Con los ojos desorbitados y botando espuma por la boca apareció Ramos Allup nuevamente está semana despotricando de sus excompañeros de partido afines al ala dirigida por Bernabé Gutiérrez. Todos son unos dinosaurios del mismo pozo, sobrevivientes del putrefacto partido Acción Democrática. Su discurso delirante nos recordó con amarga claridad su vergonzoso berrinche (y descarga de arrechera incluida), cuando en el año 2016, desde lo alto del hemiciclo parlamentario amenazó con acabar con el Gobierno Bolivariano y todos los poderes públicos del país.
Un golpe parlamentario con todas las de la ley. Sin embargo, pasaron los seis meses prometidos por el farsante de Ramos Allup y nada pasó. La Asamblea Nacional fue llevada bajo su dirección por el camino de la sedición y la conspiración. Finalmente, Ramos Allup salió solo, triste y cabizbajo por la puerta trasera de la historia, llevando bajo el brazo el amargo sabor de la derrota.
Con el paso del tiempo Ramos Allup terminó convertido en uno de los principales voceros de la cúpula más antidemocrática y apátrida que haya conocido nuestro país, promoviendo de primera mano golpes de Estado, invasiones militares y el bloqueo económico y financiero que nos golpea.
Sus rabietas permanentes no terminan allí. Ante el desafío a su monárquica y cuasivitalicia autoridad dentro del partido blanco, ha ordenado "disparar primero y averiguar después" contra todo aquel que se atreva a desafiar la línea impuesta por la cúpula adeca.
Sin integridad alguna ni nada de autonomía, ha tenido que hacer malabares para cumplir las instrucciones de la Casa Blanca, apartándose del camino electoral para seguir la vía de la confrontación y las salidas de fuerza. Ramos Allup terminó convertido en una triste marioneta, un vocero más, un huele peos del inefable Guaidó y su fracasado mantra del "cese de la usurpación". Apostó a perdedor y ahora no tiene como salirse de la agenda antielectoral.
Por eso descarga especialmente su odio en contra sus ex compañeros de partido, siempre lleno de contradicciones, resentimientos y amargura. Su lengua ponzoñosa no tiene límites a la hora de acusar de máxima traición al "delincuente" de Bernabé Gutiérrez, y afirma con vehemencia que "los adecos verdaderos no van a votar por esa tarjeta" usurpada, según él, por sus propios exaliados. Se olvida Ramos Allup, en su laberinto, que meses atrás afirmaba que con las condiciones electorales adecuadas, "El derecho a aspirar no se le puede discutir a nadie". Anda para atrás como el cangrejo, perfeccionando el arte de procrastinar.
Pero como nadie le para bolas, y con el horizonte cercano de las elecciones regionales y locales del próximo 21 de noviembre, las aspiraciones personales a lo interno de su facción van creciendo y se han convertido en una olla de presión. Para calmar el avispero, en las "asambleas informativas" han estado vendiendo la idea de la necesidad de copar espacios en sus principales feudos, para no perder cuotas de poder frente al eufórico sector de Bernabé Gutiérrez.
Ahora el avispado Ramos Allup anda de gira en gira, reconectándose con sus bases, dispersas y decepcionadas, pero adecas fieles hasta la muerte. Con la doble moral que lo caracteriza, también tiene también la mano metida en la "mesa de negociación" buscando las "garantías" que el libreto opositor les exige. Puro lloriqueo, pues ya están decididos a participar junto a toda la facción del G4 (Acción Democrática, Voluntad Popular, Primero Justicia y Un nuevo Tiempo) utilizando la tarjeta de la MUD.
Mientras algunos estaban distraídos en la diatriba política de la conveniencia de participar o no en las elecciones regionales, los candidatos gallos tapados de Ramos Allup tienen meses pateando calle, calladitos, para no confrontar la línea abstencionista del ala intolerante del partido blanco.
La lista revelada hasta ahora contiene los nombres de los afanosos dirigentes adecos: "Carlos Prosperi (Caracas), Sobella Mejías (Lara), Juan Carlos Velazco (Zulia), Carlos Andrés González (Trujillo), Robert Alcalá (Sucre), Freddy Valera (Bolívar), Antonio Barreto Sira (Anzoátegui) y Ramón Guevara (Mérida)". Desde el resto de los partidos opositores han puesto el grito en el cielo y piden que no exista ventajismo ni posiciones adelantadas. Exigen que las candidaturas sean unitarias, mediante elecciones primarias, encuestas o consenso. El viejo zorro cree que se las sabe todas, pero siempre termina derrotado y todo vapuleado.