analicemos esas que parecieran ser de común acuerdo:

1) EL RESCATE DE LA INSTITUCIONALIDAD

Se trata, desde nuestra óptica, el que la Asamblea Nacional asuma las funciones inherentes a su condición de Poder Legislativo, claramente explícitas en el artículo 187, donde destacan las funciones de legislar, funciones de control del Poder Ejecutivo y la Administración Pública Nacional, y la aprobación de magistrados del TSJ, rectores del CNE e integrantes del Poder Ciudadano, estas últimas incluidas en forma genérica en el literal 24, como: "Todo lo demás que le señalen esta Constitución y la ley".

Como puede verse son bien amplias las funciones de la Asamblea Nacional y fue este dilatado espectro de facultades lo que permitió que una oposición violenta hiciera mal sus cálculos y pensara que el "fin de Maduro" era cuestión de meses, tal como lo anunciara Ramos Allup al asumir la presidencia de la AN en el primer año de ese desastroso quinquenio "legislativo". Lo sucedido desde ese anuncio hasta hoy es ya historia conocida. Julio Borges continuó con el plan diseñado en el norte, y Juan Guaido le imprimió en estos últimos dos años, el cariz tragicómico que puso al desnudo de que es capaz esta oposición entreguista, sin plan político propio, si llegara a tener, para desgracia del país, el control del gobierno.

2) LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD

La AN debe asumir sus funciones de control del gobierno y la Administración Pública Nacional, explícitamente contempladas en el numeral 3 del ya referido artículo 187. Muy recientemente el Presidente Nicolás Maduro solicitó ayuda a la nueva AN en la lucha contra la corrupción. Si existe, pues, la voluntad política de ambos poderes, Ejecutivo y Legislativo, no hay excusa para emprender una cruzada contra este pernicioso mal que corroe las bases éticas y morales de la República. En mi opinión, la primera tarea que se debería hacer en este sentido, es tomar las acciones necesarias para garantizar que Guaido, Borges, Ramos Allup y toda esa sarta de bandidos y sus compinches, sean juzgados y encarcelados por los graves daños causados al patrimonio nacional con sus actos de latrocinio. Seguro que la patria toda aplaudiría el que se haga justicia en este, como en otros casos, y ello contribuiría a restituir la confianza perdida en el Poder Legislativo y en otras instituciones con competencia en estos casos.

3) LA LUCHA CONTRA EL BLOQUEO Y LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA DEL PAÍS

Es este aspecto, otro en los que parecen coincidir todos. Sin lugar a dudas, superar la grave situación económica a la que nos ha llevado el bloqueo y las medidas unilaterales criminales, es una tarea de primer orden. No importa el que unos le atribuyan una mayor cuota al bloqueo que otros. Son visiones contrapuestas, pero en definitiva al pueblo elector que es el que paga y ha pagado con creces las consecuencias nefastas en la asfixiante cotidianidad vivida, lo que le interesa es que se establezcan acuerdos que minimicen los efectos y hagan menos difícil su vida diaria.

Son varios los frentes de trabajo que encierra esta impostergable tarea, y son de logros tempranos y de mediano y largo plazo los objetivos a ser alcanzados. Es imprescindible lograr acuerdos para un rápido accionar, en medio de la diversidad. Se trata fundamentalmente de resolver y buscar soluciones. No se quiere, el que la nueva AN se centre en un interminable debate de acusaciones mutuas sobre "culpabilidades" y sobre "lo que no se hizo y debió hacerse". Ya para eso habrá tiempo y escenarios diversos.

Los tres aspectos señalados, no son lo únicos que merecerán la atención de la nueva AN, pero en mi opinión, y creo que en la de muchos, si son los más prioritarios. Debería, pues, alrededor de esos puntos, y algún otro que pudiera estimarse de urgente atención, establecerse un GRAN ACUERDO NACIONAL PARLAMENTARIO, suscrito públicamente por todas las fracciones o grupos parlamentarios que se integrarán a partir del próximo 5 de enero.

La asamblea nacional ha sido y debe también, retomar su papel como principal foro político de la nación. Allí estarán representadas las distintas visiones que se tienen del país y cómo impulsar su desarrollo en lo económico, lo político y lo social. Los intereses de clase y la lucha entre ellas, tienen allí su expresión. Allí se enfrentan dos concepciones del mundo y de la vida. No siempre las opciones electorales presentan con claridad los planes a desarrollar, una vez alcanzada la representación parlamentaria. Dicen que la política es casi siempre, lo que no se dice.

Reservas hay sobre el futuro comportamiento de la llamada "oposición democrática". Tampoco hay claridad sobre el accionar futuro de los disidentes del Gran Polo Patriótico. Lo que sí es seguro es que en ni en unos, ni en otros, hay uniformidad de criterios. Contradicciones las hay en todas las opciones, y el bloque que representa al GPP no es la excepción. Hay, por lo tanto, que hilar muy fino en ese complejo escenario. Es tarea de los revolucionarios diferenciar los matices. Ver la realidad en blanco y negro es siempre erróneo. Hoy parece que lo es más. AMANECERÁ Y VEREMOS



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Hugo Márquez

Ingeniero Electricista (UNIVERSIDAD DE ORIENTE),Especialización en Gerencia Pública, Diputado a la Asamblea Nacional por el Estado Anzoátegui (20062011)

 huramar1@gmail.com

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